Esta alma, insaciable y egoísta, quiere arrancar de
tus entrañas una sonrisa, una de vida, que sea estirpe, que robe noches
y solace días.
A veces grito, le ordeno que calle… pero cielo, no me escucha.
Ya no lucho, puede conmigo, y a su capricho me lleva a la deriva. ¡Es tanto lo que pide, esta puñetera alma!