[Amplísimo documento teórico que contempla las figuras literarias con ejemplos]
Útil y necesario para el COMENTARIO DE TEXTO LITERARIO
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DEFINICIÓN
Entendemos por figura retórica toda modificación del uso normal y corriente del lenguaje; para que dicha modificación se considere realmente como una figura retórica debe obedecer al propósito de alcanzar una expresión innovadora y atrayente. Las figuras aparecen, sobre todo, en el ámbito del lenguaje literario, lo cual no significa que sólo podamos encontrarlas en él. Tanto en el uso cotidiano como en los distintos lenguajes especializados es posible hallar un inventario rico y variado de figuras; algunas de ellas se utilizan casi inconscientemente; otras son deliberadas, y responden a los más diversos propósitos: la persuasión (en el mundo de la publicidad), la necesidad de captar rápidamente la atención del lector y de saber mantenerla (en el periodismo), el afán de crear un efecto estético (en la literatura), etc.El término retórica procede del latín rhetorica, el cual, a su vez, procede de una palabra griega que significa «el arte de la elocuencia», es decir, el arte de hablar bien en público y de convencer a la audiencia. Para cumplir este propósito, el rhetor, es decir, el orador, debía conocer y emplear correctamente una serie de recursos que, en su mayor parte, coinciden con lo que actualmente denominamos figuras. En su aplicación contemporánea al terreno de la literatura la retórica se ocupa de estudiar aquellos recursos expresivos que permiten al escritor conseguir los fines que en cada caso se proponga, y que pueden ser muy diversos: persuadir, enseñar, entretener, emocionar, crear belleza, etc.
A la hora de analizar una determinada figura retórica no basta con identificarla, sino que es preciso valorar y explicar la importancia y significación que dicha figura alcanza en un texto concreto. El objetivo que tenemos que perseguir no es, no debe ser, la confección de una lista o inventario inconexo y deslavazado de recursos retóricos, sino la adquisición de la capacidad para determinar en cada caso el significado de una figura, es decir, para explicar qué función desempeña o qué efecto artístico produce, y por qué ha sido utilizada por el autor. Debemos tener en cuenta también ciertas normas de sentido común: en primer lugar, señalar aquello que es importante y no lo que es accesorio e insignificante; no hay que obsesionarse con la identificación de aquellas figuras que en cada caso se conocen mejor, porque tal actitud sólo conduce a la aparición de errores mayúsculos. Ocurre también con mucha frecuencia que en un mismo fragmento (sintagma, oración o verso) coinciden dos, tres, cuatro e incluso más figuras a un mismo tiempo; ser capaz de indicarlas todas es prueba de madurez y sensibilidad, pues el texto literario es un conjunto dotado de múltiples sentidos y trabajado con esmero por el autor. Por último, téngase en cuenta que, aunque las definiciones estrictas y "académicas" de las figuras no importan tanto como su identificación y análisis, el alumno está obligado a conocer la terminología y a aplicarla con acierto.
Para un mejor entendimiento y aprendizaje de la gran variedad de figuras existente, podemos clasificarlas según ciertas categorías: figuras de posición, de repetición, de amplificación, de omisión y de apelación. Un grupo aparte lo constituyen los tropos, cuyo rasgo característico es, frente al resto de figuras, la aparición de cambios de significado en los elementos lingüísticos empleados.
CLASES DE FIGURAS RETÓRICAS
1.1. POR RUPTURA DEL ORDEN REGULAR
DE LOS ELEMENTOS DE LA ORACIÓN.
1.1.1. Anástrofe: consiste en la inversión en contacto de dos elementos sucesivos de la oración, que pueden ser sujeto y predicado, verbo y complemento, sustantivo y atributo. Hay que tener en cuenta que en castellano la posición de las palabras es muy libre, y por tanto deberemos ser cuidadosos con la identificación de esta figura; por otro lado, en muchos casos apenas se distingue del hipérbaton (en realidad, no sería erróneo considerar la anástrofe como una mera variedad del hipérbaton).
1.1.2. Hipérbaton (el plural es hipérbatos): consiste en la separación de dos elementos sintácticamente unidos mediante la intercalando un elemento ajeno de una o más palabras, que normalmente no corresponde a esa posición. Debido a la libertad de posición en castellano tendremos que tener cuidado al señalar esta figura; en todo caso, el hipérbaton será tanto más claro cuanto más fuerce el orden habitual.
1. FIGURAS DE POSICIÓN.
El criterio que distingue estas figuras es el cambio o la ruptura del orden normal de los elementos que componen una oración. Hay que ser especialmente cuidadoso a la hora de identificar este tipo de figuras, ya que en castellano el orden de las palabras es muy flexible, y admite muchas combinaciones que a menudo tienen muy escasa ‑o ninguna‑ relevancia expresiva (tan correcto es decir "Juan juega con sus amigos en el parque" como "En el parque juega Juan con sus amigos" o "Con sus amigos en el parque juega Juan"). Se distinguen dos grupos de figuras de posición.
