"De ninguna de las maneras puede pensarse" que yo soy propiedad del Estado
https://tv.libertaddigital.com/videos/2020-01-17/el-gobierno-critica-el-pin-parental-los-hijos-no-pertenecen-a-los-padres-6072618.html?_ga=2.203216659.301014399.1579291202-556870837.1578425089
(Clic sobre la imagen para ver el vídeo de las declaraciones de la Ministra Celaá)


El Estado soy yo, dijo el monarca absolutista. Tres siglos después yo puedo afirmar El Estado es mío... y de cada uno de mis compatriotas. Pero... al revés, ¡no! Ni yo ni ninguno de mis conciudadanos somos del Estado.

Nadie pertenece al Estado. Al contrario, cada ciudadano es "propietario" del Estado. Y el gobierno de turno no es más que el administrador que los "dueños" elegimos, a veces equivocadamente, porque todos, incluso la mayoría, nos podemos equivocar.

El viernes 17 de enero de 2020 la ministra Celaá dijo que no podemos pensar de ninguna de las maneras que los hijos pertenecen a los padres... La frase, como todas, tiene un contexto. ¡Claro! Ningún padre puede privar a su hijo, por el simple hecho de ser suyo, de ningún derecho fundamental. ¡Faltaba más! Por ejemplo, ningún padre puede dejar de escolarizar a su hijo.

No obstante, la señora ministra de Educación afirmó "de ninguna de las maneras". El aserto es absoluto. No cabe matiz ni atenuante ni excepción ni aclaración.

La señora Celaá ¿se preparó la rueda de prensa? ¿lo dijo sin pensar? ¿o peor aún lo dijo después de haberlo pensado? ¡Qué barbaridad! No podemos pensar de ninguna de las maneras que los hijos pertenecen a los padres. ¡Decir esto en Europa, en el primer tercio del S. XXI! La señora ministra, sin darse cuenta, nos retrajo al siglo pasado; nos hizo viajar a Cuba y a Corea del Norte.

Lo que subyace a la declaración de la ministra Celaá es una determinada noción de Estado, según la cual el ciudadano -siempre un desvalido intelectual, carente de pensamiento y de criterio propio- pertenece al Estado, y no al revés, el Estado, a los ciudadanos.

Subyace una mentalidad según la cual el Estado es no el garante de la libertad de pensamiento de los ciudadanos, sino el tutor que vela para que el pensamiento de la sociedad sea el que el gobierno de turno, arrogándose una función que no le corresponde, tiene a bien. Para ello el gobierno, creyéndose Estado, necesita un uso ideológico de la Educación.

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