Por Eloy González
Recurrir a los latinismos es algo socorrido y para algunos puede resultar una horterada pero a mí me gusta. En el caso de la dimisión y debacle Rivera, algo muy cantado, va muy bien el título: vae victis o ay de los vencidos.
Allá en el siglo IV nada menos que antes de Cristo, el jefe galo Breno conquistó a una Roma aun débil. Cuando los romanos se decidieron a comprar su libertar, el galo exclamó “vae victis” o “os vais a enterar” o simplemente, el vencido no tiene derecho a nada.
Volviendo a Rivera y a su descabalgamiento, sinceramente siento cierta pena. Siempre me ha parecido un político capaz con buenas dotes comunicativas. Fue un aire de esperanza en el lejano 2006 cuando su formación surgió de eso llamado “sociedad civil” para enfrentarse a la hidra catalufa de los Pujol y cía.
Ahora todo el mundo está explicando su punto de vista de cómo es posible que hayan perdido no sé cuantos millones de votos y se hayan quedado con 10 escaños. La verdad es que la cosa da mucho juego y esto va a quedar para la posteridad de los análisis políticos.
A mí no me convence mucho eso que se oye tan machaconamente de que Rivera “dio un giro a la derecha” o “quiso llegar a la Moncloa” o “se propuso ser líder de la derecha”. Yo creo que no es eso. ¿Se imagina si hubiera dado un “giro a la izquierda” o se hubiera propuesto ser el PSOE 2? No tendría ni 5 escaños. No veo yo a nadie de izquierdas de toda la vida votando a Rivera. Y es que, también, a alguien que no se define como “de izquierdas”, el toro le pilla fácil por no decir que siempre le pilla.
Luego está eso de “es que Rivera se negó a pactar con Sánchez y bloqueó la investidura”. ¿Se acuerdan del “con Rivera no, con Rivera no” y “pues no” en el balcón enfervorizado de Ferraz? ¿Cómo vas a pactar con un tío así si precisamente no quiere pactar nada contigo?
El tema, en mi opinión, más bien pasa por la indefinición estructural que es o fue Ciudadanos. Un partido es como las personas: o te defines bien o acabas en la irrelevancia en cuatro días porque ni se te valora, ni se te aprecia o te acaban llamado “veleta”, en el caso de Rivera, “veleta naranja”.
La tal indefinición se ve ya en las bases del partido que se pierden en las siglas y etiquetas. Si hablas con militantes comprometidos, lo tienes más claro. Hay un fuerte debate de ¿el centro existe? (ya el tema me parece deprimente pero mucho). Podemos seguir con “somos centristas pero reformistas” o “somos liberales socialdemócratas” o somos “socialdemócratas pero de centro”… de centro centrado a no sé qué lado.
Lo de ser “de centro” en España encima es algo que no entiende casi nadie, a no ser que lo veas como “hoy me interesa esto pero mañana lo otro, según”. En país con los rescoldos interesadamente reavivados de una guerra civil, no se puede ser de centro porque no tienes muchos compradores y menos aun, fieles en el tiempo. Puedes fabricar unos helados estupendos pero vete a Groenlandia a venderlos.
El concepto “centro” puede ser válido en países más sesudos de tipo Alemania donde no es raro encontrar grandes consensos entre partidos y con los centristas haciendo de árbitro pero ¿en un país donde se están abriendo cunetas de hace 80 años? ¿En serio, Jorge?
Rivera ha sido barrido por esa indefinición, de soy liberal pero el que tengo al lado tiene una pasado más socialista etc etc por eso pongo a Valls que viene del socialismo francés o un caso cercano a este que escribe, a Juan Vázquez en Asturias, el que dijo en un acto de campaña de Ciudadanos del 28-A, “soy socialista de toda la vida”. ¿Quién entendió esa política de fichajes, de figurones externos, pasando por encima de candidatos válidos del partido?
La puntilla a todos estos pies de barro fue el abandono del partido en Cataluña. ¿Qué pintaba Arrimadas en Madrid cuando precisamente fue Arrimadas la que ganó las autonómicas con más de un millón? ¿Qué sentido tuvo eso estando ya Rivera en Madrid? Cs es sexta o séptima fuerza en la comunidad ahora mismo.
Soy muy pero que muy pesimista, con el futuro de Ciudadanos. Pasar de 50 y tantos escaños a 10, recuerda mucho al CDS de Suárez, que hay que recordar era la quintaesencia de centrismo. Se habla mucho de Inés Arrimadas como sucesora, como salvadora de un partido en ruinas. Puede ser pero le llevará tiempo porque tampoco convence del todo a mucha gente, (a mí por ejemplo) simplemente por el detalle de su voz que no muestra firmeza: es demasiado aguda. Eso detalles son lapidarios en un líder.
A Margaret Thatcher en sus inicios, se la tomaba por el pito del sereno porque (aunque cueste creerlo) tenía voz de pito. Un asesor de imagen le dijo “Maggie o engolas la voz y te haces creíble o no llegarás a nada”. No hace falta recordar a donde llegó la tal Maggie.
De esto saben mucho aquí los del PSOE, tipo Zapatero o Sánchez, de profesión engoladores.