España de Babel: lenguajes inclusivos y sus zarandajas


España es la nueva Babel.

Sí, habría que empezar a replantearse esta sentencia y, ya que estamos, a considerar lo que sucedió con la antigua Babel.

Si se han dado cuenta –que estoy convencido de ello– la supina estulticia de nuestros politiidílicos* en el Gobierno y demás caterva asociada, y la de los rucios que en la oposición siguen esta zanahoria que es la del lenguaje inclusivo y las lenguas cooficiales emergentes (andalú, aragonés, bable…), nos está llevando, como leí el otro día por Twitter, a crear monstruos –por terroríficos– idiomáticos en nuestra propia lengua.

Dejando, en un principio, lo de las lenguas cooficiales y su uso dinamitador allá en las regiones que se usan, me centro en aquello del lenguaje inclusivo. Una enorme pérdida de tiempo que, además, conlleva a un detrimento del español (500 millones de hispanohablantes en el mundo, oigan), una vulgarización lingüística de los usuarios de este modus loquendi y un uso erróneo de la gramática establecida. Recordemos que el español es uno de los idiomas más adaptados y literales del mundo.

Las nuevas hornadas de neuronas que se están abriendo paso –hablo de los jóvenes– están siendo bombardeadas desde la propia escuela oficial hasta aquella otra oficiosa pero que, sin dudas, tiene gran repercusión entre estos: las redes sociales. Y la de la arpía en forma de dulce pajarito, más.

En las escuelas –visto y oído por mí– el uso del niños/as para referirse al conjunto, obviando el masculino gramatical que sirve como integrador de ambos sexos, por ejemplo, así como el diferenciar cada cosa según su género –aquí sí es género– es, cuanto menos, paradójico: si diferencia, no es inclusivo. Ilógico es que en clases se canse más a los alumnos –y a los profesores– con estas dualidades cuando se puede ahorrar en tiempo y hacer más fácil la comprensión evitándolas, como ya está recogido según la RAE que, digo yo, algo sabrá de esto.

Seguimos, ya que he hablado de redes (qué bien traído este término) sociales, con el uso tremendo, absurdo y sociorreligioso de pretender invocar lo innombrable. Empiezo por aquello de colocar la equis como medio inclusivo del lenguaje. Una memez para hacerse notar como simpatizante de la politiidílica que antes cité. Solo eso. Usted no es más integrador por usar equis o arrobas –que tampoco se lee como o ni a, sino como arroba–, usted solo demuestra, no poca cultura –entiendo que un presidente/ministro/escritor... tiene cultura adquirida notable–, sino simplicidad ideológica. Se trata de eso, ¿no es así?

¿Comprenden lo de tremendo y absurdo? Sobre todo en el caso de un escritor. Usted puede ser un juanramoniano de tomo y lomo y hacer un uso particular y genial en su literatura, pero nuestro Premio Nobel fue exquisito y no un menguado.

¿A qué me refería con lo de sociorreligioso?

Sabrán que para el pueblo hebreo el nombre de Dios (Yahvé), por su origen divino, debía ser preservado de toda impureza de tal forma que, en la práctica, estaba prohibido nombrarlo.

Así, el tetragramatón YHWH (que transcrito al español y otras lenguas ha sido la ya comentada) era impronunciable. ¡Im-pro-nun-cia-ble! Ahora, por favor, intenten leer estos dos textos, de forma literal; no usen la asociación de palabras que su cerebro les manda para poder comprender (esfuerzo innecesario) lo que el interlocutor quiere decir.

«Lxs niñxs y lxs adultxs nacidos en España son españolxs».

Solo pueden leer, literal: «[…] y […] nacidos en España son […]».

¿Estamos en un período teolingüístico? Pues casi, en el sentido de no nombrar; porque, en realidad, con el uso de la equis se evita el uso del masculino genérico integrador. Es decir, de forma verbal, es inviable decirlo, y de forma escrita se evita también su exposición, aunque en este caso lo que se hace es lo contrario a lo que se referían los antiguos hebreos; aquí se estigmatiza lo masculino. Se relega. Se ¿demoniza?

En esta línea está la utilización la e como como letra neutra, en vez de la archinombrada o. Otra estupidez de ideología de sexo porque, en este caso, casi parece que lo que estamos haciendo es hablar o leer un trabalenguas.

«Les niñes y les adultes nacides en España son españoles». Aquí, por último, la e de «españoles» no tienen más remedio que usarla en su concepto correcto, o… poner la equis para rizar el rizo de lo ridículo. Y si culminamos con la arroba (@) entiéndase que este símbolo no tiene traducción gramatical; es decir, la @ es la arroba.

Les ejemplifico de nuevo:

«L@s niñ@s y adult@s nacid@s en España son español@s».

Les soluciono: «Larrobas niñarrobas y adultarrobas nacidarrobas en España son españolarrobas». Pues esto mismo.

Con todo ello puedo decir que lo del lenguaje inclusivo no es más que una forma de menospreciar un idioma rico y bellísimo como el español y, seguro, otra de sacar réditos económicos o políticos.

A esto súmenle que lo de inclusivo se refiere a diversidad, y con la cantidad de identidades sexuales –va en este sentido lo de diversidad– que están surgiendo, a este paso se va a tener que crear un lenguaje exclusivo para cada uno, no sea que alguno se vea menospreciado. Aunque, por supuesto, el lenguaje exclusivo es lo que ya se ha implantado con la vitola de inclusivo por parte de políticos afines a movimientos que, ya he dicho, pretenden vituperar lo masculino por el mero hecho de serlo; lo del heteropatriarcado y tal.

Insisto en lo que citaba arriba. Estamos en ciernes de construir una España de Babel. Una estúpida España de Babel que, si no se remedia, y por parte de los politicuchos y demás palmeros de turno –oposición, adjuntos a la barra libre del Gobierno en vigor, movimientos integristas (porque de progresistas…), etc– no se remedia y se sigue dando pábulo para ganar votos, crearemos una pobre generación que no sabrá defenderse ni en su propio idioma.

Lo de las lenguas cooficiales ya lo trataré en otra ocasión.

* Políticos que creen hacer una labor idílica y que en un futuro próximo creará un país más guay.

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