Juan Carlos Vidarte Rebollo es fotógrafo, aventurero, comercial, soñador, maratoniano, carnavalero: Un artista donde los haya “se halle donde se halle” (de Reverte); nacido en Badajoz, en 1962, es separado y con dos hijos. A este hombre hace años que le conozco; no obstante, cada vez que he hablado con él me he ido enterando de las citadas cualidades que posee tan grato amigo parlanchín y antiguo vecino de mi barrio pacense.
Si vas para el Casco Antiguo de Badajoz y pasas por la calle Soledad encontrarás un establecimiento que emana cierto romanticismo; si te fijas, a la entrada, justo encima de la puerta de dicha tienda, cuelga un típico letrero de madera (hecha por el tallista, Agustín Holguera) que lleva una inscripción en la que dice: “Foto Vidarte". Luego, si tienes tiempo de franquearla, casi siempre encontrarás a su dueño instalado al fondo, apoyado sobre un vetusto y oscuro mostrador... Allí te recibirá de mil amores Juan Carlos y te dirá que pases y veas todas sus antigüedades; y, con la paciencia que le caracteriza, comenzará a explicarte con todo lujo de detalles, la historia que posee cada objeto que tiene expuesto, además de lo que tú desees preguntarle.
Lo verás salir muy diligente del mostrador para ponerse en medio de la tienda, y, con las manos en los bolsillos, mientras le hablas, él te escrutará con sus grandes ojos hipnóticos, enmarcados en unas gafas oscuras, que le dan un cierto aire de soñador; si le das carrete, hasta bien seguro que se atreverá a entablar una campechana conversación, como el que te conoce de toda la vida... Te invito a que vayas: te hará pasar un rato agradable; luego, si hermanáis deprisa, hasta es probable que te haga una foto y quizás te inste –si eres escritor te dejará una pluma real– para que firmes en su libro de visitas, al que titula: Libro Blanco del Museo Foto-Estudio Vidarte, con el fin de que pases a la posteridad, con fotografía incluida, y permanezcas en el recuerdo de haber estado en su típico establecimiento.
Dicho libro, del que tanto habla Juan Carlos al público, es bastante contundente y va por el segundo tomo. En actualidad está recogiendo firmas, a todo aquel que entra en su comercio, para poner el nombre de una calle a un viejo amigo deportista, llamado: Diego Bardón (de Fuente del Maestre). Me comenta que “este hombre hacía maratones hacia atrás”; y es, que Juan Carlos, es un hombre bien relacionado, archiconocido e inconfundible en Badajoz.
La primera vez que lo vi por mis barrios me dio la impresión de que parecía un aviador; y debe tener el aire porque, esa misma imagen, la dejó plasmada Ángel Costillo, en una caricatura que le hizo hace tiempo; la que, Juan Carlos, como agradecimiento colgó en su Facebook: lleva el casco de aviador, gafas y una larga gabardina; además le acompaña una dedicatoria, personal: "VIDARTE vida y arte. Para un maestro de la fotografía... Un honor conocerte".
Parece ser que esa misma indumentaria la visualizó Juan Carlos para carnaval, un sueño con el que se encuentra a gusto, y que ha celebrado durante 30 años; y debe ser muy especial ese sueño suyo porque, en los carnavales de Badajoz de 2005, la murga Los últimos de la Cantina le rindieron homenaje copiando su atuendo.
Tiene muchísimos objetos bien curiosos de comentar en su tienda: “una vida entera llena de recuerdos”, entre ellos: una moto antigua, muy especial: una Lambretta 125, del año 1957 (heredada de su padre) con la que ha recorrido un concreto itinerario, del que, Juan Carlos, ha ido dando amplio detalle en las redes; también, cámaras de fotos que ocupan su completo establecimiento; entre otras cosas curiosas encuentras libros antiguos, portarretratos de todos los tiempos, y objetos distribuidos en las preciosas vitrinas de madera tallada; además de un sillón en el que dice que se sentó Alfonso XIII; también llama mi atención la única copia de España de un cuadro de Murillo... Ah, y un magnífico bargueño, situado a la entrada que me tiene maravillada, y que contrasta con la original fealdad de una jaula para loros, bien añosa (la que hace unos días ha vendido). Una y mil antigüedades que el atento visitante no se podrá llevar en su recuerdo; por eso, a Juan Carlos, no le gustaría que se olvidasen sus curiosos objetos, y, como mero reconocimiento público, sueña con organizar, algún día, un museo de la imagen, ya que, nos repite: “tengo muchas cosas”.
Poseedor de un importante bagaje fotográfico: cerca de cuarenta años en ese mundo, sin contar los consejos profesionales heredados de sus ancestros, que eso no tiene precio. El padre, Emilio Vidarte, murió en el año 1985 y, desde entonces, Juan Carlos, se ocupa de la tienda, pues él se mantiene de la restauración fotográfica y de los reportajes que le van saliendo.
Nos cuenta que estuvo influenciado por su abuelo materno, llamado José Rebollo López: un pintor polifacético, que fue torero, además de llevar la dirección de la Escuela de Artes y Oficios de Badajoz; también había otro abuelo suyo, paterno, que era artista, llamado: Enrique Vidarte Pérez, que fue el que abrió, en 1915, un estudio fotográfico de luz natural: donde, actualmente, su dueño trabaja la fotografía; de ello se deduce que, Juan Carlos, celebró el centenario de su tienda hace escasos años, en la que se vino realizando diferentes actividades culturales, y a las fui invitada personalmente.
En todo Badajoz se habla de que es un buen fotógrafo: como ejemplo tienen la fotografía que Carlos ha elegido para el SEMANARIO... Hace meses que el director me dijo que le enviase alguna: allí me presenté una mañana, en la tienda de Juan Carlos; éste me miró y enseguida me sacó a la luz del día... después me la enseñó y me instó para ir a recogerla a la semana siguiente. He de decir que me había hecho otras aunque... vean ustedes que no soy gran cosa: cada día mayor.
Es curioso pero, cuando me he despedido de él, me ha quedado el regusto de haber pasado un tiempo especial con este filósofo de la vida, un tanto anárquico, fotógrafo, aventurero, comercial, soñador, maratoniano –Ah, se me olvidaba añadir que ha participado (entre 1999 y 2014) en 15 maratones y 100 medio maratones, en lugares, como: Sevilla, Barcelona, Madrid y Badajoz– y, por último, carnavalero, ya retirado; siempre de cara al público, este gran artista: fotografiando y revelando sueños nacidos de la ilusión: deseémosle suerte a Juan Carlos y que la vida le sonría como se merece.