En 2019 se decidió que el mundo se fuera a la mierda...

Por Ezequiel Tena ezequiel


En 2019 se decidió que el mundo se fuera a la mierda. ¿Quién decidió? ¿O simplemente los prohombres dieron noticias de la venganza inminente de la Tierra? Ya puestos, ¿cuándo se descubrieron los planes de venganza de la Tierra? ¿En el prólogo de la sexta extinción? ¿En el descanso? ¿Tal vez en el tiempo de descuento? 

Fuera bromas, a demasiados les pareció que imperaba en el mundo una sentencia inculpatoria; que algo así como un destino ineludible desplegaría sus omicrones y mutaciones Marvel. 

Nadie como Bill Gates encarnó la ira del ofendidito planeta. La ira se hizo carne en Bill y Bill hizo carne, pero esa es otra historia, que no es mi intención hablar de los negocios alimentarios del hijueputa, sino de los farmacéuticos. 

El multimillonario de Seattle y principal financiero de la OMS anunciaba el pronóstico a bombo y platillo, por una parte; por otra, se anunciaba como salvador de la humanidad. La cosa de la performance era tan burda, transparente y pueril que en algún momento al principio de esta historia triste y sucia creí que la reacción social a la bazofia que rezumaban sus labios sería demoledora. Peroné, pero no.

En realidad disfrazó de profecía su amenaza. Se anunció y se ejecutó. Lo repito: se anunció y se ejecutó.  La OMS no sólo justificaba el confinamiento global y las medidas draconianas que a su dictado tomaron los gobiernos e impusieron los Estados. Además, exigía una nueva normalidad a la salida de la crisálida; un cambio de Era, el gran reseteo. ¿Rezabas "resistiré" y orabas "salimos más fuertes"? Ya ves cómo estamos. Tal vez te sientas avergonzado: no te tortures, ya se barruntaba tu tonticie por adelantado.

Los que alucinábamos al observar el entorno nos mirábamos con ojos desorbitados. Flipando, encogiendo los hombros, sin dar crédito (si unas cuantascientas veces exclamaste "¿Ein?"bien me entenderás). Muchas veces ni esa perplejidad inicial nos reconocen. Tampoco importa.

He pensado demasiado a menudo sobre estas cosas y aquellos días. Cuando yendo en bus hacia el trabajo la primera claridad del alba se convierte en un lienzo que la mente garabatea al azar, se repite con frecuencia un esbozo, el esquema de una conclusión. Acertada o no, es la mía y mía es. Intentando dar con la clave de bóveda de la credulidad colectiva, una pregunta asomaba con insistencia: ¿Por qué resultaba evidente y científico que se estaban jodiendo la vida y las condiciones de vida -que la naturaleza reaccionaba contra los seres humanos- pero resultaba inaceptable pensar que en realidad unas mentes globalistas nos estaban jodiendo la vida? ¿Por qué la primera sí y la segunda no? Porque así lo transmitió la maldita tele. Y punto.

¿Es lícito suponer una tara consustancial a la mentalidad reinante? ¿Y afirmar que la mentalidad reinante es siempre la misma: la del acomodo a las circunstancias?  

Y dentro de la historia del acomodo, ¿qué acomodo fue concretamente éste? El de la asunción de forma acrítica del pronóstico o del "diagnóstico"; pero primero y más grave el de la asunción de que aquello que se nos estaba diciendo a la cara era una proposición filantrópica y no una amenaza. ¿Por qué tantos compraron ese tremendo insulto a la inteligencia? Tal vez lo explique un argumento: la mentalidad dominante o mentalidad del acomodo tiene varias ventajas adaptativas. Al dialogar con muchos de mis amigos, compañeros y conocidos vi con claridad que, para la mentalidad del acomodo, de adaptarse se trataba. Y no de plantar cara. Aún a día de hoy escucho decir a alguno de ellos que es muy presuntuoso por mi parte hablar así de tantos de mis semejantes y que demuestro con ello creerme superior: como si solo al alcance de mentes prodigiosas hubiera estado la posibilidad de discernir que crímenes e infamias globales en 2019, 2020, 2021, 2022, 2023 y 2024 estaban y están en curso. Fue absolutamente sorprendente y revelador que la respuesta al más grave insulto que jamás se ha proferido contra la inteligencia fuese tan débil, sonase tan hastiada. ¿Conspiranoias? ¡Y un carajo! 

La primera ventaja adaptativa de la mentalidad del acomodo es que dispensa a sus feligreses de pensar. Claro, lo de no pensar es lo más de lo más cuando lo pensable ya te lo han dado pensado. La segunda es que suministra al creyente una idea del bien común a que adaptarse. ¡Pues ay, amigo!, que dulce felicidad resplandece en los rostros cuando se ejerce la ejemplaridad del bien común.
¿Sabes lo irónico de todo esto? Bien común dice...Después, meses y años después, las consecuencias del acomodo a las piruetas tragicómicas de aquello que quisimos llamar destino se han tornado exactamente eso: destino.

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