#JamónPorKino


Quizás hayan leído esta etiqueta que anda dando vueltas por Twitter. El juego de palabras se presta a muchas interpretaciones, pero si separamos estas, como debe hacerse, leemos «Jamón por Kino».

Kino, para quien no le conozca, es un personaje. Sí, sí… ¡Personaje! En el más estricto sentido magnificente de la palabra. Tengo la suerte de conocerlo personalmente y compartir letras en este mismo espacio divulgativo; tengo la suerte de haber encontrado a este personaje que es la reevolución –reevolución; está bien escrito– de la poesía, del republicanismo, de la homosexualidad… Es un reevolucionario, por mucho que el corrector del ordenador se empecine en cambiarme la palabra y retirarle una de las e, y eso no es fácil de encontrar hoy día. Reevolucionar es un acto complejo y casi incomprensible en esta sociedad arcaizante donde muchos que hablan de progreso no hacen más que mirar al pasado, vivir del pasado, de no querer salir interesadamente del pasado y de hacer creer a muchos que seguimos pernoctando en un pasado que ya hace mucho dejamos atrás. Reevolucionar es avanzar teniendo en cuenta lo aprendido, aplicando lo útil. Lo que es de verdad útil.

Kino, del que ya comenté una vez en uno de mis artículos en esta revista, es un personaje –me encanta definirlo así– atemporal dentro del período que nos ha tocado vivir donde, poco a poco, se pretende volver a imponer el pensamiento único; un pensamiento lleno de gravámenes que, tarde o temprano, habremos de pagar; un pensamiento manipulado de manera sibilina por nuevos poderes fácticos que se escudan en no sé qué libertades; cuando, en realidad, terminan con ella al acallar, sin más justificación que la imposición de las suyas, las voces que les molestan. También las de los jueces, también.

Al ínclito protagonista de este artículo, que no silencia lo que opina por más que lo sumerjan a las profundidades abisales, la red social de la arpía azul disfrazada de inocente pajarillo le castigó con unas horas de inhabilitación en su cuenta. ¿El motivo? Parece ser que por presentar un pixelado plato de jamón a una activista musulmana. Delito de odio religioso argumentan que es. En lo personal, por convicción, me mantengo fuera de este tipo de detalles que, por otro lado, es una continua guerra verbal y gráfica en esta red que decía; sin embargo, Kino sí es uno de esos cruzados. Puedo estar de acuerdo con él, o no, en su forma de actuar, pero siempre estaré a favor de salvaguardar la verdadera libertad de expresión mientras tras esta no se oculten insultos, vejaciones, persecuciones y demás conductas antidemocráticas y fascistas.

Mi querido colega, un poeta al que hay que saborear al leer, es un republicano convencido, y no por ello un recalcitrante antimonárquico, ni un panfletero de guión aprendido contra la derecha, ni un empuñador de una bandera –la tricolor– que no le representa. No. A él no le representa.

Mi estimado compañero de LETRA LIBRE es homosexual. No lo oculta; pero tampoco es un estandarte que enarbole como si por serlo el mundo estuviese contra él. Es un luchador por la igualdad real, no por aquella otra que pretende imponer una «Ley de Género» bajo la premisa de la diversidad sexual. Es un gay al que, entre algunos de sus homónimos, tachan, fíjense, de facha; solo por tener una visión propia de la realidad.

Kino Navarro es un promotor de las voluntades individuales, pero ataca si se le ataca; lo de la otra mejilla no se le da demasiado bien. Quizás sea por eso por lo que le tengan ese afecto contradictorio de amor-odio: porque responde.

#JamónPorKino fue la etiqueta que salió para defender el derecho a expresarse por su parte, pues, en relación a esto, se ve que se puede atacar a quien profese el catolicismo, ya que casi nunca pasa nada; pero ay si el aludido es, por ejemplo, musulmán (porque a los judíos tampoco es que les tengan muchas simpatías). Ya salía en un medio de comunicación escrito, hace apenas unos días, que cuando se producen incidencias con personas que profesan esta religión, o son de una determinada raza, existe una especie de «acuerdo» para obviar este dato, a fin de no estigmatizar al colectivo. Qué cosas. A unos sí, y a otros… Mejor resguardarlos. Mejor ocultar la realidad.

Hoy se habla, como decía antes, de derechos y libertades –reitero esta palabra– que más de uno confunde con aquello de la «justicia social», que no es sino una forma peligrosa de aplicar la misma. Se habla mucho de ello, sí, pero se practica poco. Si usted no entra por el aro de estos nuevos poderes fácticos que comentaba más arriba, tiene toda la obligación de ser señalado, acallado, troleado y hasta insultado por la masa fervorosa que aglutinan estos.

#JamónPorKino es una etiqueta que representa esa visión propia que decía al principio, alejada de oscuras maniobras inquisidoras. Defender los ideales, los mil ideales que existan, sí; pero todos por igual.

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