Por Asun Blanco
Yo tengo fantasmas de todas las medidas y colores.
Deambulan por la noche con sus pesadas cadenas
por los pasillos de mi castillo.
Soy feliz con mis fantasmas,
que a veces me conducen a la niñez,
cuando devoraba libros de Guillermo Brown y de Astérix.
Otras veces me llevan a Argentina
y entonces resucita Carlos Gardel con sus tangos
o Atahualpa Yupanqui con sus milongas.
En ocasiones pierden el rumbo
y se estrellan contra las rocas del acantilado.
Entonces hay olas gigantescas
y cuervos y búhos amenazantes,
pero siempre vuelven a la rutina.
Yo tengo fantasmas,
escondidos tras las fotos y los retratos
o guardados en un viejo baúl en la buhardilla,
o entre las hojas de un libro de poemas,
cubiertos de polvo y amarillentos.
Yo tengo fantasmas, como todo el mundo,
porque nadie es feliz estando solo.