Déjame elegir

Por Micifú

De libertad
“Soy libre” dice la inmensa mayoría de personas que no lo son. Y, acto seguido, pasan a argumentar por qué su ideario y las políticas de su partido preferido me harán libre a mi también. Y yo sólo oigo más injerencias en mi vida.
Libre dice la RAE que es aquel “que tiene facultad para obrar o no obrar”. Y en nuestro país esto es todo menos cierto. Asistimos a unos tiempos en los que todos se creen con el derecho y hasta el deber de decirte cómo debes vivir. Veamos:

La izquierda
Igualdad para todos. Por su propia definición, si somos iguales, no somos diferentes. Y si no lo somos es porque no nos dejarán elegir ser diferentes. Proponen una educación estatal, una sanidad estatal, una pensión estatal, unas prestaciones estales, medios de comunicación estatales, energía estatal y comunicaciones estatales. Lo mismo para todos. Si no te gusta, no tienes elección. Además, para que todos seamos iguales, debe aportar más el que más tiene y a la inversa. Así, si gano 2.000 aporto 500, si gano 1.600 aporto 100 y si gano 1.000 entonces recibo. Económicamente, todos iguales. Presenta dos problemas para alguien que sí quiere ser libre:
  1. El que quiere ser libre debe tener derecho a decidir. Se ha decretado que tenemos unos derechos pero también se ha decretado la forma de cada uno. Así, existe un plan de educación estatal, unas listas de espera sanitarias estatales, un sistema de pensiones estatales y suma y sigue. O dicho de otra manera, tendrás que enseñarle a tus hijos lo que otros decidieron, ser curado por los médicos que otros decidieron y cobrar la pensión que otro decidió. Conclusión: eres una oveja. No has elegido nada. Peor aún. Si quieres salirte de lo establecido, te va a salir carísimo porque pagarás por lo estatal y pagarás por tu decisión. Y aún peor, habrá quien diga: “yo sí decido, lo hago con mi voto”. No querido, lo que haces es intentar elegir al que decidirá por ti. Tú no decides.
  2. Un sistema igualitario es injusto. Si trabajas 16 horas diarias y ganas 2.000 tendrás el mismo nivel de vida que el que trabaja 8 y gana 1.000. El sistema sería justo si todos trabajaran en lo mismo, se esforzaran lo mismo y la única discrepancia fuera el salario, ¿no? Pero a lo mejor, el que trabaja 16 horas diarias es porque quiere ganar 2.000 para poder permitirse ciertos lujos. Y lo que sucede es que se lo quitan para dárselo al que trabaja 8. Al final, nadie trabaja 16 horas porque, total, va a acabar viviendo igual que el que trabaja 8 horas y además con más tiempo libre. Es decir, se penaliza el esfuerzo y la generación de riqueza. Un sistema igualitario reparte pobreza, no riqueza, porque la riqueza deja de generarse en el momento en que la confiscas.
La derecha
Defensores de la moral, conservadores de las tradiciones. Tienen su propia moral y también debe ser la tuya. Familia, toros, religión, nacionalismo, aborto, prostitución… Para todo tiene la derecha una definición de cómo debe ser. Todo lo demás es ser amoral. Y volvemos al punto anterior. Si no puedes ser diferente, es porque no puedes elegir. Moralmente, todos iguales. El problema con la derecha es ser diferente:
  1. El que quiere ser libre debe tener derecho a decidir. Se ha decretado cómo debe ser tu familia, el nivel de amor que debes tenerle a tu patria, el que las prostitutas son malas y suma y sigue. Es decir, tendrás que dirigir tu vida personal dentro de unas pautas marcadas que, nuevamente, otros decidieron. Conclusión: eres una oveja. Peor aún. Si quieres salirte de lo establecido, se te juzga y señala.
  2. Un sistema conservador reprime las libertades. Si no evolucionas, siempre vivirás bajo las mismas premisas: oveja. Si evolucionas y quieres cambiar tu forma de vivir eres señalado: oveja negra. Es decir, penaliza la libertad e innovación de pensamiento y estilo de vida. Un sistema conservador estanca y congela porque la libertad deja de existir desde el momento en que dictas lo que puede y no puede hacerse.
Todos los partidos, con algunas excepciones recientes, pugnan por “ganar” el centro. ¿Qué es el centro en realidad? Pues es el sitio donde la gente y los deseos se mezclan. Aquel sitio donde la gente huye de las imposiciones del bando que no le gusta y asume las imposiciones del bando que le gusta. Pero imposiciones al fin y al cabo.

Y yo no lo entiendo, ¿por qué quieres decirme qué puedo tener o qué puedo hacer? ¿por qué quieres ovejizarme? No quiero tus imposiciones. Déjame ser libre. Déjame elegir.

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