Por Ezequiel Tena
Pensar en que estamos preocupados de que nos manipulen no deja de esconder una gran ironía. Me recuerda a un chiste demasiado largo de contar. Resulta que mediante la estrategia del miedo nos están llevando a donde quieren llevarnos. Y aún estamos preocupados porque no nos manipulen...El tema ya no es ese: nos manipulan masivamente: El tema es más bien otro: ¿qué podemos hacer por oponernos? Denunciar que es miedo, miedo, miedo y miedo lo que nos gobierna. Sin tomar conciencia de esto vamos a llegar a un mundo al que nadie, ni el más cargado de buenas intenciones, desearía llegar. Me da igual: yo no participaré en esto.
Pensar en que estamos preocupados de que nos manipulen no deja de esconder una gran ironía. Me recuerda a un chiste demasiado largo de contar. El de una chica que estaba preocupada por su virtud y, por tanto, atenta a que el ligón de turno no le metiera... "los huevos porque tienen colesterol". Resulta que mediante la estrategia del miedo nos están llevando a donde quieren llevarnos. Y aún estamos preocupados porque nos manipulen...El tema ya no es ese: nos manipulan masivamente: El tema es más bien otro: ¿qué podemos hacer por oponernos? Denunciar que es miedo, miedo, miedo y miedo lo que nos gobierna. Todo televisado. A tiempo completo. En riguroso directo. Miedo al DAESH, miedo al colapso climático, miedo al virus. Es mentira que ocultar la muerte evite que nos invada el sentimiento de derrota. Ocultar la muerte impide que sintamos que el enemigo enarbola el garrote universal del miedo. Los medios protegen y cuidan el miedo. El miedo es la maravillosa criatura del Estado. Próximamente en sus pantallas, miedo al desabastecimiento y a la hambruna. Así que por miedo cedemos el control de nuestras libertades, salud y porvenir al Estado. Más Estado para combatir los males emanados del Estado planetario. El estatalismo-colectivismo es como el tabaquismo: fumamos más para superar el mono de fumar. Sin tomar conciencia de esto vamos a llegar a un mundo al que nadie, ni el más cargado de buenas intenciones, desearía llegar. Va a ser difícil detener esta locomotora desbocada. Su inercia es demasiada. Como alguien dijo, el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones.
Este virus no es una venganza de Gaia. Esto es ingeniería genética y guerra biológica. Pero si alguien quiere creer que estamos juntos en esto y que una nueva conciencia universal que nos conecte a todos va a surgir de esta mierda, es que de historia sabe bien poco. Es un sueño muy colectivista. Se ha relacionado siempre al individuo con el egoísmo y al colectivo con la empatía (solidaridad espontánea la van a llamar ahora) : ¿por qué no se pone ese punto de partida en cuestión? Porque si uno lo piensa, es más que dudoso que lo colectivo sea altruista. Es más bien justo lo contrario.
Yo no voy a saltarme las normas, pero no me van a callar. Desde aquí y allá diré lo que pienso, denunciaré todas esas cosas que las mentes dan por hechas y por verdaderas. No me caliento, amigo. Todo esto lo tengo más que mascado. Y la vida, así lo siento, ya la tengo hecha.
Nosotros hemos hecho nuestra parte. Nos hemos quedado en casa. ¿Por qué este Estado gobernado por inútiles no hace la suya? Teníamos un contrato: nosotros hacíamos nuestra parte y ellos la suya. ¿No será que su parte no consiste en lo pensábamos y esperábamos del Estado? Repito: ¿por qué no nos hacen los test? Aquí hay una gran traición. Sí, un camino hacia la dictadura.
Cuando vemos que el Estado no cumple su parte, es necesario empezar a pensar el estado de alarma como mecanismo de ocultación, de merma de libertades y como encubridor de fines perversos. Hay que exigir que se nos hagan los test de una pajolera vez. Para salir a trabajar y evitar la ruina. Aceptar que es peligroso, pero que más peligroso es aceptar como borregos lo que es inaceptable. Proteger a los vulnerables, sí. Buscar la verdad de lo sucedido caiga quien caiga, hasta las últimas consecuencias. Y sobre todo, no ser los tontos útiles de una estrategia que nos tiene engañados e inermes.