Mentiras colectivistas

Por Pedro Jaén


Hace ya un tiempo que vivimos, como usted sabrá, en un mundo en el que la verdad no existe. No es que esté oculta o se tergiverse; es que directamente ha pasado a importar tan poco, que las opiniones de los medios de masas (‘influencers’ en el peor sentido) la eclipsaron hasta reducirla a concepto casi místico y anecdótico. ¿Para qué los datos si se tienen dogmas?

Así el asunto, me molesta especialmente -por la injusticia que conlleva- un tipo determinado de mentiras que usan políticos de todos los espectros ideológicos. Me refiero a las colectivistas. ¿Cuántas veces no hemos oído hablar a un político decir “las mujeres…” como si todas y cada una de ellas, por el mero hecho de serlo, tuvieran que pensar de una determinada forma? ¿Cuántos tertulianos y politólogos dicen “el voto hispano”, “el voto inmigrante” o “el voto juvenil”, como si por tener esa característica una persona tuviera que votar en un sentido u otro?

La colocación de etiquetas a los individuos es muy peligrosa porque, en el fondo, los que nos las implantan nos están metiendo en unos cajones de los que cuesta salir incluso en un debate sereno y racional. No existen los colectivos, no. Me niego a asumirlo y darlo por hecho aunque muchos lo hagan. “Las mujeres”, “los homosexuales”,… y así. Además, con un tonito plañidero para infundir una reivindicación a veces artificial y teledirigida que disuelve la libertad individual e impide que se abran los ojos.

Sinceramente creo que son mentiras inicialmente creadas por “líderes” para agitar y ganar votos y adeptos. Lo malo es que el entendimiento de muchos no da para percatarse y comprender que cada uno es como es: hijo de su padre y de su madre. ¿Le parece poco?

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