Atendiendo
a los resultados del pasado día 25-2-13, día de elecciones a la presidencia del
Gobierno italiano, podemos destacar los siguientes tres datos:
-Berluschoni:
29,18%
-Beppe Grillo:
25.55%
-Mario Monti:
10.56%
Procedamos a analizar los “expedientes”
de cada uno:
-Silvio Berluschoni:
especialmente notorio en los últimos años por las declaraciones contra su
persona por prostitución infantil, abuso de poder, etc. Fracasó en su último
periodo de gobierno especialmente debido a su gestión ineficaz y escándalos
sobre su persona. Un “personaje” curioso en toda regla.
-Beppe Grillo: cómico, con un
programa electoral basado en el apoliticismo, agua pública, transporte,
desarrollo, conectividad y medio ambiente, son sus características más
diferenciadas, a las que encuentro dos divergencias personales:
Un cómico ocupando un cargo
importante en el Congreso, sin haber tenido formación especializada para ello,
¿se imagina a Cantinflas al cargo del Ministerio de Economía? Yo,
personalmente, no, ya que escapa de su competencia, al igual que no contrataría
a un obispo parra que me arregla una cisterna
Similar a su apoliticismo, proclama
vencer a la política renegando de ésta, pero a la vez sirviéndose de ella.
Nadie combate el insomnio con café, a mi entender
-Mario Monti: asumió la
dirección de un país arruinado y con múltiples fallos estructurales, falto
siempre de financiación externa y lo dinamizó con reformas, evitando rescates y
dando seguridad y tranquilidad. Alumno de James Tobin en Yale, profesor de
economía en Turín, ha hecho efectiva la teoría de una política centrista y
encabezada por técnicos.
No sé si será Mediaset, el propio
carácter de los italianos, el lambrusco autóctono, su falta de amor propio, el
caciquismo mafioso,…, pero está claro que la democracia es la que ha dado a luz
estos resultados.
En lo que a mi respecta, el
verdadero problema de esta distribución es la propia democracia, cuando ésta
evoluciona hacia el populismo, en el que las masas votan en un especial sentido
pendular hacia un partido u otro dependiendo de sus encabezantes, retóricos
natos, a veces sin mínima formación política como Grillo, a favor de las
minorías que realmente están al tanto de la situación, en conceptos de Ortega y
Gasset