¿Sabías que...? La expedición Balmis. La primera campaña de vacunación mundial


Por Juan López Giménez


Entre 1803 y 1806 España llevó a cabo la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, cuyo objetivo fue llevar la vacuna a las posesiones de ultramar, enseñar como producirla y organizar las juntas de vacunación (administración), todo ello con el fin de impedir la alta mortandad que el virus producía especialmente en los niños.

Fue la primera campaña médica internacional de toda la Historia, y la proeza de su realización salvó las vidas de muchos millones de personas.

La idea surgió en la Corte cuando en Lima y Bogotá se declaró una nueva epidemia de viruela. Esta enfermedad ha sido de las más letales a lo largo de toda la historia de la humanidad. Se cree que surgió hace unos doce mil años en el NE de África. A España llegó con la invasión musulmana en el s. VIII; y de aquí pasó a América en el s. XVI, donde hacia 1650 afectó enormemente a la población mejicana. Se calcula que en la Europa del s. XVIII, morían unas 400.000 personas cada año; y de los supervivientes, la mayoría quedaban desfigurados y el 30 por ciento quedaba ciego. Un hijo de Carlos IV murió de la viruela, y una hija, María Luisa, aunque no murió quedó desfigurada.

A finales del s. XVIII, el médico inglés Edward Jenner, descubrió la vacuna como medida para prevenir enfermedades infecciosas y en particular contra la viruela, a partir de que supo que las mujeres que ordeñaban vacas, quedaban inmunes a la viruela tras padecer una especie de enfermedad similar pero leve. Jenner comprobó el resultado de su intuición, cuando en 1796 inoculó al niño James Phipps, linfa procedente de las vesículas variólicas de la mano de la vaquera Sarah Nelmes. El pequeño no enfermó al ser expuesto después a la viruela.

El descubrimiento de Jenner se publicó en 1798, y en España se aplicó por primera vez en 1800, en Puigcerdá.

Cuando Carlos IV se enteró de los brotes de Bogotá y Lima, respaldó y sufragó con fondos públicos la idea de uno de los médicos de la corte, el doctor Javier Balmis, de realizar una vacunación infantil masiva en todos los dominios del Imperio.

Balmis fue puesto al frente de la organización y expedición, tanto porque había traducido el primer gran tratado de la vacuna, el del francés Moreau, como porque ya había estado como médico en cuatro ocasiones en América. De subdirector nombraron a José Salvany.

Un gran problema técnico de la expedición consistía en conseguir que el virus se mantuviese vivo durante un viaje de tanta duración, ya que si no era así, la vacunación no tendría éxito. Para ello se recurrió a llevar el virus vivo inoculado en los brazos de niños ya que, desde los trabajos de Jenner se sabía que las personas vacunadas quedaban inmunes a una posterior variolización (= inoculación del virus de la viruela benigna). Además del transporte de virus vivos, el método de brazo a brazo también sirvió para inmunizar a otras personas usando material de las pústulas de una persona vacunada. Con una lanceta previamente impregnada de fluido, se le hacía a los niños una pequeña incisión en el hombro, y a los diez días se desarrollaban pústulas vacuníferas que segregaban el fluido y luego se secaban; entonces se traspasaba parte de ese fluido a otro niño antes de que se secara la pústula.

La expedición partió de La Coruña el 30 de noviembre de 1803 en la corbeta María Pita, y estaba compuesta, además de por Balmis y Salvany, por dos médicos y tres enfermeros; y para el transporte de los virus vivos se llevaron veintiún niños asilados del hospicio de expósitos de la Coruña, de entre tres y nueve años. Y para cuidar a los niños y “repartir cariño maternal entre los infantes” según recoge el documento oficial de su nombramiento como enfermera, se escogió a Isabel de Cendala, viuda, que tenía un hijo Benito, que también participó en la expedición.

La Campaña se inició en Madrid con cinco niños inoculados en sus brazos, y en el camino de La Coruña, se iba vacunando en los pueblos en que paraban. En La Coruña el virus se inoculó en los brazos del resto de niños de la expedición.

