Por Asun Blanco
Perdí el tren,
ese que viajaba cargado de promesas.
Perdí el anillo
que me unía a la fortuna.
Perdí los amigos,
que se fueron sin despedirse.
Perdí la juventud
cuando sopló el viento del norte.
Perdí la belleza
entre las ruinas del templo.
Perdí la casa en que vivía,
el dinero, las cartas de amor.
Lo perdí todo.
Me quedé pobre.
Sin nada.
Y desde entonces soy feliz.