La Contra Armada Inglesa. La revancha que Inglaterra ocultó durante siglos
Galera española del s. XVI, similar a las que participaron contra la Contra Armada inglesa de 1589. Galera del Adelantado Mayor de Castilla. S.XVI. Wikipedia. Dominio público.


Por Juan López Giménez


La Contra Armada Inglesa, fue una flota de invasión enviada a la Península Ibérica por la reina Isabel I de Inglaterra en la primavera de 1589, exactamente al año siguiente del fracaso de la Gran Armada española enviada por Felipe II contra Gran Bretaña con los mismos fines.

Hay pocos españoles que no sepan del amargo episodio de la Gran Armada (137 barcos y 20.000 españoles) de Felipe II, en la que murieron 11.000 hombres, pero menos aún conocen el desastre de la Contra Armada Inglesa (195 barcos y 27.667 hombres) en los puertos españoles y portugueses, que cuando retornó a sus costas en julio de 1889, aún más maltrecha que la armada española que arribó un año antes a Santander, había perdido 20.000 hombres.

Un relato ganado por Inglaterra

Desde el mismo momento en que se produjo el desastre español, Inglaterra se dedicó a difundirlo, acuñando incluso el célebre término de Armada Invencible, que los españoles nunca emplearon hasta que lo asumieron más tarde de la historiografía inglesa.

Por el contrario, Isabel I decretó el secreto sobre el desastre de la Contra Armada Inglesa, que para Inglaterra sí fue un fracaso económico y militar terrible, aparte del enorme número de vidas humanas que se perdieron. Y ahí empieza la labor de borrado y maquillado histórico de los historiadores británicos, tan eficazmente realizado que:

  • Hasta hace muy pocos años, salvo una minoría de especialistas, de la Contra Armada casi nadie sabía nada.
  • El relato que durante siglos ha permeado el acervo cultura es que tras la Armada Invencible se inicia la caída del Imperio español. Nada más lejos de la realidad, como veremos al final del artículo.

El hecho de que ni los historiadores españoles ni los portugueses hayan tratado este episodio hasta época muy reciente, pero sí se haya mantenido de forma machacona en los currículos de bachillerato el desastre de la apodada por los ingleses Armada Invencible, sólo se entiende admitiendo la subordinación ideológica y cultura ante el imperialismo anglosajón, de los políticos e historiadores de ambos países que, desgraciadamente, llega incluso hasta hoy. Pero tranquilos, que ahora con los currículos de la ley Celaá ese problema ya está solucionado.

Y llegados aquí, es interesante comentar que el borrado de los aspectos de la historia de Inglaterra que no les gusta a los ingleses se sigue haciendo por alguno de sus historiadores. Por ejemplo, Geoffrey Parker, en su reedición en 2011 de su clásico “La Gran Armada” sigue ahondando en esa práctica: da todo lujo de detalles sobre lo que pasó a nuestra Armada, pero despachó en apenas un párrafo, en el que además no se dejaba claro que fue una gran derrota, lo que ocurrió con la Contra Armada, la inmensa flota inglesa que atacó España y Portugal. Y el mismo Geoffrey Parker, en su obra La revolución militar. Innovación militar y apogeo de Occidente. 1500-1800, no cita ni una vez al Gran Capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba, al que, en cambio, el mariscal Montgomery elogia por haber innovado la guerra con el arcabucero, y el historiador John Keegan le dedica más espacio que a los generales Patton y Rommel y al almirante Nelson en un libro sobre las figuras militares desde el siglo XV al XX. ¡¡¡¡Y entre el papanatismo hispano se sigue considerando a Geoffrey Parker como un gran hispanista!!!!

Y ahora, LOS HECHOS:

En 1588 la Gran Armada española apenas perdió buques de guerra, ya que de los veinte galeones que participaron sólo se perdieron tres, ninguno de ellos capturado o hundido por los ingleses; la mayor parte de las treinta y cinco naves que se perdieron eran mercantes, y sólo cuatro se perdieron en combates, el resto lo fue por el mal tiempo o por motivos operacionales. Y de los 11.000 hombres que murieron, muchos fueron asesinados por los irlandeses e ingleses al pisar como náufragos Irlanda. El resto de embarcaciones retornaron al puerto de Santander, en condiciones muy penosas, con miles de heridos, tras una operación militar de desembarco que había fracasado.

