Sería allá por los años 80 cuando nos empezaron a alarmar con el tema del clima. Que si estaba cambiando, que si cada vez haría más calorcito, que si había un agujero en la capa de una cosa que se llamaba ozono y que eso nos achicharraría en cosa de unos años etc. etc. En esto que a alguien se le ocurrió que el culpable del agujero eran unos gases malísimos que estaban los espráis de laca y que había que prohibirlos.
Por aquellos años se desató una auténtica caza de brujas contra todos los espráis, haciéndonos sentir culpables por usarlos porque contenían los gases de marras, los compuestos clorofluorocarbonados o CFCs. La industria del ramo tuvo que reaccionar ante el aquelarre y eliminó esos compuestos. De tal manera que el tal agujero se ha ido cerrado solito, de la misma manera que se abrió, tipo Moisés que abrió y cerró los mares.
Que luego se demostrara que los CFCs jamás podrían ser los causantes del desastre porque son demasiado pesados para ascender a las cotas estratosféricas del ozono o que el agujero era un concepto muy relativo porque el tal gas protector no se reparte de forma uniforme sino que va cambiando (si en una zona hay menos, nos parece que hay “agujero” y si hay más, “no hay agujero”) fue lo de menos. Las razones se taparon o se obviaron o vaya Ud. a saber.
Esta majadería de la capa de ozono forma parte del alarmismo climático con la que la mayoría de hombres y mujeres de ciencia y de sus medios de comunicación amigos nos llevan martilleando desde hace décadas. Recurren a azuzar el miedo irracional que tenemos todos, cuando no se tienen los datos que nos permiten llegar a lo racional, como los galos de Astérix que creían que el cielo se caería sobre sus cabezas en cualquier momento. Pero en este tema, ¿quién tiene datos fiables en algo tan imprevisible como el clima?
Yo de esto del cambio climático no me creo absolutamente nada, nada de lo que nos cuentan al menos. Que sean los profetas progres del alarmismo, los Al Gore de turno, del cuanto peor, mejor, del culpable el hombre y sus acciones malvadas, el tal origen antropogénico, me hace llegar a esa conclusión. Y me hace llegar no solo por quién lo dice sino más bien por los datos que dicen manejar que son de lo más discutibles y sobre todo cambiantes. Si luego no nos valen esos datos o modelos climáticos, los modificamos para que nos salgan las cuentas. Así llevan décadas.
El clima siempre está cambiando, siempre ha sido imprevisible y sobre todo incontrolable. Esto lo dicen hasta los más creyentes de esta nueva fe calentóloga. Pero aun así siguen con sus predicciones aunque la mano del hombre tenga poco que ver.
¿No les resulta chocante que cada cierto tiempo nos salgan en los telediarios con noticias de que para el 2080, los mares subirán no sé cuantos cms. o que las temperaturas no sé cuantos grados? Dicen que el CO2 es el culpable de todo, que produce efecto invernadero, ahora que el tema del ozono ha pasado a mejor vida. Si se achaca todo al dichoso CO2, ¿sabemos la tecnología que puede haber dentro de, digamos 20 años que podría limpiar el CO2 nocivo? ¿No se inventaron los catalizadores de los coches que nos liberó de muchas emisiones contaminantes? ¿No se inventó la gasolina sin plomo? Podemos seguir reduciendo al absurdo.
Las organizaciones que se dedican a estudiar esto del clima reconocen que los gases que genera el hombre son realmente insignificantes para las magnitudes de la atmosfera. La World Meteorological Organization afirmaba ya en 1985 que la mano del hombre solo generaba un 7% de gases atmosféricos. En 1995 la ONU reconocía que no era ni eso, que rondaría el 3%. ¿Un 3% sería el causante de un cambio climático como nos lo cuentan? Yo creo que no, que lo que genera es contaminación, eso sí, que causa miles de muertes al año ¿pero un cambio climático?...
Para la cosmovisión progre esto de alarmar les va bien y se han agarrado al clima para hacer lo que mejor saben hacer: controlar al individuo y su libertad porque es lo que más odian. Si a lo que aspiras es tener una sociedad “mundo feliz”, uniformada y uniforme, lo que tienes que hacer es culpar al individuo de todo, hasta de los caprichos del clima y que el individuo en cuestión haga lo que les decimos nosotros. Así no habrá problemas.
Curiosamente y al contrario de lo que suele pasar, el tema de cambio climático no ha generado mucha controversia en la ciencia. Más bien al contrario, ha generado “consenso”. Un consenso que se consigue expulsando al negacionista del debate con todo tipo de descalificaciones, al estilo de llamar “fascista” al otro. Al científico díscolo se le cruje y se le condena al ostracismo. Incluso se dijo que Google penalizaba los artículos de universidades que negaban el cambio climático que nos cuentan. Si vas en contra, a la hoguera, como si fueras una bruja moderna.
La mayoría de las noticias del tiempo me escandalizan y mucho. Se nota el sesgo calentólogo de maximizar cuando hace calor y de minimizar cuando hace frío. Nos dicen que los polos se derriten pero cada vez hay más hielo en el polo Sur sobre todo y se baten cada año los récords de frío en Siberia, por ej. De eso no se habla. Nos topamos con el muro de silencio políticamente correcto de que el clima se calienta, nunca se enfría y si se enfría, ya cocinamos la cifra del “año más cálido desde no sé cuánto de la serie histórica” (mejor sería serie histérica, pero en fin).
La AEMET en España, sin ir más lejos, no tarda en sacar informaciones de las tales “anomalías térmicas” cuando hace más calor de lo normal pero retrasa hasta límites inauditos cuando hace más frío de lo normal. Y esto lo estamos viendo ahora mismo con estos días de temporal de nieve.
Un caso que me han llevado los demonios fue la noticia justo cuando entró el invierno pasado. Sobre el 20-21 de diciembre de 2017, todos los telediarios, agencias de noticias, radios, periódicos, digitales etc. etc. replicaron que en España “el invierno de 2017-18 sería algo más seco y cálido de lo normal”…, incluso concretaban que “los tres primeros meses de 2018 serán en general entre 1 y 3 grados centígrados más cálidos de lo habitual”. Para Reyes, o sea ni 20 días más tarde, empezó a nevar, llover, helar etc como hacía años que no pasaba y aun seguimos. En zonas de interior peninsular se han llegado a los 15º grados bajo cero y en Gerona a -20º.
Nadie de las agencias meteorológicas ha dado ni la más mínima explicación de qué fue lo que les llevó a dar esa predicción digna de Rappel y menos aún, de por qué tenemos los temporales de frío, lluvia y nieve que aun tenemos. Seguramente porque no tienen ni puñetera idea, ni de lo uno ni de lo otro.
Si estos tíos no han ni acertado con la predicción a un mes vista, ¿cómo diantres nos vamos a creer las catástrofes climáticas del 2080? Todo es así de extraño.