Champú

Por C.R. Worth  

Una, por fortuna o desgracia, ha heredado el pelo de mi padre; lo cual significa que tengo el cabello grueso, mucha cantidad y además abierto. Por lo cual para manejarlo y que no pareciera que había metido los dedos en un enchufe, casi siempre en mi juventud lo llevaba recogido.
En la década de los dos mil, estaba de moda llevar el cabello largo y liso como dos cortinas; yo nunca he sido de seguir modas para pelo o ropa, pero como siempre he tenido el pelo endemoniado, siempre me ha gustado la apariencia del pelo lacio, quizá porque era tan distinto a mi naturaleza.
Una de las maneras de conseguir ese efecto es usar las planchas calientes y dejar tu pelo como una camisa recién almidonada, pero para mí eso siempre ha sido mucha trabajera, y lo confieso, no tengo talento ninguno para hacerme a mi misma nada en la cabeza.

Siempre buscando la solución fácil, en el supermercado encontré un champú que garantizaba el alisamiento del cabello, así que ni corta ni perezosa me lo compré esperando un resultado que ni el mismísimo Llongueras conseguiría.
Seguí las instrucciones, me lavé el pelo y lo dejé secar de forma natural. El resultado no fue el esperado, sino el opuesto.

Cuando mi exmarido llegó a casa con mi hijo menor tras recogerlo en el colegio, le conté sobre el nuevo champú. Muy diplomático él, va y me dice: «Te pareces a Hermione Granger», personaje de la serie de Harry Potter y que en los libros la describen con «bushy hair» que se traduce como pelo como arbusto, aunque en la traducción en español indica «esponjoso»; en cambio, mi hijo, con la sinceridad y honestidad brutal de la infancia me dijo: «mamá, pareces un trol».

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