No habíamos salido de las fases del confinamiento y ya se estaban dando caña los gobernantes en el tablao político. Meses atrás estuvimos algo de tranquilidad, en cuanto al arponeo público en la pantalla televisiva; sin embargo, pasada la cúspide del coronavirus, rara es la semana que no hayamos escuchado algún desmán u ofensa en las altas esferas ¿diplomáticas? Se están perdiendo los papeles en la lucha para aunar los tres poderes (ejecutivo, legislativo y judicial): claro síntoma de una actitud intolerante que pone en juego la democrática en nuestro país.
A estas alturas el excesivo politiqueo tufa, hastía y carga las tintas: La mayoría de los ciudadanos estamos más que hartos de tanta trifulca palaciega... Los españolitos de a pie necesitamos serenidad para volcarnos en los quehaceres diarios, que son lo que nos va a dar de comer; de paso servirá para pagar impuestos, además de sustentar las pagas de los políticos. Nos ha tocado vivir tiempos difíciles, aunque no nos afecte a todos por igual: los que están empezando no entienden el galimatías en el que está inmersa nuestra sociedad; luego se debería conocer mejor el pasado para comprender los cambios actuales; aunque, hay quienes, no les conviene clarificar la historia o la explican a su manera incitando al odio.
En los primeros 20 años del siglo XXI ha habido importantes cambios sociales. Si lo comparamos con los últimos del siglo XX, veremos como nuestro país está perdiendo paulatinamente nivel adquisitivo: El umbral de la pobreza se ha incrementado, claro síntoma de decadencia social, por muchas libertades que hayamos conseguido: Hoy por hoy son fuegos fatuos por carecer de prosperidad. Dejemos pues que, cada patrón, maneje su barco (ha sido un acierto devolver las competencias a las autonomías); así debería ser pero... cada día, el hombre, es menos libre: se le carga de prejuicios y coartan libertades; de ese modo, el poderoso de turno, nos hace frágiles y vulnerables.
La economía y la cultura tienen que ir de la mano con respecto a las ideas, si no todo será en vano. Sobre el 10 de junio, del presente, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) “sitúa a España a la cabeza en 2020 del desplome económico mundial...” Pare ser que estamos incluso peor que Grecia (“semos mú progre ademá de probes": somos muy “progres", además de pobres). Con los datos que se barajan actualmente “el paro llegará al 20,1% este año en el escenario más adverso sin... los llamados ERTE. Peor aún lo tendremos para 2021, donde llegará al 21,9%". En cuanto a la deuda pública “alcanzará niveles astronómicos del 129,9% este año para bajar al 128,8% el próximo en coherencia con un déficit galopante del 12,5% y del 9,6%".
Si analizamos "la capacidad del sistema sanitario, –resulta que– era más bajo de la media de la OCDE antes de la crisis con menos UCIs, pero su número se ha más que duplicado"(EL MUNDO). A ésto lo denomino: Panorama desolador.
Datos más que suficientes para bajar a tierra. Las promesas o proclamadas libertades nos no están cubriendo para poder llegar a final de mes. Hace poco hablamos de esperanzas, pero, éstas, se convierten en fuegos fatuos cuando se respira un ambiente tenso, crispado y lleno de continuos aguijonazos que involucran o avergüenzan a los españoles: Espectáculos mediocres, que empañan nuestra dignidad política y democrática, ya que "lo que menos necesita el país son ruidos y broncas" (Onda Cero); aunque, en la última encuesta del CIS, el PESOE, distan unos once puntos con respecto al PP; no obstante, sepamos que quién manda a hacer estos estudios es el gobierno (a Tezanos, el que estuvo en su día en el PESOE). Según Víctor Almonacid Lamelas (Secretario de Ayuntamiento, Jurista docente, ponente, y escritor) dice que “para que el trabajo recupere los estándares y credibilidad anteriores, José Félix Tezanos debe ser destituido".
“Al perro flaco todo son pulgas": Podemos sonreír, animar, prometer, etc., pero si las cosas no se hacen con eficiencia el caos será reinante. Estoy viendo, y me expreso de forma general que, en medio del mal endémico que nos azota, está el imperante odio ideológico, el que tampoco nos permite avanzar, ya que estamos empleando gran parte de las fuerzas en destruirnos por tener ideologías encontradas, cuando lo democrático es “ejercen el poder y la responsabilidad cívica".
Si no ponemos empeño en fomentar la economía, ni cuidar la democracia, nos iremos a pique, aunque El instituto de Tezanos quedó reflejado en el mes de junio, que “los españoles están más preocupados por la crisis que por el coronavirus”, aunque esté habiendo claros repuntes; luego, la medida que nos vayamos acercando a los meses fríos, la situación pudiera complicarse aún más; el tiempo nos dirá si llega pronto la vacuna o tratamientos eficaces.
Mi gente está resentida en el fondo de su alma: / fiel imagen desnutrida: la enfermedad y su lacra. / Se escasean hospitales para evitar la guadaña / que vaya segando vidas por toda la faz de España.
Asumamos que la COVID-19, igual que la debilidad que viene padeciendo nuestra economía, incluso antes de la pandemia, son prioridades que debemos atajar; no bajemos la guardia, porque todos somos parte inherente de esta sociedad: Evocación de una época triste, en la que estamos inmersos.
Mi España está deprimida, muy vacía y desolada: / un espejo miserable que no refleja esperanza; /su imagen es cruz de arañazos la enardecen las palabras: / así no podrá curarse las rozaduras del alma.
Lo que más llaga a este país es la opaca intención: Mientras se ha mantenido el estado de alarma, los poderosos de turno, – basándose en decretos: etapas en la política ante un panorama desolador–, han hecho de su capa un –feo– sayo, entre otras cosas, blindarse con altos cargos estratégicos, para ser inabordables; a medida que pase el tiempo, nos iremos dando cuenta de cómo se ha ido desmontando el estado del bienestar, en medio de continuos desmanes, descréditos, improperios, etc., es lo que, en definitiva, identifica al actual gobierno, el que parece estar en su salsa, ya que, a río revuelto ganancia de pescadores.