Disculpadme si he errado en las siglas, es más que posible. Pero es uno de esos recuerdos de años atrás (unos 15), y puede que alguna palabra baile.
Significa: ¿Y Qué Gano Yo Con Esto?
Es una máxima (o un mínimo) aplicable a la satisfacción del cliente en márketing, esto es, al valor que nuestro producto o servicio aporta al mismo y que éste debe percibir en nuestra oferta o propuesta. Es una forma de sentir, pensar y actuar en la empresa en la que no puedes ofrecer nada si no estás aportando algo. No vendas si no puedes dar un beneficio. Lo contrario sería engañar.
No es producción mía… ya quisiera yo. Se lo debo a Santiago Rodríguez, un ser humano que tuvo la deferencia de pretender inculcarme un poco de su experiencia y sabiduría hace muchos años en clases de marketing directo.
Creo que ya podéis intuir por dónde voy. Anoche estuve releyendo las primeras páginas, las que corresponden a la introducción del libro La conjura de los ignorantes (Ricardo Moreno Castillo, 2016), que viene a explicarnos cómo una falsa ciencia llena de jerga presuntuosa y vacía, se ha “cargado”, literalmente, el sistema educativo de nuestro país (para los alérgicos, se llama España). Nos advierte de lo que estamos viviendo en el presente: palabras vacías e interminables que explican no más que el motivo de la sequedad bucal de quien las pronuncia, basadas en la sinrazón, en la especulación, en lo indemostrable. Están de moda en la pedagogía, en la política y, por supuesto, en los insufribles programas de la prensa rosa.
Y cómo no, nuestros educadores y nuestros representantes políticos -bastante mezclados en su mayoría-, se han contagiado: “la culpa la tiene el sistema, no el individuo” (si fuera políticamente correcto aquí añadiría una bonita expresión). Fruto de lo que digo, viene la tergiversación de lo que planteo en el título. YO, YO, YO.
¿YQGYCE? No significa qué gano yo, significa qué ganas TÚ gracias a lo que puedo aportar yo. ¡Qué enorme diferencia! Y quien no lo entienda, no puede dedicarse a gestionar lo público. Ni a pretender dar lecciones sobre cómo educar a los hijos de los demás (al menos, a los míos, NO).
¿Sabéis qué nos regaló Santiago Rodríguez en el aula para que captáramos la idea? ¡Una fusta de caballo! Y en ella ponía: YQGYCE. Nada más que añadir.
Bueno, sí. Podríamos hacer una colecta para enviar al Congreso de los Diputados varios ejemplares de aquella fusta. Encerada.