Todos los verbos perdidos


A Jaime Gil de Biedma
Yo solo me embarqué,
¿adónde llegaré?
Yo solo me embarqué,
nadie sabe porqué.
¡Pero yo sí lo sé!
Jose María Hinojosa
Me levanto despacio y ya no tomo café
sólo huelo la travesía de los verbos que anoche pronuncié,
(au revoir mon amour),
verbos extraños que incendian la lengua inflamada
(poesía emblemática de perfil),
y ya no vuelo tan ebrio, ahora transito y recorro la sobriedad,
la capacidad de los libros, el viento incesante
-ese viento, ese viento-
y las escaleras anónimas. Los días son verbos
que maltratan al estómago indeciso.
Los verbos me castigan, como tú me hastías con tu ira,
y eso que eras todo para mí, pero el ardor de tu calma
mataba sin desafíos, agonía que no se va.
Pero ya no vuelo con tu compañía y la ayuda
sobra, como los sentimientos primitivos de aquellas columnas métricas
de otro tiempo. Te lo ofrecí pero jugabas a las cartas,
repartiendo verdades absolutas como ese desvarío fascista,
tonto, imbécil, incoherente, atravesándome lentamente,
saqueando esos ojos famélicos.
Empiezo a perder los verbos, sus conjugaciones, sus dilemas.
(Calla, calla, que se pierden y vomitas pereza, sigue callando).
Y se pierden, entre las noches oscuras y bastardas.
(Love me like you do). Ojalá alcanzara los morfemas,
pero ya están perdidos como esos verbos imprecisos
que se pierden en el mar, ese mar que siempre me espera.
Me acuesto, solo me acuesto.
Sevilla, agosto-septiembre 2015

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