DE LOS ELEMENTOS DE LA ORACIÓN.
Era del año la estación florida
(Luis de Góngora. El orden normal sería "Era la estación florida del año". El sujeto y su complemento determinativo han variado sus posiciones respectivas)
Colgate el mal aliento combate
(anuncio de dentífrico; en este caso se ha variado el orden -objeto directo+verbo en vez de verbo+objeto directo‑ para favorecer el sonsonete publicitario).
Quien quisiere ser culto en sólo un día
la jeri (aprenderá) gonza siguiente...
(Francisco de Quevedo)
Inés, tus bellos, ya me matan, ojos,
y al alma, roban pensamientos, mía,
desde aquel triste, en que te vieron, día,
con tan crueles, por tu causa, enojos
(Lope de Vega)
Una variante del hipérbaton es la tmesis, que consiste en la separación de una palabra mediante intercalación de otros elementos sintácticos, que se introducen entre las dos partes de la palabra. El primer ejemplo de hipérbaton (Quevedo) es también un ejemplo de tmesis.
De este, pues, formidable de la tierra
bostezo, el melancólico vacío
a Polifemo, horror de aquella sierra,
bárbara choza es, albergue umbrío,
y redil espacioso donde encierra
cuanto las cumbres ásperas, cabrío,
de los montes esconde: copia bella
que un silbo y un peñasco sella
(Luis de Góngora)
Yo fatigo sin rumbo los confines
de esa alta y honda biblioteca ciega
(Jorge Luis Borges; el adjetivo ciega, que es aquí adyacente de biblioteca, se refiere en realidad al propio protagonista de los versos, al escritor argentino Borges, ciego en su madurez)
DE LOS ELEMENTOS DE LA ORACIÓN.
a sus suspiros, sorda,
a sus ruegos, terrible,
a sus promesas, roca
(Tirso de Molina)
Variedades del paralelismo son la bimembración o dicolon, la trimembración o tricolon o la plurimembración o pluricolon; consisten en la repetición de una misma estructura sintáctica dos, tres o más veces. Pueden adoptar muy diversas formas y coincidir con otras muchas figuras; asimismo, pueden afectar a palabras, sintagmas u oraciones enteras.
Me dijo que no me preocupara, que todo se solucionaría (bimembración)
Susana tenía un cabello espeso, ondulado, precioso (trimembración)
Lo perseguimos con denuedo por los roquedos, por los peñascales, por los bosques, por los ríos y los arroyos, por los secarrales y los desiertos (plurimembración)
quitan gusto y celos dan
(Tirso de Molina; verbo-OD / OD-verbo)
cuando pitos, flautas,
cuando flautas, pitos
(Luis de Góngora; nombre A-nombre B / nombre B-nombre A)
o púrpura nevada o nieve roja (Luis de Góngora; el quiasmo no depende de la posición de las palabras, sino del sentido de éstas, que establece un claro contraste: rojo-blanco / blanco-rojo)
Mientras por competir con tu cabello
oro bruñido al sol relumbra en vano;
mientras con menosprecio en medio el llano
mira tu blanca frente el lilio bello;
mientras a cada labio, por cogello,
siguen más ojos que al clavel temprano,
mientras triunfa con desdén lozano
del luciente cristal tu gentil cuello,
goza cuello, cabello, labio y frente,
antes que lo que fue en tu edad dorada
oro, lilio, clavel, cristal luciente,
no sólo en plata o en víola troncada
se vuelva, más tú y ello juntamente,
en tierra, en polvo, en humo, en sombra, en nada.
(Luis de Góngora; como puede observarse, los elementos repartidos en los dos cuartetos se "recogen" en el primer terceto)
2. FIGURAS DE REPETICIÓN O ITERACIÓN.
2.1. POR REPETICIÓN DE ELEMENTOS IDÉNTICOS.
2.1.1. Geminación o epizeusis: consiste en la repetición en contacto de una palabra o grupo de palabras al principio, en el interior o al final de un enunciado.
2.1.2. Anadiplosa o anadiplosis: consiste en la repetición del elemento final de un grupo de palabras (sintagma, oración o verso), al principio del grupo siguiente. En realidad, esta figura es también una variedad de geminación.
