Equidistancia y relativismo moral


Por Asun Blanco asun


A mí me gusta mucho un verso de Gabriel Celaya que dice: “Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse». Los seres humanos de entonces tenían conciencia ética que se manifestaba en el compromiso social. Hay una película del año 1994, Before the rain, (Antes de la lluvia), dirigida por Milco Manzevki (o algo así) que se sitúa en el contexto de la guerra de los Balcanes, concretamente en Macedonia. Hay un momento en que el protagonista, un periodista ganador del Pulitzer, reconoce que no se ha comprometido, que no ha tomado partido en la guerra y eso le arguye en la conciencia. Porque sí, hay que tomar partido. En un mundo sacudido por las guerras no se puede ser equidistante. La equidistancia es una actitud propia de este relativismo moral tan extendido en nuestra sociedad, y que tanto combatió nuestro querido Benedicto XVI. Es negar la verdad y la justicia objetivas y situarse en un terreno de nadie donde todo el mundo tiene su parte de razón y no se puede tomar partido por ninguno de los dos. Y no. Hay siempre un agresor y un agredido, un terrorista y una víctima, un atacante y un atacado. Y aquí no hay equidistancia que valga, porque eso denota falta de conciencia ética, de haber perdido los principios morales de defensa de la verdad y de la justicia. Y por tanto no adquirir ningún compromiso social con el agredido o víctima. Esto se manifiesta en las actitudes de muchas personas que ante las guerras que hay en el mundo te dicen que lo que ellos quieren es la paz y que no defienden a nadie. Todos queremos la paz, como gritaba san Juan Pablo II en Nicaragua a los sandinistas. Pero a veces la paz hay que conquistarla, como la libertad. Es un estado que requiere un compromiso con las causas justas, un pararle los pies al agresor o terrorista. ¿Que hace falta diálogo? Por supuesto. Pero es que a veces el agresor no quiere dialogar, sino imponer sus condiciones, injustas a todas luces. Y habrá que buscar otros mecanismos disuasorios. La paz, que la queremos todos, no es algo caído del cielo, como creen los buenistas. Es algo por lo que hay que luchar y tomar partido hasta mancharse. También en la invasión de Rusia a Ucrania y en el ataque terrorista de Hamás a Israel. Todo lo demás es relativismo moral.

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