La fuerza de la verdad


Existen personas despiadadas, oscuras, obtusas, etc., que incurren en gravísimas faltas y, en algunos casos, más de los que nos imaginamos, éstas quedan impunes al no ser descubiertas; incluso puede llegar a involucrarnos en muchas de sus tropelías, dado que no les importa engañar, robar, asesinar, etc., con tal de hacer valer su voluntad (en la mayoría de los casos les da por apropiarse de lo que no les pertenece, con el fin de aparentar ser una persona triunfadora en la sociedad, al margen de que su interior esté prácticamente perdido, vacío de amor; teñido de rencor y desprecio.

Cuando ocurre un hecho tan vil o despreciable, como es el asesinato del pequeño Gabriel, la sociedad se muestra altamente consternada, ante la magnitud de los hechos acaecidos; en este caso concreto yo me pregunto si ciertas personas pueden estar tranquilas, sentirse felices... No lo creo; pero si en verdad no lo estuvieran: entonces, ¿por qué se empeñan en seguir por ese camino diabólico?

Qué sabe nadie, una vez metida la persona en esa vorágine de sentimientos, seguramente le resultará difícil salir indemne del asunto; o tal vez sea porque se actúa según les vengan dadas; no obstante, cuando el ser humano incurre en algún hecho despiadado y éste lo oculta por miedo, por conveniencia, etc., de inmediato surge en la persona lo que se llama una huída hacia delante: una mentira tapa otra mentira aún mayor (se generan falsas coartadas); así es como se va construyendo el universo de apariencia o castillo de naipes: casi siempre frágil, velado, obtuso; dotado de profundas contradicciones. Cuando algún naipe se descuelga, el castillo hecho de papel puede venirse abajo... y, la persona perversa, puede incluso sentir el impulso de volver delinquir, al sentir su integridad amenazada... Es por eso que, un mal oculto, bien pudiera generar otro mayor; de ese modo, en el agresor, se desata una lucha interna o puro instinto de supervivencia (sabemos de robos que han terminado en asesinatos).

La historia del malvado bien pudiera empezar por una profunda frustración, iniciada en el periodo de la infancia: personas que han sido obligadas a llevar una vida indigna, desde el principio de su existencia, tienen muchas de esas papeletas ganadas; también las hay que –teniéndolo todo– se sienten infelices porque se comparan constantemente al poseer una estima muy baja; luego tratan por todos los medios de sobresalir con un claro interés (social, político, económico...) inclusive, por encima del propio sentimiento humano: para ellas es esencial su imagen, a pesar de vivir en una mentira constante, lejos de la realidad.

La imagen que proyecta la mayoría de los delincuentes les hace ponerse en guardia al vivir por encima de sus posibilidades; también porque la mentira es un mal sostener un castillo de naipes: la verdad tiene su fuerza, puja por salir; ésta pone en jaque a la mentira; no obstante, en el momento que la persona baja la guardia, de nuevo sale el monstruo que lleva dentro, dado que nadie puede fingir eternamente. No olvidemos que una cosa es desear algo y otra bien distinta es ser feliz con lo que se ha adquirido por encima de la ética y la moral.

Existen sueños que se logran a través de los demás: un hijo no se logra con una voluntad propia, se necesita colaboración... A veces nos metemos en empresas oscuras por nuestra voluntad utilizando sentimientos ajenos para lograr objetivos denunciables (volvemos a citar el caso de Ana Alicia: mujer manipuladora en grado sumo).

Las personas oscuras no son francas, porque esconden objetivos nada éticos; la mayoría de las veces lo saben, por ello se ocultan con velada apariencia... A lo largo de toda la historia ha existido la prueba de ciertas personas que han utilizado sus encantos para fines concretos: Mata Hari (Margaretha Geetruida Zelle, 1876-1917) la espía más famosa de todos los tiempos.

El amor es un sentimiento vital, muy valioso, desde el instante que a nadie se le puede obligar a querer: “el amor sólo con amor se paga”, cito una frase de Santa Teresita del Niño Jesús. Es por lo tanto mágico, grandioso... no tiene precio; otras historias son los servicios sexuales, los cuidados o atenciones, etc. (que hacen más llevadero la falta del verdadero amor).

Las personas amorosas tienen su estrella: son generosas, sinceras, derrochan simpatías y dan cariño a sus amistades... En cambio las oscuras, egoístas o perversas, no suele ser tan dativas ni muestra tanta empatía; no obstante, saben bien elegir a sus perfectas victimas; éstas suelan ser más bondadosas y poseer luz propia (ideal para ser vampirizadas por las personas malvadas).

La fuerza de la verdad puja por salir a la luz; no obstante, en esta sociedad donde vivimos, existe el claro contrapunto de la verdad, en algunos casos es el de la conveniencia, o lado oscuro: Un mismo hecho, desde distintos puntos de vista, pudiera venir orientado uno por el de la verdad, otro por un claro interés individual o (si me apuras) partidista... Aunque, no olvidemos nunca que la verdad puja por salir y, algún momento, aflorará con fuerza.

"La Verdad se cierne en un deseo dormido, / en llamadas errantes de sueños
banales, / o en los cantos de piedras, de ideas nacientes: / enterrado, o entre el fango,
persisten verdades: / ¡Ah! La verdad es gigante".

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