2.1.3. Concatenación: se trata de la sucesión, encadenamiento o continuación progresiva de dos o más anadiplosas.
Las figuras comprendidas dentro de esta categoría se distinguen porque están constituidas por la repetición ‑o iteración‑ de un elemento (fonema, palabra, sintagma u oración) en el curso del texto. Se distinguen dos grupos de figuras de repetición:
Abenámar, Abenámar, ¡Fuego, fuego, zagales, agua, agua!
moro de la morería (Tirso de Molina)
(Romance de Abenámar)
Si la repetición es de una sola palabra se denomina, con más precisión, reduplicación (primer ejemplo); si el término repetido sirve para unir dos elementos de la frase, se llama conduplicación:
Te voy a hacer un regalo, un regalo que no te puedes ni imaginar
Si lo que se repite es una palabra o grupo de palabras a fin de reforzar la idea que se pretende expresar, la figura se denomina epanalepsis.
En las condiciones actuales de nuestra economía ‑y subrayo "en las condiciones actuales"‑ el crecimiento del paro es inevitable
ideas sin palabras ¡Mueran tiranos traidores!
palabras sin sentido ¡Traidores tiranos mueran!
(Gustavo Adolfo Bécquer) (Lope de Vega; en este caso, la anadiplosa
se encuentra dentro de un quiasmo)
Trescientos Canetes eran
de este rebato la causa,
que los rayos de la Luna
descubrieron sus adargas;
las adargas avisaron
a las mudas atalayas,
las atalayas los fuegos,
los fuegos a las campanas
(Luis de Góngora)
Y desventurados de los que por ostentación quieren tirar la barra con los más poderosos: el ganapán como el oficial, el oficial como el mercader, el mercader como el caballero, el caballero como el titulado, el titulado como el grande, el grande como el rey, todos para entronizarse. (Mateo Alemán)
Dicen que me case yo ¡Qué alegría, en el campo, qué alegría!
no quiero marido, no (Rafael Morales)
(Gil Vicente)
Salid fuera sin duelo, Cuéntale tú, Antonia, cuéntale
salid sin duelo, lágrimas corriendo tú, Lorencina
(Garcilaso de la Vega) (Ramón del Valle-Inclán)
Parece que los gitanos nacieron en el mundo para ladrones: nacieron de padres ladrones, críanse con ladrones, estudian para ladrones, y finalmente salen con ser ladrones corrientes y molientes a todo ruedo. (Miguel de Cervantes)
El mar. La mar.
El mar. Sólo la mar
(Rafael Alberti)
Lindo con tu silencio, en la hora fría
en que todo está dicho. Palpo ciego
tu encontrado silencio. Parto y llego
de silencio a silencio, día a día.
(Rafael Guillén)
2.1.9. Retruécano o conmutación: en esta figura se repiten varias palabras o la oración entera, invirtiéndose el orden de los términos de modo que el sentido del sintagma o de la oración se vuelva del revés y se produzca la significación contraria. Es una de las muchas variedades del juego de palabras.
2.1.10. Polisíndeton: es un tipo específico de anáfora, puesto que consiste en la unión de elementos (sintagmas, oraciones) mediante la misma conjunción (habitualmente la conjunción copulativa y, aunque no siempre). En realidad, el polisíndeton es tanto una figura retórica como una estructura sintáctica ‑una forma de coordinación de proposiciones‑, que puede no tener una significación estilística especial; por tanto, cuando se identifique como figura será necesario señalar su valor expresivo.
2.1.11. Aliteración o asonancia: consiste en la repetición de un sonido o grupo de sonidos con un fin expresivo determinado. Debe tenerse mucho cuidado a la hora de señalar esta figura, pues es inevitable repetir sonidos dado que sólo existen veinticuatro fonemas en castellano. Cuando identifiquemos una aliteración tendremos siempre que señalar qué función expresiva desempeña. Por ejemplo, en una frase como "el ronco rugir del reactor" parece claro que la repetición del fonema vibrante r refuerza la representación sensorial que el lector se hace al leerla.
¿No ha de haber un espíritu valiente?
¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?
¿Nunca se ha de decir lo que se siente?
(Francisco de Quevedo)
Hay un palacio y un río y ven, que quiero matar o amar o morir o
un lago y un puente viejo, /darte todo
y fuentes con musgo y hierba (Vicente Aleixandre)
alta y silencio... un silencio
(Juan Ramón Jiménez)
con el ala aleve del leve abanico
(Rubén Darío; la repetición de la l produce una impresión de jugueteo, de vibración ligera y sutil)
un no sé qué que quedan balbuciendo
(San Juan de la Cruz; la repetición de la sílaba que refuerza la impresión de un habla entrecortada)
Muy próxima a la aliteración, hasta el punto de que en muchas ocasiones se confunde con ella, se halla otra figura retórica, la armonía imitativa, que consiste en una cierta ordenación de las palabras en la frase o el verso de tal manera que recuerden un sonido natural o que creen, apoyándose en la costumbre lingüística del autor y el receptor, una determinada impresión sonora.
