Era el día de acción de gracias. Jeans, se entretenía
con sus juguetes. Estaba obsesionado con conseguir unir varios muñecos
en uno solo, utilizando una parte de cada muñeco.
—Mi
gran creación, decía Jeans a su mamá— ella atareada con la cena de
acción de gracias, sonrió y siguió con su tarea. Jeans marchó a su
habitación para continuar su obra; tenía una pequeña caja de
herramientas que su tío Ramón le regaló el año anterior, y en otra caja
había ido desmontando varios muñecos para crear uno solo.
En
su pequeña habitación, aparte de la colección de libros de "Pesadillas"
que lucía en la estantería que colgaba de la pared, cerca del
escritorio, los cuatro estantes siguientes estaban repletos de juguetes
de monstruos pues era lo que le apasionaba. Se pasaba horas jugando y
imaginando se otro mundo con ellos.
Cuando llegó su
papá, que era comercial y había pasado varios meses fuera; lo primero
que hizo fue llamarlo, porque no estaba esperándolo en la puerta como
siempre hacía, cuando escuchaba su coche.
Jeans,
no respondió; lo llamó de nuevo una y otra vez hasta que cansado y
molesto subió a la habitación de su hijo. Al abrir la puerta se encontró
al niño en el suelo, con los ojos morados, las pupilas dilatadas,
echando espuma por la boca y convulsionando; a su alrededor varios
muñecos hacían un circulo; a uno le faltaba los brazos, a otro las
piernas, a otro la cabeza y de otro solo había el tronco, y junto a
Jeans, un muñeco creado por él con una sonrisa macabra en el rostro.