Barcarrota: sus señales de identidad

Barcarrota es un pueblo ubicado en una encrucijada de caminos, hecho que ha sido determinante para forjar un espíritu abierto, culto y señorial. Situado al sur de Badajoz, a 49 Kilómetros, con una población aproximada de unos 3700 habitantes, Barcarrota es hoy es un municipio al que profeso cierta admiración y cariño, desde 2017, cuando fui invitada por su alcalde (Alfonso C. Macías Gata) y su bibliotecario (Juanma González Antúnez) a hacer unas presentaciones literarias a la Biblioteca Pública Municipal "Francisco de Peñaranda”; y fue precisamente al terminar dichos actos cuando pensé en confeccionar un artículo que hablase de Barcarrota y de sus claras señales de identidad.

Nos remontarnos pues a los inicios, aunque no tengamos una fecha exacta de su fundación, la que por entonces se conocía como Villanueva de Albarcarrota; esta villa se iría poblando en dos o tres décadas, a raíz la reconquista, alrededor de los siglos XII, XIII, donde se consolidarían los barcarroteños bajo la protección de su castillo, un pueblo que actualmente contabiliza interesantes vestigios romanos, dólmenes y varios menhires.

La historia de este municipio contiene cambios convulsos, desde incendios, saqueos, pasando por la pobreza, para caerse y volverse a levantar, dado que “fue un pueblo fronterizo con Portugal hasta el 6 de junio de 1801, año en que se firma el Tratado de Badajoz, que puso fin a la Guerra de las Naranjas y por el cual se modifica la frontera con el reino vecino”.

Sus acontecimientos históricos se enmarcan en tres etapas fundamentales. En la primera, con aparición de la Virgen a un pastor cosiendo su albarca rota, de aquí el nombre de Barcarrota (en ese lugar se edificó una capilla a su patrona: la Virgen del Soterraño).

En la segunda etapa se iniciaría la Conquista de América, con la emigración al Nuevo Mundo, entre ellos Hernando de Soto, hijo predilecto de esta localidad; no obstante, el siglo XX, hubo discusiones acerca del lugar de su nacimiento, entre las localidades de Badajoz, Barcarrota o Jerez de los Caballeros. Se sabe a ciencia cierta que el Inca Garcilaso de la Vega, mediante unos documentos desaparecidos, dio fe de su procedencia... Hubo otras historias como la del Adelantado, que ocultó orígenes Barcarroteños para que no saliesen a la luz por tener precedencia judeoconversa.

La tercera de ellas se identificaría por la profunda “labor cultural y científica que los judíos conversos y falso conversos desarrollaron en estas tierras del sur de Extremadura, como lo demuestra la aparición de la Biblioteca de los Peñaranda en Barcarrota” (antigua casa donde vivía un médico converso) en la que se hallaron diez libros impresos y un manuscrito en un marco temporal comprendido entre 1525 y 1554, títulos encontrados en los índices inquisitoriales de libros prohibidos de aquella época.

Barcarrota ama la cultura porque está representada por valedores sociales de altura considerable: por el alcalde y su bibliotecario, –referidos al principio–, y, como bien puntualiza Manuel Pecellín Lancharro en su artículo Libros en Barcarrota en Bajo el sol de la dehesa, de "la feliz conjunción entre su Ayuntamiento, Universidad Popular, IES Hilario Álvarez y varias asociaciones culturales permite dar a luz cada año un notable número de libros", entre otras actividades que se vienen realizando puntualmente, como: fiestas, teatro, excursiones, etc. De esa forma se promueve y actualiza la cultura, dado que Barcarrota ha obtenido uno de los Premios de Fomento de la Lectura Nacionales “María Moliner”; también el premio al Mejor Proyecto de Fomento de la Lectura en Extremadura 2010; le sigue una Mención que le hizo el Gremio de Editores Españoles en 2011; además se haber creado la Revista Cultural “El Jacho”, editada por la Universidad Popular de Barcarrota, la que se ha venido difundiendo por Madrid, País Vasco, Cataluña... aproximadamente desde 2013.

Una de las numerosas actividades que viene desarrollando Juamna, el Bibliotecario de Barcarrota, es fomentar las ilusiones de los amantes de la lectura y escritura entre ellos: niños, jóvenes, mayores y personas impedidas. Él no ha tenido pereza para desplazarse al Ateneo de Badajoz y presentar cualquier tema cultural que atañese a su pueblo; en este caso concreto lo hizo para dar a conocer la primera novela de Cristina Torrado Díaz: Mi gran amor, en donde se refleja el prototipo de un pensamiento juvenil: un sorbo de agua fresca que muestra una narrativa locuaz e ingenua. El argumento es sentimental; contiene numerosas connotaciones autobiográficas, dado que la protagonista conoce al dedillo los entresijos del mundo estudiantil. Mi gran amor es pues una novela intimista, con no muchos personajes al retortero, que ya tiene segunda parte, dado que Cristina nos lo adelantó en su primera presentación.

Barcarrota ha sido, sigue y seguirá siendo todo un ejemplo de cultura: hace unos días comenzaron las fiestas patronales en honor a la Virgen del Soterraño, del 7 al 12 septiembre; también, este año, se cumplen el 25 aniversario del descubrimiento de la denominada Biblioteca de Barcarrota. Como ya hemos apuntado, en la tercera etapa, dicho descubrimiento daría paso a "uno de los mayores legados para la Historia de la Literatura de todos los tiempos". Entre algunos de los libros descubiertos, están: “La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades, un manuscrito italiano de contenido erótico, un pequeño tratadito de exorcismos, un ejemplar único de la Oración de la Emparedada en portugués, una edición latina de la Lingua de Erasmo, un tratado de quiromancia…”

Estos originales se encuentran custodiados en la Biblioteca de Extremadura, Badajoz, en condiciones optimas para su correcta conservación y en perfectas normas de seguridad; no obstante, existe una réplica en la Biblioteca de Barcarrota, –pero, antes, saludaremos a su magnífico alcalde: él, bien seguro, no hablará del Conquistador Hernando de Soto, e incluso nos enseñará, muy gustoso, el monumento situado delante del Ayuntamiento de Barcarrota– allí nos espera el simpatiquísimo Juanma con el facsímil, o reproducción de cada uno de estos textos antiguos: verlos o tenerlos entre las manos es una experiencia capital.

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