En el silencio sólo se escuchaba
un susurro de abejas que sonaba
(Garcilaso de la Vega; en este ejemplo, hay una clara semejanza entre el sonido sibilante de la "s" y el rumor de las abejas evocado por los dos versos. La aliteración y el efecto de armonía imitativa producen una sensación de sosiego, de paz y tranquilidad)
Dentro de la armonía imitativa hay que distinguir su forma más sencilla, que es la onomatopeya, figura en la cual la palabra o expresión reproduce claramente un sonido natural.
y un cantarillo de barro
‑glú, glú‑ que nadie se lleva
(Antonio Machado)
Otra figura relacionada con la aliteración se produce cuando el autor juega con el puro sonido de las palabras, sin que éstas signifiquen nada por sí mismas; en este caso, la figura se denomina jitanjáfora.
Viernes vírgula virgen
enano verde
verdularia cantárida
erre con erre
(Mariano Brull)
Una forma particular de la aliteración es la cacofonía o disonancia, repetición de sonidos que produce un efecto desagradable o de difícil articulación. A veces puede tener efectos imitativos, irónicos, paródicos o expresionistas.
La chulapona del chal, con chalanería: pues a mí un jifero jarifo me enjaretó un jabeque aquí en la jeta y luego allí sobre los jaramagos me rajó en seco de una jiferada de jabalí. ¡Yo la jifa y él el jifero! (Julián Ríos)
De carne nacemos, en carne vivimos, en la carne moriremos
(Fray Antonio de Guevara)
Con asombro de mirarte,
con admiración de oírte,
ni qué pueda preguntarte
(Pedro Calderón de la Barca)
Dábale arroz a la zorra el abad
Somos nada, ya ve, o lodo o dolo, Eva y Adán somos (Julián Ríos)
2.2. POR REPETICIÓN DE ELEMENTOS DE SEMEJANZA RELAJADA.
2.2.1. Modificación de parte de la palabra.
2.2.1.1. Paronomasia: consiste en la repetición de una palabra, pero con alguna leve diferencia. Esta ligera modificación fonética origina un cambio sorprendente del significado. Se trata, por tanto, de uno de los recursos posibles en los juegos de palabras.
2.2.1.2. Polípote o políptoton: consiste en emplear una misma palabra en un enunciado breve en distintas funciones y formas. El polípote se basa en las variaciones flexivas de género, número y caso (categoría nominal) y persona, número, tiempo y modo (en la categoría verbal) de las palabras.
2.2.1.3. Derivación, figura etimológica o annonimatio: la palabra repetida se distingue por el hecho de mantener la raíz etimológica de su antecedente. Es una figura muy parecida al polípote, y de aquí que suelan confundirse. Esta figura recibe su nombre del procedimiento de formación de palabras conocido como derivación (utilización de prefijos y sufijos).
2.2.2. Modificación de la totalidad de la palabra.
Le puso el piso en que posa Bombones Trapa
y ya sin comer se pasa ¡Caiga en la trampa!
hondo hastío; no es la casa (anuncio de bombones TRAPA)
lo que quiso... es otra cosa.
Le puso el piso en que pasa
hondo hastío; donde posa ... mariposa
sin coser; es otra cosa; rosa y blanca, velada con un velo.
no lo que quiso; no casa. Volada para siempre de mi rosa
Presa del piso sin prisa, (Blas de Otero)
pasa una vida de prosa.
(Miguel de Unamuno)
¡Vive Dios, que la he de ver! No me tienes que dar porque te quiera,
Veréis la mayor belleza pues aunque lo que espero no esperara,
que los ojos del rey ven lo mismo que te quiero te quisiera.
(Tirso de Molina) (Anónimo sevillano)
Embajador del rey soy Rosa rosada y divina como una rósea
de él os traigo una embajada ilusión
(Tirso de Molina) (Fernando de Rojas)
Jorge Luis Borges sabe poco de tangos e ignora su ignorancia, actitud usual entre ignorantes
(Camilo José Cela)
2.2.2.1. Sinonimia: se produce esta figura cuando se expresa un mismo significado mediante distintos significantes que aparecen a lo largo del texto. La figura puede comprender una sola palabra (primer ejemplo), pero también sintagmas (segundo) u oraciones completas (tercero). Es muy habitual que las palabras o expresiones sinónimas aparezcan en una escala ascendente o descendente de intensidad, dependiendo del efecto que en cada caso se pretenda destacar, con lo cual esta figura está asociada en muchas ocasiones a la gradación.
2.2.2.2. Gradación: consiste en la repetición de elementos (palabras, sintagmas u oraciones), o bien sinónimos o bien de significados claramente relacionables entre sí; dichos significados están dispuestos en una escala ascendente o descendente. Cuando la gradación es ascendente, suele denominarse clímax; cuando es descendente, anticlímax.
