¿Sabías que...? México desde su independencia...

Por Juan López Giménez

Pese al relato que hoy imponen los dictadores de lo políticamente correcto, y a lo que repiten algunos presidentes negrolegendarios como el de México, lo cierto es que al momento de su independencia de España, México (la antigua Nueva España del Imperio español) era mucho más rico y poderoso que los Estados Unidos (las antiguas 13 Colonias del antiguo Imperio inglés). Concretamente, cuando México consiguió la independencia de España era el cuarto país más extenso del mundo (con más de 7 millones de kilómetros cuadrados, y donde la actual España cabría 14 veces), detrás de Rusia, China y Brasil; y era el centro del tráfico y comercio mundial dentro de la Primera globalización, propiciada por España.

El 24 de agosto de 1821, tras su independencia, se constituyó el Imperio mexicano, con los territorios englobados en la antigua Nueva España del Imperio español (Texas, Nuevo México, California, Guatemala, Belice, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica).

Sin embargo, la inestabilidad política existente desde el mismo momento de su constitución (Agustín de Iturbide, pasó en pocos años de defensor de la corona española a caudillo independentista, luego dictador, autoproclamado “emperador” de México en 1822, y antes de un año fue derrocado, declarado “enemigo público”, exiliado y, finalmente, fusilado sin juicio por sus propios compañeros; el general Vicente Guerrero, duró menos de un año en la presidencia de México en 1829, su vicepresidente consiguió que el Congreso lo destituyese, se le condenó a muerte y ejecutó; etc., etc.) llevó en menos de 30 años a la rápida desintegración de tal imperio, originándose varias repúblicas independientes, y a la pérdida de más de la mitad de su superficie, que pasó a los EE.UU.

En 1836, el ejército mexicano comandado por el general Antonio de Santa Anna, presidente de México entonces, fue sorprendido y destrozado durante una siesta por las tropas texanas secesionistas, muy inferiores en número a las mexicanas, y comandadas por el estadounidense Sam Houston. Fueron masacrados 500 mexicanos y 600 cayeron prisioneros, entre ellos Santa Anna y su cuadro de oficiales. Santa Anna tuvo que reconocer la Independencia de Texas (Tratado de Velasco), estuvo preso siete meses y fue llevado a Washington D.C.

Y por si lo anterior no hubiera sido suficientemente humillante, años más tarde, los EEUU aprovechando que México seguía sumido en un caos a consecuencia de los constantes conflictos políticos, le declararon la guerra y ocuparon militarmente la capital del país, obligando al presidente a firmar el Tratado de Guadalupe Hidalgo, el 2 de Febrero de 1848, donde ya se consagraba la pérdida de más de la mitad del territorio que México había recibido de España hacía pocos años, y que pasó a ser de los USA; concretamente 2.378.539 de kilómetros cuadrados: los actuales Texas, California, Arizona, Nuevo México, Nevada, Utah, Wyoming y parte de Colorado; y la frontera internacional se establecería en el río Bravo.

Y tras todo lo anterior, cualquiera se puede plantear, y especialmente, los mexicanos: ¿Qué pasó y ha seguido pasando en su clase política, para que, pese a que México en aquella época era una verdadera potencia que superaba en territorio, población y riqueza a los USA, desde entonces no ha dejado de bajar en todos los indicadores económicos respecto a los EE.UU.?

Y, desde luego, la razón de ese declive y empobrecimiento paulatino no la van a encontrar, tal y como les quiere hacer creer su actual presidente y otros corifeos negrolegendarios, en la España de la que se independizaron en unas condiciones óptimas, sino en las oligarquías, élites criollas y libertadores que tras destrozar la herencia recibida de España, llevan gobernando ese país en los últimos doscientos años.

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