Se ha marchado mi buen amigo y, por un instante, me he quedado sin palabras al enterarme de la triste noticia; después he pensado, algo más aliviada, que se había liberado de la carga de este mundo, donde hace tiempo que lo veíamos como ausente; pero, él, bien seguro, se ha ido sin miedo, convencido de que iba a ser feliz por estar junto a la amada: Ese “amante de pasión severa”, como él me decía que se identificaba con uno de mis versos; sin embargo, yo me reconozco en su cariño y, por ello, me duele profundamente su marcha; hasta me aferré a su memoria, la que personifico (entre cursivas): Tú, no mueres amigo, en mí; / en la mente estás conmigo, / déjame recordarte así, /lo necesito.
Aunque te hayas ido y nos hayas dejado su hueco –o “columna habitual en la página 2” DEL SEMANARIO... –, nadie lo ocupará del todo: el vacío quedará plagado con el recuerdo, junto a Carlos Lamas, el que estoy seguro que te echará de menos... Estemos pues, tranquilos y serenos: él habita ahora donde quiso estar: pasando página y ocupando un sitio eterno; no obstante, los de acá, los que te queremos, andamos en tristes y llorosos extravíos; con profunda añoranza por ti, buen amigo, que te ha ido y nos ha causado dolor tu marcha.
El duelo no es igual en todas las personas; surge ante el sentimiento de una pérdida, de una ausencia, de un abandono, o ante la muerte de un ser querido; nos produce tristeza, rabia, miedo e impotencia: “nos conduce a la necesidad de adaptación a una nueva situación.” Cuando nos encontramos atravesando este proceso, se refleja en el aspecto interno y externo; de igual modo en la escritura: “La felicidad es beneficiosa para el cuerpo, pero el duelo desarrolla los poderes de la mente” (Marcel Proust).
El duelo se adentra en el alma como una espina; unas veces parece que el tiempo se agiganta, otras se acorta; se condensa la prosa o surge el poema en clara rebeldía porque la realidad no se asume; tan sólo uno/a desea expresar el dolor de saber que el amigo ya no está entre nosotros, y, lo más duro: que nos va a suceder de igual modo: desapareceremos; ello pone al poeta en un estado crítico: “Nadie me dijo jamás que el duelo se siente como el miedo” (C.S. Lewis); y el poema aparece en claro desafío. Al amigo: Hoy abonas nuestra Tierra, / con tu carne, con tu sangre, / y mi alegría destierras; / cuando siento, que al mirarte, / en tu tumba se refleja / un presente de medrante / futuro: triste-vacío, / cuando el pasado se aleja.
Guillermo Paniagua Parejo nos ha dejado, el colaborador más valioso de nuestro SEMANARIO... Tengo presente el día que Carlos Lamas nos invitó a la comida de todos los años, y allí estuvo entre nosotros. Yo sabía, por Basilio Fernández, la extrema gravedad de Guillermo, y quise estar a su lado en la mesa; entre los que estuvimos con él, cito a Manolo Gallego, al que doy las gracias por la presentación de mis tres poemarios y por el apoyo incondicional de una idea que me surgió en esta comida, lo explico por encima:
Se publicó mi artículo en el SEMANARIO... (Recojo la fecha de Internet 1/2/2019) en él elogiaba a este gran hombre y pedía su reconocimiento público; en él hablaba “ de sus numerosos trabajos, de su constancia loable, un hombre estudioso, escritor incansable, humanista, piadoso, de conducta intachable", además de su currículo, que reduje.
Manolo Gallego se movilizó en tan ilusionarte proyecto (pues yo resido en Badajoz): no paró hasta conseguir que se hiciese un Acto de Reconocimiento a Don Guillermo Paniagua Parejo, en la Casa de Cultura de Don Benito, con fecha 12/04/2019, a las 20,00 horas. La noticia me colmó de gozo: esperaba el momento con alegría; lo que no sospechaba es que nos iba a dejar tan pronto: Guillermo fallecía el 5 de abril 2019; fue enterrado al día siguiente (el funeral se ofició en la Iglesia de Santiago, a las 11,00 horas. Descanse en Paz.
Resquicios de olvidos
El hoy vives en un sin tiempo, que ha dejado en mí un atardecer
discontinuo, errante y meditabundo.
Tu voz se me enreda despaciosa, en un ajado sentimiento:
Me hablabas de tu esposa, acogía en tu seno patriarcal,
sepultada entre recuerdos, que hago míos:
Yo percibía tu soledad deshabitaba, con el anhelo de hallarte
junto a ella; y, te veía frágil, diáfano, transparente,
cuando deseaba que fueses para mí montaña inamovible,
pozo de fortaleza, antes del anochecer de tus días.
Recupero ese recuerdo:
Me llega tu mirada marchita en un vivo cansancio de existir,
pues reconozco que el camino te fue largo, espinoso;
y el dolor que sentías por su ausencia, apenas en ti amainaba;
sólo restaba la experiencia escriturada de nuestro SEMANARIO...,
el amor hacia ella, entre resquicios de olvidos,
que me ofreciste en soledades inquietas,
preparando un atardecer definitivo, yerto.
Se fue un ejemplo de buena semilla en la Tierra: Nos creció en Don Benito y se hizo un árbol fuerte y prodigioso; allí nos estuvo dando muchos años sombra, cariño y cobijo intelectual. Los que le queremos velaremos su recuerdo y reconoceremos hasta el final de nuestros días Las Buenas Obras y Acciones de Don Guillermo Paniagua Parejo. Recemos por su alma para que Dios la haya acogido en su santo seno.
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Nota:
A Basilio Fernández: Gracias por tenerme informada.
Claro que se van los mejores..