2.2.2.3. Pleonasmo, tautología o redundancia: se trata de una repetición del contenido que resulta superflua o redundante desde el punto de vista informativo, si bien puede aumentar la expresividad del texto.
2.2.3. Modificación del significado de la palabra.
2.2.3.1. Diáfora: se produce al usar dos o más veces la misma palabra, pero con diferente significado o con distinto matiz. Es una variedad del juego de palabras.
En cárceles de espacio, aéreas llaves Pescadora, muchos males
te me encierran, recluyen, roban y falta de muchos bienes
(Gerardo Diego) (Tirso de Molina)
Ya me reposa el coraçón, ya descansa mi pensamiento, ya reciben las venas é recobran su perdida sangre, ya he perdido temor, ya tengo alegría. (Fernando de Rojas)
Una variedad de la sinonimia (o combinación entre ésta y la antítesis) es la paradiástole, figura en la cual se reúnen palabras de significado semejante, pero mediante una estructura que opone sus significados.
Fue constante sin tenacidad, humilde sin bajeza, intrépido sin temeridad (Capmany)
allí los ríos caudales, Vite, adoréte, abraséme
allí los otros medianos tanto, que tu amor me anima
e más chicos a que contigo me case
(Jorge Manrique) (Tirso de Molina)
Ya ejecuté, gran señor Temprano madrugó la madrugada
Tu justicia justa y recta temprano estás rodando por el suelo
(Tirso de Molina) (Miguel Hernández)
- ¿Usted no nada nada?
- Es que no traje traje.
(chiste popular)
Cruzados hacen cruzados,
escudos pintan escudos,
y tahures muy desnudos
con dados ganan condados...
(Luis de Góngora; en este caso, las palabras cruzados, escudos y ducados significan en primer lugar monedas, y cuando se repiten designan títulos nobiliarios. En esta letrilla Góngora critica a quienes compran títulos nobiliarios con dinero, aunque no los merezcan)
Un tipo particular de esta figura es la antanáclasis o reflexio, que se produce dentro de un diálogo, en aquellos casos en que uno de los interlocutores desfigura o confunde un término utilizado previamente por el otro, con lo cual aparece un juego de palabras. Véase un conocido chiste como ejemplo de esta figura:
Le dice un mariquita a otro: "¿y a ti cómo te gusta tomar el consomé?". El otro responde: "pues a mí me gusta tomarlo con un huevo dentro". Y el primero, maliciosamente, replica a su vez: "¡ay, chico!, vaya postura más difícil para tomar el consomé".
(En este caso, el juego de palabras está basado implícitamente en el doble significado de la palabra huevo: 'producto de las gallinas', por un lado, y 'testículo', por otro)
Pepsi Cola en latas; esta lata trae mucha cola
(En este ejemplo, la palabra cola tiene dos sentidos: en primer lugar, hace referencia a la bebida; en segundo lugar, la expresión traer cola significa 'causar impacto', 'dar que hablar', porque se supone que las latas de esta bebida van a causar sensación)
Oro parece, plata no es En este banco están sentados un padre y su hijo.
¿Qué es? (el plátano) El padre se llama Juan; el hijo ya te lo he dicho
(Esteban)
Si el Rey no muere, Mi muy adorada PaK
el reino muere he notado varias BCC
(Alonso de Ledesma) que no me miras amanT
y hablas sin cesar con PP
(Ramiro Mestre)
SOGTULAPDT
(‘Ese ojete huele a pedete’; texto de una camiseta del catálogo musical DISCOPLAY)
3. FIGURAS DE AMPLIFICACIÓN.
3.1. Enumeración: se trata de la división de un tema en sus partes, las cuales se expresan con detalle. Estos detalles van en contacto, ordenados mediante asíndeton o polisíndeton.
Las figuras que pertenecen a esta categoría comparten como rasgo común la expresión detallada y pormenorizada de ideas o conceptos que normalmente se expresarían de manera más concisa y resumida. Se trata, por tanto, del desarrollo extenso y minucioso de un tema, idea o argumento.
Que no importan fuerzas, Cuando Roma es cloaca,
guardas, criados, murallas, mazmorra, calabozo,
fortalecidas almenas para amor, catacumba, cisterna,
que la de un niño albañal, inmundicias,
hasta los muros penetra ventanas rotas, grietas,
(Tirso de Molina) cornisas que se caen
(Rafael Alberti)
Una variedad muy común de la enumeración es la llamada enumeración caótica; en esta figura parece que los detalles son, considerados por separado, lógicamente inconexos, aunque finalmente resultan coherentes observados en su conjunto.
Perchas, peroles, pícaros, patatas,
aves, lechugas, plásticos, cazuelas,
camisas, pantalones, sacamuelas,
cosas baratas que no son baratas.
