Por Ezequiel Tena
Felicito a la juez Lamela por su defensa de la ley y de la independencia judicial. Estoy entre los que piensan que ha actuado según la ley a la que se debe, sin miramientos hacia las conveniencias políticas de unos y otros.
El Pueblo español se manifiesta raras veces: en Ermua, en Madrid contra la política antiterrorista de ZP y en Barcelona estos días atrás. Tres veces. Nada más. Una característica común a estas sacudidas es la espontaneidad, señal de que se ha tocado la fibra más profunda de la Nación. Hubo algún intento más, malogrado enseguida por quiénes envenenaron el rumor de fondo, auténtico y con el peso de la verdad, intentando dirigir hacia sus intereses el movimiento natural; entonces un poso de disgusto y manipulación disolvió cono un azucarillo el runrún de España.
A Rajoy no le conviene el auto de la juez Lamela, pero esta noble mujer le ha puesto al Presidente el aliento, la verdad y la advertencia de España detrás de la oreja. Oído, navegantes, no aceptamos cambalaches. "Puigdemont, a prisión".
Hoy la democracia española certifica su mayoría de edad.