Vocablos bipolares y otras costumbres ortográficas de ebriedad

Por Kino Navarro


Todos los recuerdos de mi habitación
están escondidos al fondo de la estación
todos los momentos que pasé
leyendo cuentos están solos
en el suelo de un vagón.
Ignacio Cano

Quiero volver a casa, retornar con la compra diaria que sobrelleva
el alma y pesa y cansa, transitando las escaleras sigilosa y lentamente.
Quiero volver a encenderme ese cigarro infinito, mientras fijo
la mirada a través del balcón en el paisaje que me he perdido,
y redimo los recuerdos de tantos años ya olvidados.

Quiero rememorar cada rincón de la casa como si abriese un regalo,
postergar y desatender todos esos vocablos inoportunos,
omitiendo longevas costumbres, volver a encenderme otro cigarro
dejando que el mechero trasnoche en el sofá, mientras yo hago
mi vigilia sobria en mi habitación.

Volver y asentarse. Asearse con palabras nuevas, con otros dogmas
y otros verbos y hasta otra radiografía de la voluntad.
Y quizás, ¿por qué no? con otros versos divergentes.

Recuperar cada espacio confrontado, opuesto y dispar.
Atornillarse pero siempre reconquistarse. Deshacerse pero afianzarse.
Quiero volver, preciso volver, alejando pretéritos hábitos
que se trasladan escaseando con la necesidad limitada del tiempo.
Quiero volver a casa.

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