Frascati, perejil, ajos, corbatas,
langostinos, zapatos, hongos, telas,
liras que corren y con ellas vuelas,
atas mil veces y mil más desatas.
(Rafael Alberti)
También es muy frecuente, sobre todo en la poesía contemporánea, la llamada enumeración elíptica, que intenta dirigir la atención sobre los objetos, cargados de valor simbólico, y sobre todo relacionados con un eje común que el lector ha de identificar.
El bastón, las monedas, el llavero,
la dócil cerradura, las tardías
notas que no leerán los pocos días
que me quedan, los naipes y el tablero,
un libro y en sus páginas la ajada
violeta, monumento de una tarde
sin duda inolvidable y ya olvidada,
el rojo espejo occidental en que arde
una ilusoria aurora. ¡Cuántas cosas,
limas, umbrales, atlas, copas, clavos,
nos sirven como tácitos esclavos,
ciegas y extrañamente sigilosas!
Durarán más allá de nuestro olvido;
no sabrán nunca que nos hemos ido.
(Jorge Luis Borges)
Gentilhombre, ¿sois de España?
Sí, Señora, y de una tierra
donde no se cría araña
ponzoñosa, ni se encierra
Grande, embuste ni maraña,
sino un limpio proceder,
y el cumplir y el prometer
es todo una misma cosa.
(Miguel de Cervantes. En este ejemplo, el personaje que habla define con variados detalles las virtudes de su patria chica)
La acción transcurre en un país oprimido y tenaz [...] Ha transcurrido, mejor dicho, pues aunque el narrador es contemporáneo, la historia referida por él ocurrió al promediar o empezar el siglo XIX. (Jorge Luis Borges)
Di, ¿podré yo vivir
en esos otros climas
o futuros, o luces
que estás elaborando,
como su zumo el fruto
para mañana tuyo?
¿O seré sólo algo
que nació para un día
tuyo (mi día eterno)...?
Pedro Salinas. En este poema, el poeta manifiesta sus dudas acerca de su relación con la amada, y las expresa a través de dos preguntas alternativas)
3.5. Antítesis, contraste o contraposición: consiste en la contraposición de dos ideas opuestas. Puede producirse entre palabras, sintagmas e incluso oraciones enteras. Es una de las figuras de amplificación más comunes, y a menudo va asociada a otras como el quiasmo, el oxímoron o la paradoja.
3.6. Silogismo: es una figura lógica en la cual el enunciado adopta la forma de un razonamiento en el que pueden distinguirse tres partes: 1) la proposición o hipótesis que se desea probar; 2) las pruebas o premisas; 3) la conclusión.
lealtad en el buen amigo, Así los bienes -muriendo
traición en el enemigo, y con sudor- se procuran
en la noche oscuridad y los das;
y en el día claridad los males vienen corriendo
(Tirso de Molina) después de venidos, duran
mucho más
(Jorge Manrique)
Una variedad muy importante de la antítesis es el oxímoron (el plural de esta palabra es oxímoros), figura en la cual se colocan en contacto palabras de sentido opuesto que parecen excluirse mutuamente, pero que en el contexto se convierten en compatibles.
la noche sosegada ¡Oh desmayo dichoso!
en par de los levantes de la aurora ¡Oh muerte que das vida!
la música callada, ¡Oh dulce olvido!
la soledad sonora, (Fray Luis de León)
la cena que recrea y enamora
(San Juan de la Cruz)
El oxímoron está asociado muy a menudo con la paradoja, variedad especialmente intensa de la antítesis que consiste en afirmar algo en apariencia absurdo por chocar contra las ideas corrientes, adscritas al buen sentido, o a veces opuestas al propio enunciado en que se inscriben. En realidad se trata de un absurdo aparente que en el fondo esconde una verdad o un modo nuevo de ver la verdad. Se podría decir que la paradoja es algo así como una antítesis "superada" que hermana o refunde ideas contrarias en un mismo pensamiento que sorprende por su carácter inesperado e ingenioso. Además de los ejemplos anteriores de oxímoros (que también lo son de paradojas), véanse los siguientes:
Vivo sin vivir en mí Sufro yo a tu costa,
y tan alta vida espero, Dios no existente, pues si Tú existieras
que muero porque no muero existiría yo también de veras
(Santa Teresa de Jesús) (Miguel de Unamuno)
Todos los días son días
no hay más que un día en el mundo
luego son todos los días
no más que uno
(Miguel de Unamuno)
