Con precauciones básicas, aceptamos que lo único que tenemos es el presente. Se han dicho tantas mentiras, se han lanzado tantos desmentidos, se han mostrado tantas contradicciones y ha sido todo tan nefasto (43.000 fallecidos, destrucción de puestos de trabajo) que a pesar de que se nos venda una gestión triunfal del gobierno y autoridades solo una verdad pesa sobre la actualidad: que el presente es todo. Es el puerto seguro, cierto, lo que existe cargado por igual de incertidumbre y realidad. No se trata en absoluto de que a la gente no le importe lo que pueda pasar. Ni de que se piense "a mí no me va a pasar".
Contra la dulcificación de una verdad que atestiguan los datos y la desconfianza instalada y reconocida por Carmen Calvo en un lapsus verdaderamente freudiano, la vida en presente es lo que nos queda.