Felipe Company Pomar nace en Palma de Mallorca en 1967. Es Poeta, escritor, abogado; escribe columnas para HISPANO POST (periódico digital); también en LETRA LIBRE (revista cultural independiente). Destacamos entre sus trabajos, en su canal de YouTube, dos contenidos en audio o podcasts «La senda de la emoción», con títulos, como: Rebeldes sin Causa y El genio atormentado.
Conozco a Company Pomar desde que somos compañeros en LETRA LIBRE; de tal modo que ya se percibe en sus distintas colaboraciones al hombre alegre, sensible y apasionado; carácter que viene reflejado en su primera novela, bajo título: Solo una ilusión, (lo que nos ocupa el presente artículo); en ella, su autor, pone de manifiesto los felices e inolvidables veranos mallorquines, además de estudios, viajes, amores, peripecias deportivas, etc., ancladas en los “remotos ochenta” (realiza, también, un leve recorrido desde los años sesenta hasta 2008).
En el transcurso de la novela, Pomar se manifiesta con desparpajo o desenvolvimiento narrativo; de ese modo atrapa al lector hasta adentrarnos en la trama casi de forma inmediata con una pluma directa, amena y ágil. Lo comprobamos en la Pág. 70: “elevó hasta cotas inimaginables el fervor de una pubescencia necesitada de nuevos referentes, de ídolos que dibujaran la gran pantalla los sueños que anhelaran protagonizar”.
En cuanto al prólogo, Carlos Sánchez –Columnista y director adjunto de El Confidencial–, nos dice que, el autor de Solo una ilusión, da importancia a las pequeñas cosas capaces de “construir un universo personal” : son andanzas dinámicas y juveniles, las que gran parte acontecería a los dieciocho años, contadas desde la madurez, pues “no se recuerda de la misma manera a los cuarenta que a los sesenta”.
El libro está cuajado de recuerdos; el detonante principal es la enfermedad y muerte de su madre, la que le lleva a una realidad angustiosa, difícil de soportar. Ante esta situación el autor comienza su huida, mediante la remembranza del un pasado feliz: Pomar da vida a Daniel y le convierte en el protagonista de su novela, con el que recrea sus escarceos amorosos, movidas juveniles y desafíos deportivos..., vivencias que, por aquellos entonces, generaban ilusión en su vida.
La novela está estructurada en diferentes partes: agradecimientos, prólogo, preludio; le siguen nueve capítulos, el epílogo y con una lista de canciones de la época playlist con la que concluye Solo una ilusión. En cada capítulo le acompaña su título correspondiente, seguido de cursivas con distintas voces de escritores y poetas universales, las que guardan cierta relación con el argumento que autor va a desarrollar. Esta técnica clarifica y sitúa en el disparadero de la acción hasta completar la historia.
Desde el primer momento narrativo intuimos que autor y protagonista en la novela guardan una estrecha relación: El autor (Felipe) es un reflejo del protagonista (Daniel), por ser ambos amantes de la familia. Lo comprobaremos en la hoja de agradecimientos del autor, Pág. 7; y en el protagonista de la novela cuando Daniel se refiere a Ángela, su madre.
A lo largo del hilo narrativo se va haciendo preguntas claves que detienen al lector: “¿Cuál es el verdadero sentido de la vida?” “... debía ser lúcido” “y, sintiendo el inconformismo deslizarse por mis venas, percibí que era ese mi designio”. Estas y otras frases o claves dan cierta experiencia y madurez al relato; le extensible a todos los públicos. Se comprueba en la pág. 72: “–quién no transgrede de mozo tiene una espina clavada que tarde o temprano querrá extraer”.
Estamos pues, ante un escritor ameno, resuelto y audaz, que no se amilana con las explicaciones, utilizando sus propios recursos intuitivos. Lo tenemos en la pág. 88, cuando dice: “La Abundancia de modélicos alumnos, no evitó que siempre hiciera mejores migas con los extravagantes, más interesantes y divertidos. Con ellos cometía pueriles desmanes y desafiaba con levedad lo establecido”.
Felipe guarda recuerdos de los viajes que realizó y lugares de diversión en su juventud: discotecas, grupos musicales, películas, etc., en especial de la playa donde practicaba su deporte favorito: el Windsurfing, con el que tuvo varios altercados... identificados con la época.
Avanzando por la novela nos detiene una frase lapidaria, la que no deja indiferente a nadie por ir cargada de experiencia y rigor, cuando dice: “Envejecer es morir a fuego lento, renunciar sin remedio a lo más bello. Todo se relentiza a un viaje a ninguna parte”; y es que, en Solo una ilusión, la mayoría de los aportes presentan recorridos sentimentales, utilizando el flash back como técnica narrativa: saltan de unos años a otros rememorando viejas glorias y costumbres de la época, las que chocan de forma considerable con la sociedad de actual.
Destacar la importancia que adquiere la familia para el protagonista de la novela su madre (Ángela), su padre (Tolo), su hermana (Amalia), sus abuelos...; algunos de sus amores (entre ellos, Úrsula); sus inolvidables amigos (Marc, Gonzalo, Dieter, Roberto, Miguel) todos ellos enmarcados en la sociedad de entonces, donde se presentaban serias dificultades y en la que el protagonista poseía su máxima: “Si resistes no te rindes a la adversidad y tienes la fortaleza para aguantar lo insoportable”.
A lo largo de todas las peripecias que el autor nos irá contado con voz de Daniel, dispuesto a salvar el momento y arribar en el futuro, hasta llevar a cabo su gran ilusión: la incorporación al mundo laboral... En ese mudo hallaremos una máxima de vida, aprendida de José Manuel Abascal, que dice: “La muerte emocional ocurre lustros antes que la corpórea, desde el instante que, empujado por el entorno, nos alejemos de quien debimos y quisimos ser, para convertirnos en quien desean los demás que seamos”.
Está claro que lucha por la superación nos da la vida. Como vivo ejemplo tenemos la novela Solo una ilusión, escrita por nuestro compañero de pluma de LETRA LIBRE, al que deseo suerte para culminar su empresa. Bonita novela Felipe: Has tenido una juventud apasionante y maravillosa, difícil de olvidar para ti y tus lectores.