3.7.1. Pragmatografía: es la descripción de objetos y de acciones.
Baldomero parecía otro. En el escritorio canturriaba, y buscaba pretexto para salir, subir a la casa y decir una palabrita a su mujer, cogiéndola en los pasillos o donde la encontrase. También solía equivocarse al sentar una partida, y cuando firmaba la correspondencia daba a los rasgos de la tradicional rúbrica de la casa una amplitud de trazo verdaderamente grandiosa, terminando el rasgo final hacia arriba como una invocación de gratitud dirigida al cielo. (Benito Pérez Galdós)
Los ojos verdes, rasgados; las pestañas luengas; las cejas delgadas é alçadas; la nariz mediana; la boca pequeña; los dientes menudos é blancos; los labios colorados e grosezuelos; el torno del rostro poco más luengo que redondo; el pecho alto; la redondez é forma de las pequeñas tetas, ¿quién te la podría figurar?... (Fernando de Rojas)
Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. (Juan Ramón Jiménez)
Cercana a la prosopografía se encuentra la etopeya, que consiste en la descripción de las cualidades morales y espirituales de una persona. La fusión de prosopografía y etopeya se denomina retrato. Por otro lado, un retrato exagerado en sus rasgos, y de intención burlesca o satírica recibe el nombre de caricatura.
... entró a decir don Celedonio de Obeso, ateo declarado y republicano agresivo; en el fondo un pedazo de pan, un zoquete. (Ramón Pérez de Ayala)
Inmóvil y taciturno, agaritado de perfil en una remota ventana, atento al relevo de guardia en la campa barcina del convento, parece una calavera con antiparras negras y corbatín de clérigo. (Ramón del Valle‑Inclán)
Sobre el monte pelado Cerca del Tajo en soledad amena
con calvario. de verdes sauces hay una espesura
Agua clara toda de hiedra revestida y llena,
y olivos centenarios. que por el tronco va hasta la altura
Por las callejas y así la teje arriba y encadena
hombres embozados, qu'el sol no halla paso a la verdura;
y en las torres el agua baña el prado con sonido,
veletas girando. alegrando la hierba y el oído.
Girando eternamente. (Garcilaso de la Vega; topotesia)
¡Oh pueblo perdido,
en la Andalucía del llanto!
(Federico García Lorca; topografía)
Cuando yo era más joven
(bueno, en realidad, será mejor decir
muy joven)
algunos años antes
de conocernos
y
recién llegado a la ciudad,
a menudo pensaba en la vida.
Mi familia
era bastante rica y yo estudiante.
Mi infancia eran recuerdos de una casa
con escuela y despensa y llave en el ropero...
(Jaime Gil de Biedma)
allegados son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos
(Jorge Manrique; con esta perífrasis el autor se refiere a los pobres, los humildes)
Era del año la estación florida
en que el mentido robador de Europa
-media Luna las armas de su frente,
y el sol todos los rayos de su pelo‑
luciente honor del cielo,
en campos de zafiro pace estrellas...
(Luis de Góngora; el segundo verso hace alusión a Júpiter (quien se disfrazó de toro para raptar a Europa), pero sin nombrarlo directamente)
3.9. Alusión: puede considerarse como un tipo particular de perífrasis, en la cual se hace referencia a una persona o cosa conocida sin nombrarla. Más que una figura retórica se trata de un procedimiento literario, complejo y a menudo muy enriquecedor, pues exige la colaboración activa del lector en el entendimiento del texto. Por otro lado, este recurso suele provocar numerosos problemas de comprensión, ya que sucede con frecuencia que la distancia temporal o espacial del lector con respecto al texto dificulta o impide completamente el reconocimiento de las alusiones que éste contiene.
3.10. Digresión o excurso: consiste en la ruptura de la coherencia de un texto temáticamente unitario mediante la intercalación de una unidad independiente. El autor sale del tema que estaba tratando para poner un ejemplo, hacer alguna observación, reflexionar sobre los hechos, etc.
3.11. Comparación o símil: en esta figura se establece una relación entre dos elementos diversos, unidos mediante una partícula comparativa (como, tal, cual, igual que, etc.).
Aquél sólo me encomiendo, Y cuando llegue el día del último viaje
aquél sólo invoco yo y esté al partir la nave que nunca ha de
de verdad, tornar...
que en este mundo viviendo, (Antonio Machado; las imágenes del viaje
el mundo no conoció y de la nave hacen alusión a la muerte)
su deidad
(Jorge Manrique; el poeta alude en estos versos a Cristo)
-¿Qué estación es ésta, tía? -preguntó.
Uno de los tres hombres del departamento le respondió antes que la mujer sentada frente a ella tuviera tiempo de contestar.
-¿Hay cantina?
-No señorita. En la próxima.
La joven hizo un mohín, que podía ser de disgusto o simplemente un reflejo de coquetería, porque inmediatamente sonrió al hombre que le había informado. La mujer mayor desaprobó la sonrisa llevándose la mano derecha a su roja, casi cárdena pechuga, y su papada se redondeó al mismo tiempo que sus labios se afinaban y entornaba los párpados de largas y pegoteadas pestañas.
