Por Ezequiel Tena
No me creo nada. Asisto a la sucesión de tuits y enlaces en pantalla con indiferencia. Me fijo en pequeñas historias por si en ellas hay verdad.
De-formación: exceso de informaciones contradictorias que tomo por mentiras complementarias que me llevan a mirar detrás del telón.
La profusión de imágenes y la velocidad a que pasan, la opinión sesgada, el ingenio, el debate imposibilitado, el impacto: DE-FORMACIÓN.
Piezas inconexas no forman sistemas del pensar si no existe un logos mental que implemente las instrucciones de montaje y maniobra.
Un pensamiento sin sistema es un número sin referencia a nada, una palabra, una sílaba, un ladrillo que puede formar filas aquí o allá.
Un pensamiento sin sistema no tiene dueño, ya fue codificado un billón de veces. Era ya pieza de tetris cuando no existía el juego.
Quien no se dota de un sistema del pensar delega sus derechos de ciudadanía en quien se apropia de ellos y va a usarlo de carnaza.
La versión moderna de la venta del alma es la cesión de la soberanía ciudadana del individuo al negrero que esclaviza al semejante. Alma 3.0…
Vender el alma 3.0 es someter al hombre al sistema. Es, parafraseando a Cristo, el Hombre para el Sistema y no el Sistema para el Hombre.