No sea gilipollas


Vaya por delante que, ante todo, defiendo la libertad de pensamiento de cada prójimo. Defender la libertad no es hacerlo de sus postulados. No es, siquiera, hacerlo con agrado pero la democracia exige sacrificios y uno de estos es, vaya por Dios, respetar —en ello consiste esa defensa— que otro piense distinto a mí.

Si nos ovillamos en esto, lo que pensamos cada uno, podemos equivocarnos en nuestras ideas, aunque creamos que estas son loabilísimas, que están llenas de humanismo, en cuanto a aquello de agrupar los valores humanos. Pero eso da igual; nuestras ideas son las buenas y lo que piense, opina y proponga el vecino, que es la cara oculta de la luna, es un error. Para convencerles de ello (de que su vecino yerra) están los que cobran muy bien de sus impuestos (y de los de sus vecino, aunque esté equivocado); políticos, unos de carrera otros de carrete, que aposentan sus culos en los sillones de la soberanía popular (ja, ja) y hacen, según estos, lo que usted (y su vecino, aunque no les haya votado) les han encomendado.

Políticos a diestra y siniestra (por algo será) que manejan este país con la punta del cipote unos y otros, aunque sean mujeres y feministas, mientras usted (y su vecino), suponiéndoles de la misma categoría social y laboral, paga el litro de gasolina a casi dos euros, paga la luz a quinientos, seiscientos, setecientos euros el kilovatio hora y le dicen que vaya en bicicleta, o andando, que así colaboramos con el planeta; que se baje la calefacción, que tire de la mantita que tiene guardada en el armario. Que le venden lo ecosostenible, que es insostenible, porque eso no se hace de ayer para mañana y a usted (y a su vecino) le han dicho que hay que joderse… Políticos que subvencionan a los sindicatos que, dicen, defienden sus derechos laborales (y los de su vecino) mientras estos no tienen cojones de manifestarse porque a su bolsillo (y al de su vecino) le han hecho un agujero solidario para que, aunque a usted le dejen sin un céntimo, vaya feliz por la calle mientras con un P1 (carné para tener perros) su can le saca a usted de paseo. ¡Pero oiga! ¡Que sí van a protestar porque la ultraderecha proteste para que se nos bajen impuestos!

Políticos que van a darle a una excajera de supermercado veinte mil millones para que los reparta en gilichocheces y a usted (y a su vecino), si son hombres, les acusen, per se, de violadores, maltratadores, pederastas, asesinos y, además, les quieran llevar a una escuela de lavado de cerebros donde le convencerán de que, como con su perro, está usted para limpiar toda hez por donde pase una fémina. Y si es mujer y no es de su cuerda, la podrán tachar de tooooodo aquello de lo que no se les pueden tachar a las de la que sí lo son.

Pues mire. Si usted es socialista, es comunista, es sindicalista tiene usted todo el derecho a serlo y yo a respetarle aunque ni entienda ni comparta posturas, y viceversa, por supuesto; pero si apoya ¡sin un solo pero! a estos inútiles, vividores, machacatrabajadores, populistas consumados, estafadores, arruinafamilias, dividesociedades y les da la razón a pesar de las sandeces que les cuelan los del ellos, ellas y elles porque su capacidad de crítica ha sido superada, cegada, por la imposición ideológica es usted, sin que me pese decirlo, gilipollas.

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