Bach y Menuhin



Es una tarde oscura de noviembre,
cuando el mar hace tiempo que se ha ido
y las calles han dejado de soñar
esas muchachas de arena y mármol.
Entro en la tienda de música,
ajena al viento, al polvo del desierto, al ruido de los bares,
sin saber muy bien lo que busco.
Las tiendas de música son caprichosas,
como las princesas de Rubén Darío.
A veces te saluda un violín encaramado en la ventana
o te despide lentamente el Adagio de Albinoni.
Hoy me golpea el presagio
de que alguien me espera en esa tienda oscura y sórdida.
Alguien que está más allá del dolor y la muerte.
Alguien que irrumpe con fuerza en mi vida.
Y al escuchar a Menuhín interpretar las Sonatas and Partitas de Bach
recupero ese amor
que el otoño me ha robado.

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