Amor, erotismo y pornografía en nuestra sociedad


El tema está que arde, nunca mejor dicho; y es que en el siglo XXI nos hemos salido de madre y andamos de cabeza con la traída y llevada sexualidad, la que tergiversamos y damos demasiada importancia, cuando bien llevada la vida es equilibrio: el que vive para el alcohol se convierte en un alcohólico, el que vive para la comida en un bulímico, el que vive para el dinero en un materialista; y el que vive tan sólo para el sexo –eludiendo el amor– bien seguro que encontrará la horma de su zapato.

La sexualidad, por regla general, no debería estar aislada: tendría que ser compartida, además de limitase su uso comercial, pues así nos va; es decir así les va de bien a los negociantes del sexo, puesto que sus imágenes comerciales generan hipersexualidad, una lívido extrema a las personas que lo consumen de forma asidua. Entendamos que se está dañando, corrompiendo y manipulando a la sociedad, sobre todo a los menores; no obstante, existe el perverso, insatisfecho, siempre a la caza de nuevas experiencias: cuanto más inocente sea la persona a la que va a mancillar, más excitante va a resultar su estímulo.

La sociedad nunca ha estado tan sexualizada como hoy en día: pocos hablan de que son consumidores, aunque en ella está latente; incluso se utiliza en la política para captar votos: Señoras y señores, chicos y chicas... Hemos de saludar al sexo masculino y al femenino para que la persona (“palabra feminista, digo femenina") no se sienta desplazada...

Cuánta preocupación por el tema sexual y que poquito nos queremos, siendo el Amor la base fundamental de la vida, sobre todo en pareja (incluidos sus juegos eróticos...) pues, el mundo se acabaría si no existiera. Se dice que “el verdadero amor es conexión e inversión personal, es compromiso y el respeto auténtico por el otro”; no obstante, existen diferentes tipos de amor: el romántico y pasional, el lúdico, el amistoso y leal, el maniático, el pragmático, el desinteresado.

Las distintas formas de amor, citadas, no todas llevan al amor verdadero; dado que el buen amor no es el que te prohíbe y encadena, ni el inconstante. La persona que te ama con amor verdadero o del bueno, es aquel que da y no pide nada a cambio, el que admira, el que vibra en positivo.

Recuerdo una bonita frase que, con trece años, me quedó en la memoria, al verla escrita en el club juvenil de mi pueblo, era la siguiente: “Amar no es mirarse el uno al otro; es mirar juntos en la misma dirección” (de Antoine de Saint-Exupery).

Algo está ocurriendo con nuestra mirada del Amor, incluso con el romanticismo de los jóvenes de hoy en día: Sospecho que el sexo comercial lo está tergiversando, pues estamos en una época banal, donde se utiliza a la persona como mero objeto erótico: “imagen femenina que se asocia a cualquier objeto en venta a partir de una relación entre la sexualidad insatisfecha del varón-público-objeto y la saturación de sexualidad de ese cuerpo femenino”.

E incluso pudiera pasar de moda el “amor sensual, pasional que acrecienta el contacto entre hombre y mujer”. Hay una frase de Octavio Paz que define muy bien el concepto: “En todo encuentro erótico hay un personaje invisible y siempre activo: la imaginación"; no obstante, no nos debemos centrar en la forma: el ser humano posee unos sentimientos que debería tenerse en cuenta, pues pasada la cúspide, el romance baja a tierra y toca la realidad: Queda la compatibilidad de la pareja.

Algunas personas decepcionadas no les restan ganas de volverse a comprometer; pero, las hormonas demandan atención... el cuerpo comienza a encenderse y, como no deseamos compromiso alguno, es cuando extrapolamos la sexualidad: se traslada a meros órganos sexuales e incluso nos volcamos en la pornografía comercial: la que circula por las redes sociales y está al alcance de todos, incluido menores. Hay una frase de David Herbert Lawrence que la define perfectamente: “La pornografía es el intento de insultar al sexo, de ensuciarlo”.

La obsesión por ensuciar el sexo, vende y por eso se comercializa: ya hemos dicho que genera hirpersexualidad en algunos casos; el hipersexual está centrado en sí mismo: El amor aquí no es preciso, ni tan siquiera el erotismo pudiera ser el centro de la pareja; entramos en el mundo de la pornografía, pura mecánica, depredación, degradación (teniendo en cuenta sus grados); no obstante, la continua visualización pornográfica pudiera generar adicción, y no es aconsejable: menos para los menores, “lo que les expone a graves daños morales y psicológicos, dado que están en una fase crucial de desarrollo afectivo”.

El tema es más serio de lo parece, coge a los menores por sorpresa: “si no se cuenta con personas confiables que te puedan escuchar y orientar seriamente”; no obstante, la mala utilización del sexo pasa factura: pongo el caso de la manada.

El hombre enloquecido, cuando está a tope (droga, alcohol, porno...) y le se pone una mujer por delante, no respeta nada. Detrás del tinglado está la comercialización del sexo, aunque nadie hable de ello. Tengamos claro que la asidua pornografía visual genera “mono y puede ser tan fuerte como los más angustiosos síndromes de abstinencia” “El porno termina matando al sexo verdadero, y en consecuencia las relaciones sexuales auténticas, y en consecuencia, a parejas reales y a familias reales”.

En nuestra sociedad actual se potencia lo que genera dinero, aunque nos perjudique, nos envenene, nos quite la salud, etc; tengamos claro que no va a desaparecer: seguirían cayendo inocentes en las redes de la pornografía. Estamos viendo a las personas con miedo a perder la integridad, debido a los depredadores sexuales que andan sueltos por las calles: Esta es la sociedad que hemos forjado con tanta basura en las redes: mi más enhorabuena a los negociantes del sexo.

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