Antonio Buero Vallejo nació el 29 de septiembre de 1916 en Guadalajara. Su padre, Francisco, capitán del Ejército y profesor de Cálculo en la Academia Militar de Ingenieros, era natural de Cádiz; su madre, María Cruz, de Taracena (Guadalajara). En 1911 nace su hermano Francisco y en 1926 su hermana Carmen. En Guadalajara pasa toda su infancia, salvo dos años, desde 1927 a 1928, que vivió en Larache, adonde fue destinado el padre.
Pronto se aficionó a la lectura gracias a la completa biblioteca que poseía su padre, lo que le permitió el acceso a textos literarios y dramáticos. Aficionado a la música y a la pintura y el dibujo, desde los cuatro años dibuja incansablemente, porque quería ser pintor. De la mano paterna acude al teatro y, hacia los nueve años, en su teatrito de juguete dirige «ingenuas representaciones» en las que es también un entusiasmado actor.
Estudia Bachillerato en Guadalajara entre los años 1926 y 1933. Siente curiosidad por la Filosofía, la Ciencia y la Política. En 1932 recibe el primer premio de un concurso literario para alumnos de Segunda Enseñanza y de Magisterio de Guadalajara por la narración El único hombre, sin editar hasta 2001 en Antonio Buero Vallejo, dramaturgo universal(1). Comienza a redactar unas Confesiones que posteriormente destruye.
En 1934 la familia se traslada a vivir a Madrid, y allí ingresa en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. Le sigue interesando la pintura, pero las lecturas son continuas, así como su asistencia al teatro. Aunque no milita en ningún partido, se acentúa su sensibilidad por la política y se siente próximo al marxismo. Al comenzar la Guerra Civil piensa en alistarse voluntario para ir al frente; finalmente desecha esta idea ante la oposición de su familia. En la contienda su padre es detenido y fusilado el 7 de diciembre de 1936.
En 1937 se incorpora a un batallón de infantería. Con sus escritos y dibujos colabora en murales, en La Voz de la Sanidad, así como en otras actividades culturales. En Benicasim conoce a Miguel Hernández. Al finalizar la guerra Buero se encuentra en la Jefatura de Sanidad de Valencia, donde es recluido unos días en la plaza de toros y durante un mes en el campo de concentración de Soneja (Castellón). Es autorizado a volver a su lugar de residencia, pero con la orden de tener que presentarse a las autoridades, que nunca cumple. Comienza a trabajar en la reorganización del Partido Comunista, al cual se había afiliado durante la contienda y de cuya militancia se va alejando años después. Es detenido en mayo o junio de 1939 y condenado a muerte en un juicio sumarísimo, junto a otros compañeros, por «adhesión a la rebelión». La condena a la pena capital se mantiene durante ocho meses y, finalmente, la sentencia fue conmutada por una pena de treinta años. Pasa por diversas cárceles: en la de Conde de Toreno permanece año y medio y en ella realiza el famoso retrato de Miguel Hernández, con quien intimó mucho. En esta misma prisión ayuda a un intento de fuga que le inspiró más tarde ciertos aspectos de La Fundación. En la de Yeserías apenas estuvo mes y medio; unos tres años en El Dueso; un año en la prisión de Santa Rita. En estas cárceles escribe «notas y especulaciones, sobre todo acerca de la pintura», pero no literarias; hace retratos a muchos compañeros y sigue en su empeño de aprender el oficio pictórico.
Del penal de Ocaña sale en libertad condicional, pero desterrado de Madrid, a comienzos de marzo de 1946, por lo que fija su residencia en Carabanchel Bajo, aunque pasa la mayor parte del día en la capital. Se hace socio del Ateneo y publica algunos dibujos en revistas para conseguir ingresos, pero su afición pictórica empieza a decaer en pro de la escritura. Refleja a través de la narrativa los pensamientos de su último año de cárcel, si bien pronto abandona ese género por el teatro. El tema de la ceguera, que siempre le había interesado, se convierte en el centro argumental de su primer drama, En la ardiente oscuridad, redactado en una semana del mes de agosto de 1946. Escribe Historia despiadada y Otro juicio de Salomón en 1948.
