Reseña de "La Segunda"


Por Carmen Pita


«Las noches compartidas, igual que los libros, se interpretan. Y se malinterpretan».

La Segunda es el primer libro que leo de Mamen Monsoriu (Valencia, 1994) y, curiosamente, su segunda obra, antes escribió la novela Justicia poética (2024). También se adentra en la poesía, ha publicado dos poemarios: Escalofriante (2018) e Imperatriz (2021). Para mí ha sido una grata sorpresa descubrirla, su prosa es fluida y vibrante. Además, demuestra una madurez en el análisis psicológico de los personajes poco común. Sus páginas rezuman sabiduría. Estoy convencida de que estamos ante una escritora que nos dará grandes obras en el futuro.

La Segunda, como ella misma dice, es la historia de una relación, y todo lo que rodea a esta, cualquier circunstancia: espacial, profesional, familiar, físico, etc., está tratada de forma esquemática: lo justo y necesario para ponernos en situación. Aquí lo importante es contarnos esa relación a tres, que no es el típico triángulo amoroso donde, por lo menos, uno de ellos está casado o casada; es la relación de Celia, la protagonista, y Fer, su amigo-amante, son amigos desde la adolescencia, ella es la que mejor lo conoce, lo entiende. Sin embargo, y a pesar de todo ello, Celia siempre tiene que compartirlo con “otra” que será la novia oficial, con la que Fer compartirá todo su tiempo y con la que hará planes de futuro.

Para Celia y Fer, el sexo es más que una simple relación: es sorpresa, es novedad, es riesgo, es transgresión e, incluso, a veces peligro. Solo que Celia quiere más, ya no le bastan esos encuentros fortuitos, está harta de que aparezca y desaparezca, de que “la use”. Cada vez la humillación es más grande, el vacío la invade y la soledad la sobrecoge: «Un día (…). Camina despacio, aguardando a que alguien la alcance. Esperando lo que nunca llega. Mira a su lado, pero allí no hay nadie. Sabe que acaba de hacer el amor, pero tiene las manos frías. Y no importa cuántas veces haga el amor esa semana, que seguirá teniéndolas frías». ¡Ay, Celia! El amor puede ser lúdico, pero nunca un juego.

Celia conocerá la estabilidad y el amor con Víctor, se dará cuenta de que es «fácil, tranquilo, mutuo. Sentirse segura le permite entrar en la sustancia del amor: la paz». Pero rompe con Víctor, ni lo quiere ni tiene claro querer eso. O sólo eso. Todavía la vence ese deseo atávico a Fer. Hasta que Fer se la juega demasiado gorda y abre los ojos y ve lo que debía haber visto hace muchos años: que no la quiere, ni a ella ni a nadie, que las utiliza a todas para su juego perverso, que es un manipulador, que carece de empatía, que, aunque en ocasiones se muestre confuso, es frío, cerebral. Por fin, comprende que su amigo es un mujeriego. Un sinvergüenza. O, en sus propias palabras, «un monstruo».

Esperemos que Celia rompa definitivamente con Fer, el libro se cierra con una frase inquietante, leedlo. En cualquier caso, deseo que todas las Celias del mundo entiendan que el amor es tener ganas del otro en cualquier geometría, en cualquier paisaje; en el silencio o en el eco. Y compromiso.

¿Qué te ha parecido?

Artículo anterior Artículo siguiente


__________


¿Te gustan los contenidos de LETRA LIBRE? Forma parte y aporta lo que quieras.


¡GRACIAS!