Gongorismo de vacaburras y engendros de la estupidez humana
A los envidiosos, a los que no tienen vida, a los sectarios... sigan ladrando y yo mientras tanto disfrutando y cabalgando, vuestra inferioridad es un síntoma a medicar.
Podría dar un grito pero se espantaría la transubstanciación.
Hay que guardar silencio. Esperar en silencio.
Vicente Huidobro

Fumando espero
el desvarío de estos engendros
como Némesis envidiosas de la justica retributiva
cuyo ruido es un inmenso alboroto de mugre enmugrecida
cuyas bocas insaciables son el culto de la iconografía rupestre,
deglutiendo arcadas, absorbiendo memeces y gracejos apocalípticos.
Esperando al ejercito mutilado de vaginas fálicas y empobrecidas
fumo algarabías, observo parametrios perforados en sus índices
ignorantes e iletrados, tumulto infinito de indoctos.
Amplío el horizonte, llegará Eris con su discordia prostituida,
el caos y la venganza y beberán succionando su flujo homicida,
y serán sustancia improductiva entre sus propios vómitos,
y seguiré negando a las maestras vulgares con úteros alterados
de lubricaciones enfáticas. Llegará la música satánica
con sinfonía de elementos atroces y arderá la clavija,
ausentándose la depravación de sus cerebros imberbes.
He apagado el cigarrillo, no voy a gritar, concebiré
el silencio acentuando la cólera de los necios,
y subiré, subiendo, escalando, ascendiendo la infinita subida
al Monte Carmelo.

Sevilla, julio 2014

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