La crisis de NOM
Foto: EL MUNDO


Creo que Putin ha mordido el anzuelo. Más bien no le han dejado otro remedio que morder el anzuelo. Por desgracia nos tenemos que habituar a que el mundo funciona de la siguiente manera:

Lo estratégico: NOM crea un problema; NOM te da la solución.

Lo táctico: crear el malo necesario y designar el chivo expiatorio.

El resto: "tú", que les crees.

Puede que esto empezara a ser de esta manera hace un siglo, aunque considero que ahora se evidencia a escala mucho mayor. Los medios de control de masas, de control del individuo y de control del relato son mucho más potentes que en cualquier época pasada.

Por supuesto, y a efectos humanitarios, Putin ha perdido la razón. La justicia no estará de su lado. Exactamente igual que hace 80 años, los que le han hecho perder la razón no son en absoluto mejores que él. 80 millones de abortados podrían contarnos otra historia sobre la cultura de la muerte. Al monstruo clásico que es el romántico Putin oponemos monstruos postmodernos. Y peores.

De la Segunda Guerra Mundial emergió otro orden. Tras la IIGM NOM fue desplegándose, creando instituciones globales... Pronto el derecho internacional estaba sujeto a veto en la ONU, cada vez más hondamente en tanto servía a los intereses del capital acumulado por actividades caracterizadas por la especulación con la información. ¿Qué es información? Si acudimos a Wikipedia buscando su etimología nos encontramos con que "la palabra «información» deriva del sustantivo latino informatio(-nis) (del verbo informare, con el significado de «dar forma a la mente», «disciplinar», «instruir», «enseñar»". Engloba todas las categorías que usualmente podemos dar a la palabra. Por un lado tenemos frente a nuestros ojos las evidencias del control ejercido vía subvención/escarnio de los medios de comunicación y las “fact check” o empresas “verificadoras” (curioso eufemismo) campando como la mafia por el universo de las redes sociales; entiendo que fenómeno tan grande no sea fácil de ver; produce un efecto de incredulidad.

Pero no sólo los medios fueron objetivo. Los amos del mundo se dieron cuenta que jugar unas normas - las del libre mercado- que no permitían, en teoría, el monopolio, podían convertir a éste en irrisorio frente a otro monopolio: el de la máquina de inflación que representa el FMI. ¿Quién necesita luchar en igualdad de condiciones o en el mercado libre si detenta en exclusiva el privilegio de imprimir dinero no soportado (no avalado) por riqueza real? Pero incluso ese nuevo orden mundial se ha hecho esperpéntico, señal inequívoca de que entra en crisis. Le sucede lo mismo que a las teorías científicas en el momento que surge la necesidad de un nuevo paradigma. NOM se aferra. Ahora que tras decenios de ocultismo aflora desvergonzadamente a la luz, el nuevo orden resulta ya viejo y decrépito. Ironías de la vida. De pronto NOM tiene que habérselas con rivales que aportan mucha incertidumbre al devenir. Rivales en calidad de enemigos que luchan por hacerse con el control de ese garante de última instancia que es el FMI. El talón de Aquiles del monstruo está a la vista. Expuesto. El viraje a finales de los 80's de la izquierda hacia los postulados globalistas sólo fue posible cuando la finanza internacional descubrió y materializó la piedra filosofal que es el FMI y abrazó las causas de unas minorías a las que el flujo natural de la historia iba haciendo justicia e incorporando a la vida social. Naturalmente, NOM no podía permitir que las heridas cerraran. A la sazón, el capítulo vivido durante la campaña electoral de USA con Blacks Lives Matter. Una característica intrínseca a la forma monstruosa del actual NOM es la discrecionalidad con que las crisis económicas, sociales, ecológicas y sanitarias pueden y son creadas artificialmente. Baste recordar la guerra de Irak, la primavera árabe, las revoluciones de color (naranja la ucraniana, por ejemplo), la crisis del coronavirus (la OMS merecería un capítulo extenso), la deserción del Afganistán y, ahora, el conflicto de Ucrania. América arrastrará a Europa en el que podemos llamar delirio occidental. Porque unos y otros llevamos demasiado tiempo ligados en las mismas coordenadas. Coordenadas monstruosas.

Adenda: si pensábamos (yo no) que una guerra con armamento convencional o con armamento nuclear no podía venir como epílogo de la injusticia a gran escala, no la debemos descartar. Porque los demonios también sufren contingencias y los planes del demonio no pueden salir bien.

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