Entre 1947 y 1948 compuso Historia de una escalera, inicialmente llamada La escalera, que se modificó por coincidir con el título de una obra de Eusebio García Luengo. El estreno de la obra tuvo una excelente acogida de la crítica y un inesperado éxito de público, hasta el punto que llegó a suspenderse la acostumbrada puesta en escena de Don Juan Tenorio en noviembre. De 1948 es Las palabras en la arena, única pieza bueriana en un acto, presentada al primer concurso íntimo, de los tres que se convocaron, en la tertulia del Café Lisboa; con ella lo ganó, como el de narración con «Diana». Olvidado quedó el proyecto de Nos están mirando, del que Buero escribió un primer acto en 1948 ó 1949.
Su labor como dramaturgo se amplía, y publica y estrena de forma constante sus obras en varios teatros de Madrid, incluso, como es el caso de Historia de una escalera, es llevada al cine por Ignacio F. Iquino.
En la década de los 50 se intensifica su labor dramática: La tejedora de sueños, La señal que se espera, Casi un cuento de hadas, Madrugada, Irene, o el tesoro, Hoy es fiesta y su primer drama histórico, Un soñador para un pueblo, son algunas de las obras que escribe y estrena en esta década. Llegan las primeras representaciones en el extranjero, como las de Historia de una escalera, en marzo de 1950 en la Ciudad de México y la de En la ardiente oscuridad en diciembre de 1952 en Santa Bárbara, California. Se inicia una considerable y muy frecuente presencia posterior en numerosos escenarios de todo el mundo.
La Dirección General de Cinematografía y Teatro prohíbe el estreno de Aventura en lo gris en 1954. Al año siguiente aparece en el diario Informaciones «Don Homobono», irónico artículo contra la censura. También se prohíbe la representación de El puente, de Carlos Gorostiza, cuya versión había realizado Buero.
Escribe Una extraña armonía, que no llega a estrenarse ni se publicó hasta su Obra Completa (2). En el número 1 de la revista Primer Acto aparece el artículo «El teatro de Buero Vallejo visto por Buero Vallejo». Se publica su ensayo sobre «La tragedia». En 1959, Daniel Tinayre dirige en Argentina una película basada en En la ardiente oscuridad, con ese mismo título pero modificó el final del drama, cambiando su sentido, por lo que Buero sólo permitió su distribución en España, y en 1962, con un título distinto: Luz en la sombra. En ese mismo año, 1959, se casa con la actriz Victoria Rodríguez, con la que tuvo dos hijos: Carlos, que nace al año siguiente, y un año más tarde nace Enrique, en 1961.
En los años sesenta, consigue estrenar algunos títulos, aunque sigue teniendo bastantes problemas con la censura que había en el país Los estrenos de esta década son: El concierto de San Ovidio, Aventura en lo gris, El tragaluz, así como las versiones que realiza de Hamlet, príncipe de Dinamarca, de Shakespeare y Madre Coraje y sus hijos, de Bertolt Brecht.
Con el estreno de Las Meninas, el 9 de diciembre de 1960, con dirección de José Tamayo, obtiene el mayor éxito de público logrado hasta entonces.
En estos años tiene lugar la polémica del posibilismo-imposibilismo que mantuvo con Alfonso Sastre en las páginas de Primer Acto. En este año publica «Un poema y un recuerdo», temprano artículo sobre Miguel Hernández en el que rememoraba su convivencia y ofrecía un poema de Miguel en aquella etapa.
En 1963 se le propone su incorporación al Consejo Superior de Teatro, pero Buero renuncia a ello. Encabezados por Bergamín, firma, con otros cien intelectuales, una carta dirigida al ministro de Información y Turismo solicitando explicaciones sobre el trato dado por la policía a algunos mineros asturianos. El Ministerio publica la carta en la prensa con una respuesta, y aunque no se adoptan medidas públicas contra los firmantes, hay una condena al silencio por parte de la prensa y cierto «desvío de editoriales y empresas». Buero no podrá estrenar hasta 1967 a pesar del interés de algunos empresarios por La doble historia del doctor Valmy (escrita en 1964), que permaneció sin representarse en España hasta 1976, ya pasada la dictadura.
1. PACO, Mariano de y DÍEZ DE REVENGA, Francisco Javier (eds.), Antonio Buero Vallejo, dramaturgo universal, Murcia, CajaMurcia, Obra Cultural, 2001.
2. IGLESIAS FEIJOO, Luis y PACO, Mariano de, (eds.), Antonio Buero Vallejo. Obra completa, Madrid, Espasa Calpe, 1994, pp. 621-693.