En 1589, Inglaterra monta una gran flota de invasión contra España y Portugal, aprovechando el momento de debilidad de su Armada que estaba siendo reparada en Santander. El mando de esa Contra Armada inglesa fue entregado al pirata Francis Drake, corsario y héroe para los ingleses, y al general John Norris (el más prestigioso militar inglés de su tiempo, como general en jefe de los ejércitos transportados). La Contra Armada partió de Plymouth el 28 de abril con tres misiones muy precisas:

1ª.- La primera y más importante, era la de destruir en Santander los barcos de la Gran Armada que estaban siendo reparados. Con esta acción, España quedaría sin su flota tan necesaria en el Atlántico para atender y defender sus posesiones en Hispanoamérica y en el Pacífico.

2ª.- Entonces sería el momento de cumplir la segunda misión: conquistar Lisboa y convertir a Portugal en un país satélite de Inglaterra, que así tendría acceso al imperio portugués. Para ello se pensaba sustituir a Felipe II (que había heredado Portugal de su madre, Isabel de Portugal), por el Prior de Crato, pretendiente al trono luso.

3ª.- Y la tercera misión era apostarse en las Azores y capturar la flota de Indias. De esta forma, Inglaterra acabaría siendo la nueva dueña del Atlántico y de las posesiones españolas en el Nuevo Mundo.

Los hechos ocurridos en cada una de esas etapas se pueden consultar con detalle en Internet; por razones de espacio aquí prefiero reflejar los resultados de cada una de estas etapas y del conjunto de la operación:

En La Coruña. Aunque la primera misión encomendada era la de destruir en Santander la flota que estaba en reparación, los comandantes de la Contra Armada optaron por atacar a La Coruña, en busca de un botín fácil. La flota inglesa llegó el 4 de mayo, desembarcaron unos 8.000 ingleses que empezaron el saqueo de la zona portuaria; pero cuando alcanzaron la parte alta de la ciudad, chocaron contra las murallas y los defensores (guarnición y paisanos), y no pudieron proseguir. En esa defensa sobresalió María Pita, que al dar muerte a un oficial inglés se convirtió en heroína de la ciudad. Al final, los ingleses acabaron retirándose el 18 de mayo sin logar tomar la ciudad y sin conseguir reponer alimentos.

Durante esas jornadas murieron unos 1.000 españoles y unos 1.300 ingleses; los ingleses perdieron también tres buques y varias barcazas. Además, en aquel momento las epidemias empezaron a hacer mella entre las tropas inglesas, lo cual unido al duro e inesperado rechazo en La Coruña contribuyó al decaimiento de la moral y al aumento de la indisciplina entre los ingleses. Tras hacerse a la mar, diez buques de pequeño tamaño con unos 1.000 hombres a bordo decidieron desertar y tomaron rumbo a Inglaterra. El resto de la flota, a pesar de no haber cumplido su primera misión (destruir los buques que se estaban reparando en Santander), ni haber conseguido aprovisionarse en La Coruña, prosiguió con el plan establecido y puso rumbo a Lisboa.

Ataque a Lisboa. La Contra Armada fondeó en Peniche el 26 de mayo de 1589 y rápidamente comenzó el desembarco de las tropas expedicionarias comandadas por Norris, 10.000 hombres, que partió rumbo a Lisboa. Simultáneamente, la flota comandada por Drake también se dirigió a la capital portuguesa. El plan consistía en que Drake entraría por el Tajo y atacaría Lisboa, mientras Norris que, supuestamente, iría reuniendo adeptos y pertrechos por el camino, atacaría la capital por tierra para finalmente tomarla.

Pero no consiguieron ninguno de los objetivos. La flota inglesa fue repelida por barcos españoles y portugueses y no penetró por la desembocadura del Tajo, provocando las quejas de Norris y Crato contra Drake que lo acusaban de cobardía; y Morris intentó en varias ocasiones asaltar la ciudad, pero tales intentos fueron repelidos eficazmente desde las galeras y, finalmente, desembarcaron 300 soldados españoles que atacaron por tierra al maltrecho ejército inglés. El 16 de junio, ante la situación insostenible para el ejército inglés, Norris ordenó la retirada, y las tropas hispano-lusas emprendieron la persecución de los ingleses.

Tras la derrota del ejército de Norris, Drake abandonó con la flota las aguas lisboetas y se adentró en el Atlántico con idea de tomar las Azores y controlar las rutas a América. Por su parte, los marinos españoles iniciaron la persecución del enemigo.

Las Azores, el final de la Contrarmada. De camino a las Azores, los ingleses fueron perseguidos y diezmados por parte de la Escuadra de Portugal, que había defendido el estuario del Tajo y estaba comandada por don Alonso de Bazán (hermano del ilustre marino español). En esta persecución, murieron 570 ingleses, y 130 fueron hechos prisioneros; y la Contra Armada perdió 7 buques de entre 300 y 500 toneladas , un patache de 60 toneladas y una lancha de 20 remos.

