La Poética del Álamo


Es José María del Álamo hombre de unos increíbles ojos verdes; con una poética instalada en su ser, desde el primer instante que lo miras hasta que os decís el último adiós en un planeado encuentro cultural; no obstante, mi querido amigo, a veces se comporta como un chinche en cuanto se pone a debatir temas literarios entroncados con la política (aunque tenga más razón que un santo y –yo– no le lleve la contraria, que todo hay que decirlo). También hay que añadir en su favor que nunca ha llegado la sangre al río, y si no que se lo pregunten a Eladio Méndez, otro compañero poético cortado por el mismo patrón: juntos añaden gran parte de la sal y la pimienta a nuestra compartida tertulia emeritense GALLOS QUIEBRAN ALBORES (una asociación poético cultural que va camino de celebrar su XXV aniversario y que viene organizando sus reuniones en la Biblioteca Pública del Estado “Jesús Delgado Valhondo” –Mérida– una o dos veces al mes, exceptuando los meses de verano).

Del Álamo es dicharachero por naturaleza; profundamente enamorado de la vida, entrañable y humanitario, de eso no nos cabe duda a aquellos que le conocemos, incluido los que pleitean con él. A veces le decimos que deje continuar con el texto literario al compañero de turno, y es que le puede esa pasión suya que le caracteriza, no deja lugar para el sosiego: posee un corazón rebelde, justiciero; cargado de nobleza, simpatía y buenas vibras (se diría que es todo corazón: un alma buena, solidaria, como bien le describe la poeta Ana María Castillo en una de sus presentaciones).

Ha escrito el poemario Licátropo no es una flor “con excelente acogida y buena crítica” y el poemario antológico 40 años de poesía. En este último título nos muestra la recopilación de una obra iniciada en el año 1995 hasta el 2015. En la antología va el prólogo del propio autor, donde reconoce que, su obra, “es una forma de afrontar la realidad cotidiana” y, por tanto, esencial la evasión de sentimientos en el poeta. Consta de 257 páginas, incluyendo fotografías en blanco y negro de los diferentes actos literarios; también, aparecen detallados unos 40 títulos obtenidos a lo largo de su trayectoria, entre premios, menciones e incontables publicaciones colectivas, además de publicaciones pendientes.

Es un hombre inquieto y apasionante, donde los haya; además del verde intenso de sus ojos, impregnado de poética, del Álamo posee la capacidad pictórica: ambas artes –tanto su pintura como su escritura– quedarían envueltas en un profundo latigazo de tristeza desde el instante mismo de la desaparición de uno de sus tres vástagos, en concreto de su hija Inmaculada: se fue con tan sólo 21 años. Este hecho ha llevado al poeta a un reajuste existencial, dando lugar a bellísimos versos nacidos del alma. Del igual modo viene detallados los 24 temas de la colección de su obra plástica en 40 años de poesía. Últimos títulos: Rudimentos del color y “Se pondrá el tiempo amarillo...”; son para él “ testigos impasibles / las piedras hilvanan / retazos de la historia...”

En esta obra antológica, el autor, ha ido recopilando las diferentes críticas literarias de Manuel Pacheco, Jesús Delgado Valhóndo, Ana María Castillo, Manuel Rodrigo Asensio, Susana Antequera Correa, entre otros; sin olvidar los numerosos agradecimientos que hace a maestros, compañeros, amigos, etc.

A lo largo de cuarenta años, del Álamo, ha desempeñado actividades políticas, sindicales (ha sido Concejal Delegado, Deportes y tráfico de Cultura, etc.) y laborales (fue presidente, directivo, fundador, cofundador, promotor de grupos culturales, entre otros). Ha asistido a numerosos actos culturales: presentaciones, coloquios, debates, mesas redondas, recitales, ferias culturales, ponencias; en intervenciones radiofónicas, periodísticas y televisivas.

Para definirle poéticamente he escogido algo suyo, sencillo y profundo que, a su vez, lo engrandece y lo hace más humano: son unos versos dolorosos, escritos a su hija Inmaculada, que remito, especialmente, a ella, adjunto al sentimiento paternal en constante espera: Te escribo porque amo / tu recuerdo y el mundo / que dejaste guardado / en mi alma de herencia... Como anécdota antológica adelantaré que ha sido la propia Inmaculada, tocada por las musas, la que nos ha dejado unos versos que su padre recoge fielmente en 40 años de poesía: quedémoslos en suspense para todo aquel que se decida adquirirla.

Esta es la herencia cultural que nos ha dejando, por el momento, nuestro compañero poeta, pintor... José María del Álamo; no cabe duda que, un hombre tan inquieto como él va a continuar dándonos ejemplo de grandeza creativa con su imparable trayectoria, acorde con ese inflamado corazón, colmado de amor a su gente... siempre adornado con esa mirada de esperanza que caracteriza a sus increíbles ojos verdes, plagados de poética, desde el instante que lo miras hasta que os decís el último adiós y, al fin, planear un nuevo encuentro literario: así es la poética irresistible del Álamo.

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