Los talibanes proceden de hongos


Por Antonio Costa Gómez


¿Por qué la ONU no invade Afganistán y mete a todos los talibanes en jaulas como fieras idiotas? O que los persiga el equipo de la serie “Mentes criminales” como psicópatas del mundo. Como un peligro público para este planeta, similar a los virus, el simplismo o el turismo de masas.

Estos tipos no nacieron de una mujer, nacieron de un hongo que crece en ciertos pantanos. En aguas pantanosas que no se mueven y que impiden el vivir de las ideas. Alguno tal vez surgió en el vientre de una mujer, pero exigió que lo trasladaran al interior de un hongo. Porque le parecía un asco estar dentro del vientre de una mujer. Y le fastidiaba estar allí calentito, en un recinto humano, y prefería lo reseco de sus ideas sin ideas.

Enemigos de la cultura, de la vida, de la libertad, de todo. Y especialmente de las mujeres. De lo femenino. Hay que eliminar lo femenino según ellos de la faz de la Tierra. Yo los metería a ellos en una cápsula y los mandaría como basura al espacio sideral. En una cápsula bien reseca sin agua, como sus creencias resecas y muertas. Con toda su intolerancia imbécil.

Prohíben a la mujer y dentro de poco prohibirán el agua. Hay que vivir sin agua. Hay que acabar con toda vida y todo latido. Y con toda variedad. Solo lo masculino prepotente para todo. El mundo entero rígido y masculino en el peor sentido de la palabra, con todo lo rígido que una vez inventaron los hombres.

Talibanes quiere decir estudiantes, tiene gracia. Se llaman estudiantes y no estudian nada. Solo estudian la manera de que los demás no estudien, de machacarlo todo. Son los enemigos de todo estudio, son la Ignorancia elevada a religión. 

Leen el Corán de manera unilateral e idiota y lo matan. Los libros de las grandes religiones han sido fecundos y han creado culturas fascinantes. El Corán creó una civilización llena de belleza y fantasía por medio mundo. Desarrolló las fantasías de los jardines y el agua. Y estos tipos imbéciles matan el Corán. Lo reducen a cuatro fórmulas resecas y muertas. Y eliminan todos los jardines y todas las aguas. Y todo lo que sea bienestar para el ser humano.

Yo les impondría a ellos, cuando pierdan, estar varios años con todo el cuerpo tapado con sacos como ahora imponen a las mujeres, tener solo una abertura mínima para que puedan respirar. Y que suden ahí dentro sus creencias muertas y estúpidas. Que no les dejan salir de ahí para nada durante años. Y que no les dejen hablar.

Se vería a los talibanes por los caminos del mundo metidos en sacos, casi asfixiados, reflexionando un poco (si son capaces de eso) sobre lo que un día ellos impusieron a la mitad de la población.

Y les haría estudiar de verdad, que hicieran honor a su nombre. Que estudiaran a Shakesperare y anatomía femenina. Y que leyeran las obras de los grandes místicos musulmanes, de los sufíes y los poetas como Firdusi o Hafiz. Esos no eran resecos ni se fabricaban un Corán reseco.

Yo estuve en Irán y de todos modos era distinto. Todas las tardes me iba un rato en Isfahan a la tetería Qeysarieh y miraba la gran plaza del Imán deliciosa como un bordado. Y a la entrada estaba una imagen del Imán Hussein, al que veneran los chiitas. Tenía una cara acogedora y nada de fanatismo. Los chiitas sí admiten las imágenes, no como los sunnitas abstractos y áridos como sus desiertos. De hecho, en algunas tiendas había pinturas de mujeres bellísimas con el cabello flotando en el aire de forma mágica.

El cabello de la mujer era delicadeza y era vida. No tenían que taparlo como imponen estos imbéciles doctrinarios.

Cuando sustituyes la vida por una doctrina rígida te pierdes la vida entera. Lo mismo hizo Calvino en Ginebra cuando mandó matar a Miguel Servet, el que descubrió la circulación de la sangre. De algún modo Calvino prohibió la circulación de la sangre. Y prohibió toda circulación. Y después los calvinistas en Francia y en Estados Unidos declararon que toda la vida era pecado y todos somos demonios. Y todo el arte es pecado y respirar es pecado. Y el único pecado son ellos, que combaten la vida, son como los cuervos de que hablaba Nietzsche.

Los grandes creadores de religiones nunca fueron así. Ellos sembraban y las culturas crecían. No hicieron como estos imbéciles que lo cortan todo. ¿Por qué no se cortan a sí mismos sus testículos idiotas?

En uno de sus pocos momentos de gilipollez, en “Del sentimiento trágico de la vida”, Unamuno proclamó que Dios es macho. Es claramente masculino. Y estos doctrinarios también creen que Dios es macho, y que todo lo demás es demoníaco. Las mujeres son todas brujas y malvadas. En cambio, las religiones más vivas y reveladoras incluyen a la Mujer en la Divinidad, como la Virgen María en el Catolicismo, o Isis en la religión egipcia. O la Diosa Blanca de la Inspiración en la religión celta según Robert Graves.

Pero estos cretinos no saben nada porque no estudian nada. Ni se dejan empapar por nada. Ellos mismos están metidos en sacos gruesos mentales, como quieren meter a las mujeres. Y a través de ellos no entra nada. Están ahí encerrados en sus tinieblas (en el peor sentido) comiendo si acaso trozos de cuerda. Ahí dentro no les entra nada ni tienen comunicación con nada. No les entra el aire y no les entra la vida.

Y unas supuestas feministas furiosas aún encontraron un momento para alabar los ojos verdes de los pashtunes, que según ellas se debe a no sé qué gen. Increíbles feministas que celebran a quien machaca a las mujeres.

Yo leí al poeta Hafiz y visité su tumba en Shiraz. Y habla del gozo místico como una embriaguez de vida, y de encontrarse con una mujer misteriosa en una taberna que alborota los cabellos. Habla contra los rigoristas y los teólogos. Habla de vivir el espíritu con la sensibilidad más íntima y con la vida interior.

Pero estos idiotas no tienen ninguna vida interior. Reducen la religión a fórmulas rutinarias y rígidas como jaulas. Toda la fecundidad de los libros sagrados se reduce a fórmulas y algoritmos fanáticos. Como las máquinas todas que nos quieren imponer ahora. En realidad, esta religión fanática coincide con el mecanicismo fanático que nos quieren implantar. Los talibanes son como robots guiados por algoritmos. Y por eso no se puede razonar con ellos, repiten siempre lo mismo igual que las máquinas. Son sordos como las máquinas y no se enteran de nada.

Y así estamos entregados a algoritmos o a doctrinas. Es la gran putada cósmica. ¿Qué pasa en este planeta donde la gente está empeñada en joderse a sí misma? Como el “Heautontimorumenos” de Terencio, el hombre que se atormenta a sí mismo.

Menos mal que aún queda el vino y algunos ríos con juncos en la orilla. Y mujeres que no tapan el pelo y hombres que no tapan su sensibilidad y su apertura. Y algunos poemas de Rilke y algunos “crepúsculos en que el corazón se dilata”, como decía Albert Camus.

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