Además del virus inoculado en los niños, en la corbeta se transportaban otros materiales de grandísimo valor: 500 ejemplares del tratado de Moreau, traducido por Balmis, que explicaba cómo vacunar y conservar la linfa, y que sería repartido en los principales hospitales de América; y además, una carga con linfa de vacuna conservada entre laminillas de vidrio selladas.

En su escala en Santa Cruz de Tenerife, se hacen nuevas vacunaciones. Durante la travesía del Atlántico los niños son vacunados de dos en dos, sucesivamente y de brazo a brazo, cada nueve días, de tal forma que así se garantizaba que la cadena humana no se rompía, y se conseguía que el fluido de las pústulas y con virus se traspase antes de que se secaran la pústula.

La expedición llegó al Caribe el 6 de enero de 1804, y de allí pasaron a puerto Cabello (Capitanía Gral. de Venezuela). Allí se dividieron en dos grupos: Balmis, en cuyo grupo iban Zendala, viajó a Nueva España, que era el virreinato con más población, y desde allí pasó a las Filipinas; y Salvany se adentró en América del Sur.

Llegada de la vacuna a Nueva España

Mariano Alonso Baquer1, nos informa de que “El día 10 de abril de 1804 llegó a Veracruz la vacuna contra la viruela, que fue inmediatamente transmitida a unos niños expósitos. Y de allí a México en donde fue vacunado, junto a los demás niños de la ciudad, el hijo del virrey, de 21 meses de edad. A petición del comandante general de las Provincias Internas, Nemesio Salcedo, el 21 de mayo una expedición de vacuna llegó a Chihuahua, desde donde se transmitió a toda la Nueva Vizcaya, y desde allí a Nuevo México, donde fueron vacunados, tanto los hijos de españoles como de todas las tribus indias sedentarias y los de las nómadas que aceptaron, como los apaches navajos y los comanches. La vacuna también fue trasladada por barco a la Nueva California. En poco más de cuatro años, la vacuna había llegado desde España al centro de Norteamérica, librando de la viruela a todas las tribus indias relacionadas con los españoles”.

En todas las poblaciones importantes se iba creando la Junta de Vacuna con material, reglamento e instrucciones para proseguir la vacunación.

Se llevó un registro preciso de las vacunaciones realizadas. Así sabemos que, por ejemplo, en Puebla se vacunaron más de 9.000 personas, en Zacatecas se vacunó a 1.077 niños, en lo que hoy es Colombia se realizaron 56.000 vacunaciones, en Cuenca (Ecuador) 7.000, en el Perú 22.726, en Nueva Granada, 56.000.

En abril de 1805, Balmis y su equipo llegaron a Manila, y tras cumplir su función, con la vacunación y la instauración de la Junta y reglamento correspondiente, se embarcaron en una fragata portuguesa para ir a Macao, posesión portuguesa; de allí, en diciembre pasó a Cantón (China), donde realizó la vacunación ante una multitud emocionada y agradecida. De Cantón volvieron a las Filipinas, donde su gobernador le consiguió a Balmis un pasaje en un mercante portugués con destino a Portugal; en junio de 1806 el mercante hizo escala en Santa Elena, y Balmis aprovechó para realizar la vacunación.

Finalmente, Balmis llegó a Lisboa el 14 de agosto, entró en España por Galicia, y el 7 de septiembre estaba informando al rey de su odisea. ¡¡¡Otro español que había dado la vuelta al mundo, realizado una expedición humanitaria de la que no había ejemplo anterior en la Historia!!!

Isabel Cendala volvió de Filipinas a México, donde se estableció con su hijo Benito en Puebla de los Ángeles. En 1811 pedía por escrito que se le pagara a su hijo la pensión que le correspondía. No sabemos la fecha y el lugar de su muerte.

