El 30 de febrero

Por Nuria de Espinosa nuriadeespinosa


Odiaba el 14 de febrero. No tenía ni pareja ni amigos, pero ahí estaba, una postal sin remitente del Puente de las Artes. París, lucía tan lejano ahora. En el reverso con letra desconocida aparecían su nombre, dirección y solo un mensaje: "Rendezvous. 30 de febrero" ¿Qué significado tenía el 30 de febrero? Si febrero sólo tiene 28 días y cada 4 años, 29 días al ser bisiesto, ¿qué significará? Sólo faltan 2 días, para el día 28 y ¿ahora precisamente un desconocido decide enviarme una nota?


Es como si el destino se estuviese burlando de mí. Ni siquiera deseo pensar en la ataraxia de mi niñez, ni de mi juventud, cuanto menos desde que mis padres murieron y Lys, la única mujer de la que realmente estuve enamorado, aunque jamás se lo dije, se casó con Eduardo; fue el día más triste de mi vida.
No, nadie en este mundo puede reclamar mi presencia, así que no iré.

Tiré la nota a la chimenea y decidí no pensar más en ello. Pasaron los dos días, ya me había olvidado. Al tercer día entrando el crepúsculo tocaron el timbre de la puerta. Me sobresalté, ¿Quién será? Si nunca recibo visitas. Al abrir la puerta, una mujer preguntó si podía pasar, su cara me sonaba pero no sabía por qué. La dejé pasar, algo en su rostro me dio la sensación de ser conocido, me sentí hipnotizado.

—Ya, que no has querido venir he tenido que presentarme aquí. Se que fui una estúpida al casarme con Eduardo, pero era tan joven que en verdad no tenía las cosas muy claras al dejar de verte comprendí a quién quería de verdad.

No podía creer lo que escuchaba, era Lys. 

—Lys —Acerté a decir temblándome la voz, por mucho que te amase no le haría a Edua...

—Eduardo, —cortó ella, hace un mes que murió. Soy viuda, joven todavía para tener hijos, puse mucho cuidado para no quedarme embarazada de un hombre al que no amaba. Dejé de verte el 30 de marzo, a las 6 de la tarde. Puse febrero para despistar a ver si caías en ese detalle, pero ya veo que me olvidaste. Agachó el rostro. 

La miré un segundo, la amaba demasiado, la abracé, la besé y Lys me correspondió. Ambos habíamos llevado una vida equivocada que el destino se había encargado de corregir. Nos casamos, tuvimos dos hijos y fuimos un matrimonio lleno de felicidad y amor.

Pero cada 14 de febrero enviaba a Lys un regalo con una preciosa carta que le hacía recordar que la vida te puede enseñar grandes lecciones.

¿Qué te ha parecido?

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