Ya no estoy cabreado. Ahora me puede la tristeza por lo que ha pasado, está pasando, y probablemente va a pasar. Hemos perdido el norte, todos los nortes. Pero mi brújula funciona, será por eso esta tristeza.
Esto no es un berrido político... La política sólo es la mondadura amarga de la fruta podrida que es la sociedad y tanto individuo/a que alberga.
Gente que confunde al mundo con el yo, que lo ajusticia porque no es su imagen y semejanza lo que su puto narcisista espejo - es todo cuanto ve- le devuelve; personas que no ven en nada otra cosa que la continuación de sí mismos: inhumanos, mequetrefes espirituales, rameras ideológicas, maleducados; seres infrahumanos, en definitiva, que no dudan de que el fin justifica todos sus actos: y que el fin son ellos mismos... Con "Ellos mismos" quiero significar el sí mismo reducido a la satisfacción personal. ¿Qué cosa es la moral?, puede preguntárseles: "la satisfacción de nosotros mismos", responderán sin vacilar.
Son rebaño.
Rebaño siniestro y peor, lánguido, entre el que camino y aún reconozco con la mirada a los seres buenos. Le espeté a mi padre un día:"¿Sabes cuándo te haces viejo? Cuando no aceptas los cambios. Me preguntó un día mi padre: "¿Sabes cuando te haces viejo? Cuando no te reconoces en el mundo que te rodea". Y llegaron los cambios inaceptables. El punto donde la identidad se encarna y no cede.
-Pues, Tronco, padre, tienes razón.
Ahora compruebo lo que muchos años llevo pensando y no creí posible : en este mundo se pierden la conciencias.
Seguiré triste y seguiré mi brújula. Aunque me aleje de esta mierda. O justo porque lo haga. Fría mente. Fríamente.