En cuanto a Salvany, seguía trabajando cuando Balmis ya estaba en España. Cuando terminó en Cartagena de Indias, se desplazó por el río Magdalena hasta Santa Fe de Bogotá, pero en el viaje perdió el ojo izquierdo. En Santa Fe, que era la capital del virreinato de la Nueva Granada, estableció la Junta de Sanidad, y prosiguió por los Andes, donde se le resintió su ya mala salud. Siguió avanzando: Quito, Trujillo, Cajamarca, Piura,..., en mayo de 1806, entró en Lima, donde permaneció cinco meses y mejoró algo su salud. Allí trató de conseguir un empleo público, pero como no se lo concedieron siguió vacunando, que por eso sí le pagaban. Aunque agotado, siguió a Arequipa, con idea de llegar al virreinato del Río de la Plata por el Alto Perú, llegó a La Paz, Oruro y Potosí, y murió en Cochabamba (Bolivia) en agosto de 1810, con treinta y cuatro años. Fue enterrado en la iglesia de San Francisco de Cochabamba. José Salvany había recorrido durante 7 años más de 18.000 km, aplicando la vacuna a más de un millón de personas.

En esta ocasión, España fue agradecida con los expedicionarios. Tanto Balmis, como Pedro del Barco, capitán de la corbeta, recibieron grandes honores; y se asignaron pensiones para los huérfanos de los que murieron en la expedición. De igual forma, a los niños que participaron en la expedición se les asignaron pensiones de tres reales mensuales.

Se calcula en varios millones el número de vidas que se salvaron con la Expedición Balmis-Salvany. El Dr. Jenner, que estaba informado de la expedición, manifestó: “No me imagino que en los anales de la Historia haya un ejemplo de filantropía tan noble y tan extenso como este”. Y, efectivamente, nadie hasta entonces había hecho nada igual ni parecido.

Desde 1975 la Presidencia de la República de México otorga anualmente el premio Isabel Cendala y Gómez para reconocer la labor de un profesional de la enfermería.

Los obispos recomendaron la vacunación

Para solventar el posible rechazo que la vacunación pudiera tener en la población2, tanto la Corona como los Consejos de Estado y de Indias pidieron a los obispos su colaboración, ya que a través de las parroquias disponían de una gran caja de resonancia. Y los obispos de las Indias apoyaron sin rodeos la vacunación, pidiendo a los sacerdotes que participaran activamente en favor de la misma, y exhortando a los fieles a que se vacunaran3.

Los franceses destruyeron el diario de Balmis

En 1810, Balmis, huyendo de la guerra y con el encargo de la Junta Central de revisar los organismos de vacunación, partió hacia las Indias. La soldadesca francesa saqueó su casa de Madrid, y con el saqueo desapareció el registro minucioso que Balmis tenía de la expedición. Y según el tópico, los franceses son abanderados del progreso y la razón, pese a que nos invadieron, destruyeron y robaron todo lo que quisieron, incluido en este caso el diario de Balmis; mientras que los españoles que llevamos la vacuna a buena parte del mundo, somos los atrasados e incultos.

A su regreso a España, Balmis fue nombrado por Fernando VII miembro de la Junta Superior de Cirugía del Reino y cirujano de cámara. Murió en 1819.

Si la llegada de los españoles llevó involuntariamente la viruela a América, en el momento que se tuvo remedio, España preparó la primera misión sanitaria que ha conocido el mundo, pocos años antes de que las colonias se independizaran; y aunque no acabó con la viruela, sí “difundió y universalizó el método profiláctico”, tal como había hecho España con sus navegantes y sus reales de a ocho: dar forma al mundo.

En el siglo XX la viruela mataba a cinco millones de personas anualmente hasta su erradicación en 1980. La OMS consideró mundialmente erradicada la viruela en el año 1990: Balmis y Salvany fueron quienes pusieron la primera piedra de este hito histórico para la Humanidad.

