El diccionario pospandémico


Vamos a tener que comprarnos un diccionario de sinónimos para poder seguir el ritmo del lenguaje que se nos avecina; que es español, pero como si fuese escogido de las profundidades más abisales de nuestro acervo.

Desde que salieran a escena los neologismos inclusivos, los neologismos no agresores de la diversidad, y se empezara a hablar desde fuentes oficiales varias y desde sus varios altavoces mediáticos en un idioma paralelo, catalogándonos en mil y una maneras, casi me siento, usando el castellano antiguo —el de antes de todo esto—, como don Miguel de Cervantes.

Ahora, además de tener que ejercitar con paciencia jobiana el oído para que aguante estoico el peso del los, las, les, lxs, l@s, toca ejercitar la intuición para saber de qué nos hablan cuando se nos dirigen con ese vocabulario lleno de palabras extáticas, de frases platerescas, con contundencia catedrática. Recordarán esta cita, de hace poco, de doña Carmen Calvo. Reproduzco:

«Son necesarias las transversalidades políticas y económicas con respecto a la justicia climática en términos de sostenibilidad de nuestro planeta, y no bajar la guardia ni un sólo instante en la lucha contra lo que representa la violencia de género y por la igualdad».

Maravilloso. Mas sepan disculpar mi ignorancia, pero no tengo ni idea de qué hablaba la vicepresidenta.

Y, para más inri, también hemos de jugar a las adivinanzas de la nueva normalidad. Esto es, lo que antes era sinónimo ahora es antónimo o, tan solo, se modifica de manera conveniente el significado. Porque esta normalidad que ahora hay que tragarse no va solo de medidas de seguridad higiénicas y virucidas, también va sobre lengua. Les ejemplifico, verán qué sencillo:
  • Ministerio por ninisterio (alguno).
  • Transparencia por datos oficiales (también vale «mi verdad»).
  • Crítica por bulo.
  • Librepensante por fascista.
  • Pueblo español por «mis votantes».
  • Prensa por BOE.
  • CIS por trile.
  • Ultraizquierda por constitucionalista.
  • Derecha por anticonstitucionalista.
  • Otegi por hombre de paz, y así…
Y así hasta utilizar sin grima la palabra patriota, patria y patriotismo; hasta ahora reservadas para los hoy golpistas de Estado y, hasta anteayer, constitucionalistas más recalcitrantes.

Yo no sé ustedes, pero cada día voy aprendiendo, anotando y asimilando una cosa nueva, no sea que este Gobierno dure los cuatro años que se les supone y tenga que ponerme a estudiar filología progresista o sanchista o pospandémica a mis años. Aunque, la verdad, yo estaba muy a gusto con el español de principios de este siglo, donde las cursivas eran más para los latinajos. Tempus fugit.

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