Por el alumno Álvaro Camacho |
Año 2012, tras dos siglos de ajustes estructurales, parece
clara la asimilación de democracia perfecta, la forma de gobierno absoluta,
imposible de superar. Esta democracia funciona de una manera mecánica: la
soberanía popular en la representación de los ciudadanos por elección y
voluntad de la “plebe”. ¿Qué bonito no? Sólo ha un problema, cuando la
representación del pueblo abarca más de lo que puede sostener. La mayoría de
los ciudadanos en las urnas eligen respecto a una ideología propia, esta
ideología engloba diversos aspectos. La mayoría de los partidos políticos se
califican como progresistas o conservadores, asumiendo aspectos claramente
diferenciables: política económica y política social.
El Estado no es más que un simple agente económico, que gestiona
los recursos disponibles por el pago de los ciudadanos. Además, el gobierno
también elabora leyes para mantener la sociedad actual, pero sin pasar la
designación de agente económico. Imagínese, el banco gestiona sus cuentas pero
¿le dice el banco qué debe hacer en el ámbito social o cómo debe educar a sus
hijos?, no lo creo. Lo mismo se puede aplicar al Estado, que debería limitarse
a dinamizar la economía y dar cobertura.
Otro inconveniente de este Estado “multifunción” es que al
tener cada tendencia –conservadores y progresistas- su propia postura
ideológica en torno a las leyes óptimas de la sociedad equilibrada, la
alternancia en el poder da lugar a inestabilidad y cambio ya que las leyes se
cambian conforme cambian los gobiernos. Véase las últimas leyes de educación.
A qué da paso esto, a una soberanía indirecta y
desorganizada, los políticos representan la voluntad de los votantes, sí, pero
engloban demasiados poderes y les viene grande, en una economía claramente
capitalista la economía debe estar actualizándose continuamente, los cambios
jerárquicos los provoca únicamente la surgida de un competidor más fuerte y el
ciudadano elige quién gobierna y quién manda en el mercado, ¿hay algo más
democrático que esto? La representación económica es un gasto económico
innecesario y claramente desigual, los gobiernos que gestionan el país lo
conforman personas que no se dedicaron a gestionar, sino a representar y hacer
leyes dando por hecho que es la voluntad de la mayoría.
Y digo yo: ¿no sería más fácil ahorrarnos un dinero en
representaciones para invertirlo en dinamismo? Cambiar esta “soberanía
indirecta” imperfecta por un método infalible: el referéndum, lo que el pueblo
español en su totalidad y unanimidad quiere, su verdadera voluntad y dejarnos
gestionar, no gobernar. No que tomen decisiones sobre nuestra convivencia, sino
que ayuden a esta “gran empresa” a encontrar su hueco en el mercado ahí fuera.
Le llaman tecnocracia, yo pienso más en un reparto racional
de funciones.