Y ahora, un panfleto contra el acto más generoso 4

De la única película sobre esta Expedición que ha sido rodada por el cine español, 22 Ángeles, dirigida por Miguel Bardem, se pueden entresacar las siguientes “perlas”:

“La guionista parte de una novela de Almudena de Arteaga, que ya es bastante mala, para perpetrar un guion mucho peor y, encima, anticatólico, antimonárquico, anticapitalista y «anticasta». Al poco de empezar la película, en una reunión del Consejo de Indias en que se debate el envío de la expedición por voluntad real, un grupo de los consejeros, dirigidos por un tenebroso obispo, se oponen a que se mande un remedio de manera gratuita: debe venderse y así la aristocracia y los caciques llenarán sus bolsas de reales de a ocho. En una sola escena están reunidos los tópicos de la «leyenda negra», más los de la extrema izquierda: el Imperio español fue genocida, los curas son malvados, los aristócratas son corruptos y las farmacéuticas quieren hacer negocio a costa de la salud de los pobres. Más adelante, esos carcas colocan en la expedición a un esbirro con la misión de envenenar a los huérfanos gallegos que llevan en sus cuerpos la vacuna.

En definitiva, este episodio impecable de la historia de España, del que todos podíamos sentirnos orgullosos se ha convertido en una ocasión para esputar”.

Consideraciones. Así se despidió España de su Imperio

Justo antes de que los libertadores desencadenaran las guerras de la independencia con las que rompieron la Pax Hispánica y destrozaran el Impero español, dando lugar a una serie de repúblicas que no han levantado cabeza desde entonces, España llevó a cabo la primera campaña de vacuna mundial. No sólo ningún otro imperio ha realizado nunca un acto parecido, sino más bien todo lo contrario. Por ejemplo, cuando entre 1942 y 1943 la hambruna produjo unos tres millones de muertos en Bengala, el Gobierno británico no quiso acudir en ayuda de su colonia. El primer ministro, W. Churchill escribió a su ministro de transportes: “Los indios deben aprender a cuidar de sí mismos, como hemos hecho nosotros. No podemos permitirnos enviar barcos como un simple gesto de buena voluntad”5.

A los cuatro años Gran Bretaña se retiró de la India. Con este dato comparativo queda claro la diferencia entre un Imperio generador y otro depredador.

¿Y cuándo desapareció en EEUU la segregación de blancos y negros en los hospitales?, y ¿desde cuándo los hospitales para negros fueron gratuitos?

¿Cuándo hicieron los ingleses, franceses, holandeses, belgas, o portugueses en sus respectivas colonias, algo no ya igual sino lejanamente parecido a lo descrito más arriba?

Nuevamente, tenemos que plantearnos lo que nos decían en un WhatsApp: “¿Con qué cara, díganme Vds., con qué caradura, nos dan lecciones de colonización y de respeto a las poblaciones indígenas los británicos, franceses, holandeses, belgas, portugueses, etc., y con qué cara de idiotas las aceptamos los españoles?” Pues eso, ¿con qué caradura, cinismo e hipocresía...?, y ¿con qué cara de idiotas...?

Si te ha gustado este artículo, te ruego que lo compartas y me ayudes a difundirlo.


Datos sacados de:

 Puede adquirirlo en este enlace

___

1 ALONSO BAQUER, Mariano. Españoles, Apaches y Comanches. Ministerio de Defensa. 2016

2 Es de recordar que la alta sociedad inglesa, en aquellos momentos la más desarrollada de Europa, recibió con burlas y desprecio el descubrimiento de Jenner; que la Royal Society rechazó el informe en que Jenner comunicaba su descubrimiento, y tuvo que editarlo a su costa; y que la Asociación Médica se opuso a la vacunación por no considerarlo método seguro.

3 Una información detallada de aquella actividad pastoral se puede ver FERNÁNDEZ BARBADILLO, Pedro, Eso no estaba en mi Libro de Historia del Imperio español, Almuzara, Córdoba, 2020

4 Datos sacados de FERNÁNDEZ BARBADILLO, Pedro, Eso no estaba en mi Libro de Historia del Imperio español, Almuzara, Córdoba, 2020

5 HERNÁNDEZ, Jesús: Eso no estaba en mi libro de la Segunda Guerra Mundial, Almuzara, Córdoba, 2018

¿Qué te ha parecido?

Artículo anterior Artículo siguiente


__________


¿Te gustan los contenidos de LETRA LIBRE? Forma parte y aporta lo que quieras.


¡GRACIAS!