La Pasión del Hijo del Hombre


La pasión del hombre es un “sentimiento muy intenso que domina la voluntad y puede perturbar la razón, como el amor, el odio, los celos o la ira”. Es una las definiciones de la palabra pasión; pero la persona altamente desapasionada puede incurrir en todo lo contrario, hasta llegar a caer en la rutina o la falta de atención; aunque, el ser desapasionado, también tenga sus connotaciones positivas: “El ser desapasionado no te divide. De hecho, te conecta con el momento presente” -según comentarios de Jai Guru Dev, entre otras anotaciones que pululan por los blogs de la redes.

Lo cierto es que el mundo está dominado por las altas pasiones y, dejarse atrapar por ellas, también tiene sus consecuencias positivas. El arte, elevado al exponente de alta pasión en los pintores, músicos, poetas, escultores, actores..., está recomendado sin llegar a abusar, esto es, como terapia contra muchas afecciones: tristeza, soledad, infortunio..., e incluso lo llegamos a convertir, llegado su momento, en la perfecta excusa para conectar, difundir y evocar fructíferas conversaciones socioculturales ante una sociedad en progresivo avance.

La pasión tomada desde el ángulo negativo, también tiene su intríngulis, y, hoy en día, está alcanzando cotas preocupantes. Todos sabemos que en el hombre ha prevalecido el ansia de poder y de dominio a través de los siglos (lo vemos reflejado en el Cristianismo en los siete pecados capitales).

Si seguimos ahondando sobre la pasión, comprobaremos que la gran parte está en nuestra mano transformar la vida y todo depende del modo de gestionar los sentimientos; es decir: con qué grado se llevan a cabo los deseos propios, sin interferir en los ajenos que pululan por la sociedad.

Cada cierto tiempo es aconsejable que el hombre se revise, haga su propio balance personal, material..., ante cualquier tema o sentimiento que lo requiera, para darnos cuenta de los errores cometidos, ya que, las pasiones, junto con una insana forma de proceder, pueden obstaculizar los objetivos a seguir en la vida.

Si uno de nuestros principales objetivos es ser aceptado por los que nos aman o rodean, entonces, deberíamos permanecer alerta, ya que pudiera ocurrir que los tengamos descontentos con nuestra actitud, quizás un tanto egoísta y -en algunas ocasiones- podríamos llegar a sentirnos mal con nosotros mismos.

Propongo una opción, ahora que entramos en La Semana Santa: podríamos ir a visitar la casa de este Buen Amigo y

Hallemos al Señor a nuestro lado *

Presiento al Salvador en mi costado
izquierdo, -con dolor latente y vivo-,
que nace de un clamor dubitativo,
de egoísmo imprudente, enamorado.

Hallemos al Señor a nuestro lado:
razón con corazón, sin ser esquivo;
la llama de Su Amor, tan dolorido,
se encuentra en El Sagrario, coronado:

La Pasión Celestial que yo persigo.
Andemos los caminos a Su lado,
pues, queda el hombre solo y desvalido,

sin ruta ni ilusión: ¡qué equivocado!
Hablemos al Señor, como un amigo:
“Protégenos del mal, Amor Amado”.

Llegamos a la última parte del artículo: cuando la expresión “La Pasión” se escribe con mayúscula. Vemos que hace referencia a La Pasión de Cristo. Y, en eso andamos, aunque se haya hecho escasas referencias sobre Ella; no obstante, dada la fecha que atravesamos, sería conveniente recordar el verdadero significado del concepto “Hijo del Hombre” que, de una forma resumida y textual nos dice: “Jesús es el Mesías, y que Él es verdaderamente un ser humano”.

Luego, como ser humano, ¿no nos da qué pensar?, ya que Él tuvo la posibilidad de caer en las altas pasiones: Recordemos las tentaciones (Mt 4, 1-11).

Pues, que La Semana Santa nos sirva para conmemorar la Resurrección de Jesús de Nazaret; dicho de paso, fomentar nuestra pasión ante las cosas positivas de la vida; nuestra muerte o cambio ante las cosas negativas y nuestra propia resurrección, para llegar a ser un hombre nuevo, colmado y gozoso (dando soluciones al momento terrible que nos habita: difícil papeleta la que nos ha tocado vivir en este complicado presente).

Que las fiestas nos muevan e inspiren futuras promesas cargadas de prosperidad para todos nosotros: pongámonos ese hermoso deseo en marcha, cambiemos por el bien propio y ajeno; siempre con el esfuerzo personal y solidario.
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Referencias poéticas
*(Juan 14:21, 23; 15:10, 12)

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