Perdida en Estambul


Era el 20 de agosto de 2015, el cumpleaños de mi hermano, y sin duda, mi familia iba a llevarse una sorpresa de mi parte... no muy buena. Nos levantamos temprano para poder conocer mejor Turquía, aunque el barco ya había anclado hace horas. Era un día soleado muy caluroso, pero aun así debíamos llevar pantalones largos y un pañuelo para la cabeza si queríamos entrar en alguna mezquita. Para la visita a Estambul, habíamos contratado a una guía que hablaba español, inglés y turco.

Visitamos los monumentos más famosos de la parte occidental de Estambul: Santa Sofía, varios museos, una cisterna y el gran bazar. Decidimos montarnos en un autobús para ver el último edificio: la mezquita azul. Pero el conductor del autobús empezó a pitar al autobús de delante, y paró el vehículo. El otro conductor también paró y se bajó. Acto seguido, nuestro conductor le imitó. Ambos empezaron a gritarse palabras que para mí me parecían indescifrables, y luego los dos volvieron al volante, como si nada.

Empezó a anochecer, y ya quedaba poco para llegar a la mezquita, pero como había bastante atasco, tuvimos que esperar. Finalmente llegamos a la plaza que se encontraba en frente de la mezquita azul. Había bastante gente alrededor, así que tuvimos cuidado de no perdernos.

Yo, como siempre, llevaba mi cámara de fotos. Intentaba moverme entre la gente sin alejarme demasiado de mis padres para hacer una foto bonita, pero la gran mayoría me salían movidas. No sé cuánto tiempo pasó, pero yo apenas me di cuenta de lo que estaba pasando. Yo editaba las fotos y hacía muchas más, hasta que de repente vino mi madre corriendo hacía mí muy preocupada: '¡Ay, Silvia, que miedo he pasado, no me hagas esto nunca más!' -Me dijo varias veces. Yo la miraba extrañada, sin saber a qué venía eso.
'Pero, mamá, ¿qué pasa?' -Pregunté. De repente, a mis padres se les cambió la cara de preocupación, a una bastante extraña. Mi hermano, en cambio, se reía, a la vez que la guía nos metía prisa para montarnos e el autobús.

Ya montados en el autobús, me explicaron lo que había sucedido. Al parecer, mientras hacía fotos, mis padres se fueron con mi hermano y se montaron en el autobús. Ellos creían que yo iba detrás con ellos, pero no fue así. Unos metros después de que el autobús arrancara, mi madre se dio cuenta y pidió que parara. Y ahí es cuando me encuentran a mí sola en medio de la plaza.

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