Cuando Drake llegó finalmente a las Azores, con idea de cumplir la tercera de las misiones encomendadas a la Contra Armada, sus fuerzas estaban ya muy mermadas, y las tropas ibéricas destacadas en el archipiélago no tuvieron grandes problemas para rechazar a los invasores.

Drake, vagabundeó de un lado a otro, saqueando pequeñas poblaciones ( Puerto Santo en Madeira , Vigo, etc.) desesperado por la falta de víveres y agua potable. En un último intento, Drake, al mando de sus 20 mejores barcos inició el regreso a las Azores con idea de apresar la flota de indias española, mientras que el resto de la expedición regresaba a Inglaterra.

Antes de llegar a las Azores, un fuerte temporal obligó a retroceder a Drake, momento en que se dio por vencido y puso rumbo a Inglaterra.

Cuando la Contra Armada, de regreso a Inglaterra, navegaba dispersa por el Cantábrico en pequeños grupos, y con grandes problemas por escasez de agua, alimentos y de dotaciones en los navíos, su barcos fueron atacados por flotillas de zafras que salieron de los puertos cantábricos, y consiguieron capturar dos buques ingleses más, que remolcaron a Santander. A partir de ese momento, la huida inglesa degeneró en una carrera individual en la que cada nave luchaba por su cuenta para llegar lo antes posible a un puerto amigo.

La indisciplina dominó hasta el final en la flota inglesa. Cuando arribó Drake a Plymouth el 10 de julio de 1889 habiendo fracasado estrepitosamente en todos los objetivos de la expedición, con las manos vacías de botín, y con unas pérdidas humanas y materiales gigantescas, se amotinó la soldadesca y no quiso aceptar los cinco chelines que se les ofreció como paga. Para sofocar las protestas, las autoridades inglesas tuvieron que ahorcar a varios amotinados.

Comparación en pérdidas de la Gran Armada y la Contra Armada Inglesa

En 1588 la Gran Armada sufrió 11.000 bajas, casi todos por ahogamiento en las costas de Irlanda y Escocia, y perdió 35 barco de los que 3 eran galeones, el 25% de la flota, casi todos hundidos por los huracanes; a los cuatro años la flota española estaba totalmente recuperada, incluso con barcos más poderosos que los anteriores, como la serie de los Doce Apóstoles.

Ese mismo año 1588, la Armada inglesa perdió entre 8.000 y 10.000 hombres, entre las bajas causadas por los combates y, sobre todo, por la peste. En 1589 las pérdidas de la Contra Armada de Drake superaron las 20.000 hombres, la mayoría a causa de la peste que afectó a las naves en el viaje de regreso, más del 70% de sus hombres cuando retornó a Plymouth , y 78 barcos, entre ellos varios galeones, perdidos por distintas causas, el 45% de la flota..

Consecuencias de la Contra Armada dentro de la Guerra anglo-española (1585-1604)

Esta guerra duró casi veinte años pero hoy sólo es recordada por el episodio de la Armada Invencible; pese a que la Contra Armada supuso para Inglaterra un golpe muchísimo mayor que para España la Gran Armada.

Frente al mito que manejamos, creído incluso por los españoles, de que el fracaso de la Armada Invencible supuso el comienzo del hundimiento del Imperio español, en verdad ocurrió lo contrario. Tras estos dos episodios, Felipe II se dio cuenta de la importancia de tener una Armada más poderosa para el tráfico con las Américas, y eso supuso un rearme y la construcción de barcos aún mejores. La Gran Armada no supuso quiebra de ningún tipo ni en el comercio con América ni en la defensa de nuestros puertos. El Imperio todavía viviría por mucho tiempo sus mejores años.

Las consecuencias de este y otros descalabros a lo largo de esta guerra anglo-española fueron claramente más perjudiciales para Inglaterra, que en aquel momento era tan sólo una potencia media que estaba luchando contra la monarquía más poderosa de la época, lo que explica que después de la muerte de Isabel I y la llegada al trono de Jacobo I (rey de Escocia e hijo de María Estuardo ) en 1603 , éste hizo todo lo posible por terminar con dicha guerra. La paz llegó en 1604 a petición inglesa. Las cláusulas de la misma se estipulaban en el Tratado de Londres , y resultaron muy favorables a los intereses españoles, prueba de que la guerra no la debió perder España si luego el tratado le favorecía….

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