[¡Bienvenido a LETRA LIBRE!]
Después de tragarme todo esta actitud contraproducente de los “sabios”, que sólo saben quejarse, sin saber verdaderamente lo afortunados que son por vivir en un país como España, por ser españoles. Después de escuchar todos estos titulares vacíos, creo que tengo algo que decir.
No entiendo por qué muchos españoles somos tan injustos con nosotros mismos. ¿Por qué no defendemos lo propio y adoptamos una actitud más positiva y orgullosa?
No es verdad que somos un país lleno de chorizos y ladrones, no es verdad. Que una parte de nuestra clase política sea corrupta no justifica que juzguemos a la cantidad de grandes políticos y funcionarios honrados que tienen verdadera vocación de servicio público. Somos un país con gente generosa, humilde y con un gran corazón, líderes en el mundo en donaciones y trasplantes. Somos gente alegre y hospitalaria, destino favorito de estudiantes y del turismo internacional.
Tampoco es cierto que seamos unos vagos y unos ninis. Lo que pasa es que sabemos disfrutar de la vida tanto como trabajar. Somos exportadores de talento y muchos jóvenes por desgracia no tienen otra opción que buscar que les valoren fuera de nuestras fronteras. Somos muy activos en innovación y emprendimiento.
País exportador por excelencia, con grandes infraestructuras, con empresas líderes en todo el mundo, ejemplo a seguir en energías limpias, una gastronomía única, una diversidad que nos hace inmensamente ricos.
Tenemos un patrimonio cultural de un valor incalculable, somos el tercer país en patrimonio de la humanidad del planeta. Una historia apasionante y unas tradiciones que nos hacen únicos.
Contamos con deportistas extraordinarios que posicionan nuestra bandera donde debe estar, en lo más alto. La pena es que solo saquemos nuestros símbolos cuando juega nuestra selección y no llevemos nuestros colores permanentemente en nuestro corazón.
Somos la cuarta economía de la zona euro y nuestras universidades están llenas de jóvenes emprendedores que aseguran un brillante futuro.
Y un largo etcétera que me encantaría poder alargar y que de vez en cuando es bueno que recordemos, pero por lo visto esto no interesa…
Interesa más el pesimismo, palabras como: desempleo, abandono escolar, corrupción, CRISIS. Y bien es verdad que todas estas palabras tienen una gran importancia en nuestra sociedad y tenemos mucho que hacer en nuestro país. Pero en mi opinión, me reitero, no estamos siendo justos con nosotros mismos y por aquí empezamos a perder lo que profundamente nos une…
Aparte de la bien conocida crisis económica, tenemos ante nosotros una crisis de autoconciencia, de orgullo, de sentimientos.
No debemos confundir la buena autocrítica que lleva a la superación y el perfeccionismo con una constante actitud autocrítica destructiva. Sin fundamento y contraproducente que nos lleva a conflictos mayores. Por supuesto tenemos que mejorar muchas aspectos en nuestro país, pero para cambiar algo a mejor primero tienes que sentirlo como propio. Sentir que este proyecto común es consecuencia de las actuaciones de todos y cada uno de nosotros unidos y no de una España lejana e impersonal.
Ya no es cuestión de ver el vaso medio vacío ni medio lleno, sino de sentimientos. Parece que no nos sentimos españoles, o peor aún, que tenemos que sentirnos avergonzados por ello. El problema es muy complejo pero una parte de éste es debido a que muchos ignorantes creen que sentirse orgulloso de tu país es, incluso, sinónimo de ideología fascista. Aquí es bueno distinguir entre patriotismo, que es el amor a lo propio, y nacionalismo, que es el rechazo de lo que se considera ajeno.
Esta es, en mi opinión, la verdadera crisis. Un problema que está destrozando nuestra identidad como país a pasos agigantados, desde lo más profundo. Tenemos que buscar una solución de manera urgente a esta creciente lacra. Esto, por lo visto, no acaba con sentencias del Tribunal Supremo o del Constitucional, esto termina desquebrajando un país por culpa del odio y la repugna hacía lo propio, por la falta de un sentimiento de pertenencia y unidad nacional. Es una epidemia contagiosa y cada vez más frecuente entre jóvenes, hoy en día este discurso ha llegado a instituciones e incluso a las Cortes. Estos sentimientos están distribuidos cada vez más a lo largo y ancho de nuestra geografía, están dejado de ser un problema exclusivo de algunas regiones. Creo que gran parte de estos procesos de ruptura comienzan con esta crisis de orgullo, que ambos temas están estrechamente relacionados.
Deberíamos dejar de escupir crítica fácil y concienciarnos sobre el camino que hemos construido, de lo que hemos hecho y de todo lo que podemos lograr si creemos en nosotros mismos, juntos. Dejar de echarnos en cara el pasado unos a otros y enfocarnos en un futuro que estoy convencido que solo podemos afrontar unidos bajo un sentimiento de fraternidad. Ser español es estar “a las duras y en las maduras”. Somos un gran país envidiado internacionalmente, ¿tenemos que esperar a que nos lo digan desde fuera?
Podemos ser diferentes entre nosotros y sentirnos todos españoles al mismo tiempo, por mucho que algunos no lo quieran entender. Estos solo tienen que abrir la primera página de la Constitución Española en su Artículo 2, pero lo que pasa es que se están pasando por las narices los derechos y libertades de todos los españoles con una chulería digna de un inconsciente. Estos que sobrepasan la ley y contagian estos sentimientos, estos mismos deberían de saber el grandísimo daño que están haciendo a la democracia y a los valores que juraron proteger. Pero lo peor es que el pueblo español, a causa de la proliferación de estas actuaciones ilegales, empiece a ver como “normal” este tipo de actos deleznables por parte de representantes políticos, no debemos caer en esa falta de sensibilidad moral. Al violar la constitución de esta forma y alardear de la desobediencia a los poderes judiciales, sin aparente consecuencia, estamos perdiendo poco a poco lo que tanto tiempo y esfuerzo nos ha costado a ganar. Ojalá viera manifestaciones a favor de proteger estos derechos que se están empezando a nublar como las veo por los derechos de los animales o de los presos etarras. ¿Dónde está la vara de medida moral?
Yo me siento orgulloso de mi país, de mi bandera y sobre todo de ser español.
Creo que podremos superar cualquier calamidad de cualquier envergadura. Pero solo si trabajamos unidos, si sentimos unidos, si nos queremos por todo lo que somos y por lo que podemos hacer juntos.
Como dijo Marañón después de la Guerra Civil: «Soy español, un español que siente hasta en la médula de sus huesos, hasta los rincones más hondos de su alma, el orgullo de serlo».
Somos uno de los mejores países del mundo, solo falta que empecemos a sentirlo todos juntos. Recuperemos el orgullo de ser español.