Tristeza de -a-Dioses


Atrás dejamos tiempo de aguacero, oculto entre ciénagas;
bastó un cielo amurallado para oler a tierra ahogada.
Sufrimos el espanto y frío desplomo de soledades;
en un campo sin luna, con vientos de mal augurio,
apedreamos los huecos de la enorme distancia.

Desperté al nuevo día con una evidencia sin freno:

feroz amalgama de sentimientos...

Porque me dejó huérfana el asalto y el miedo,
entre salvajes lunas de espinosos sueños:
¡Avalanchas de crepúsculo!

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