Te traeré mirlos Mujer,
se posarán en tu altar florido;
esperaran con el ruiseñor
pronunciar sus cantos, como niños.
Rociaré el suelo ante tu presencia
con hojas de primaveras otoñales;
encontraré en Tus ojos la llama viva
de un amor candente, radiante.
Alzaré mis manos como el vuelo de una gaviota,
te tiraré un beso desde mi amarga boca
para que sonría por un momento
la esfinge dibujada de la rosa.
Gritaré ante el lago y los arroyos
recogiendo verdes brotes con mis manos,
abrazando soledades,
tranquilizando momentos, tempestades.
Mas no encontrado pena alguna en mi bolsillo;
las que tuve, por fortuna, ya se han ido,
sin saber controlarlas, una a una
se han cambiado con desmayo por un mirlo.