-¿Tiene usted sed? ¿Quiere beber un traguillo de vino? -preguntó el hombre.
-Te sofocará -dijo la mujer mayor- y no te quitará la sed.
(Ignacio Aldecoa; el fragmento en cursiva constituye una digresión dentro del diálogo, puesto que no contribuye a desarrollarlo, sino a ofrecer una serie de notas que caracterizan a los personajes)
Una variedad de la digresión es la parábasis, en la cual el autor realiza una intrusión en el desarrollo de la obra, bien directamente, bien a través de juicios personales.
Como es verdad que en los vientos ¡Cuánta nota duerme en sus cuerdas
hay aves, en el mar peces, como el pájaro duerme en las ramas,
que participan a veces esperando la mano de nieve
de todos cuatro elementos; que sabe arrancarlas!
como en la gloria hay contentos, (Gustavo Adolfo Bécquer)
lealtad en el buen amigo,
traición en el enemigo,
en la noche oscuridad
y en el día claridad,
así es verdad lo que digo.
(Tirso de Molina)
Suelen distinguirse dos clases de adjetivos de acuerdo con la relación significativa que mantienen con el sustantivo al que acompañan. En primer lugar, aquel adjetivo que precisa el significado del sustantivo y lo distingue de entre otros de su clase (adjetivo especificativo); en segundo lugar, aquel adjetivo cuyo significado está ya implícito de alguna forma en el del sustantivo, del cual ofrece notas complementarias o no esenciales, y que se denomina adjetivo explicativo o epíteto (verdes prados, sangre roja, cielo azul, agua cristalina, etc.). Con más precisión lo define Gonzalo Sobejano: "epíteto es el adjetivo calificativo atributivo no restrictivo, o, lo que es lo mismo, es epíteto aquel adjetivo morfológicamente tal que significa cualidad y se adjunta al sustantivo inmediata o mediatamente, pero sin nexo copulativo, para expresar aquella cualidad referida a una sustancia, sin necesidad lógica de expresarla".
En tanto que de rosa y azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto (adjetivos especificativos)
con clara luz la tempestad serena. (epíteto)
(Garcilaso de la Vega)
4. FIGURAS DE OMISIÓN.
La característica que define estas figuras es la ausencia de alguno de los elementos que normalmente forman la oración. Estas figuras persiguen la economía de medios, la brevedad o la concisión, con el fin de alcanzar un efecto expresivo determinado.
Por una mirada, un mundo;
por una sonrisa, un cielo;
por un beso... ¡yo no sé
qué te diera por un beso!
(Gustavo Adolfo Bécquer; se elide el verbo dar en los tres primeros versos)
4.2. Ceugma, zeugma o adjunción: se trata de la utilización de un elemento sintáctico común para varias unidades análogas de la oración (un verbo para varios sujetos, un adjetivo para varios sustantivos, etc.).
4.3. Asíndeton o disyunción: consiste en la agrupación de elementos coordinados (palabras, sintagmas, oraciones) mediante pausas, es decir, sin conjunciones. Es el fenómeno contrario al polisíndeton. El asíndeton se realiza a menudo en combinación con figuras como la gradación, la antítesis, el paralelismo, etc.
4.4. Reticencia o aposiopesis: consiste en interrumpir una idea o una serie de ideas, o dejar una frase sin acabar, señalándola con puntos suspensivos o a través de una fórmula adecuada.
5.1. Pregunta o interrogación retórica: se trata de una interrogación que no precisa o de la que no se espera una respuesta, porque la pregunta ya contiene implícitamente su contestación. Es una pregunta aparente que a menudo expresa los afectos del autor. Hay que distinguir esta figura de otra bastante parecida, el apóstrofe, figura en la cual la exclamación o pregunta va dirigida hacia alguien en concreto (persona, ser animado o inanimado, real o figurado), cosa que no ocurre por lo general en la pregunta retórica.
Veré las inmortales
columnas do la tierra está fundada,
las lindes y señales
con que a la mar hinchada
la Providencia tiene aprisionada
(Fray Luis de León; en este caso el verbo veré lleva tres complementos directos, columnas, lindes y señales)
Tú eres pora todo, grado al Criador, ¡Fuego, fuego, zagales, agua, agua!
por rogar al tu Fijo, tu Padre, tu Sennor ¡Amor, clemencia, que se abrasa el alma!
(Gonzalo de Berceo) (Tirso de Molina)
Me siento apresado. Escucha, Elisa... Yo qué quieres que haga... Por favor, tranquilízate... Me gustaría saber explicártelo... Yo qué quieres que le haga... (Ignacio Aldecoa)
5. FIGURAS DE APELACIÓN.
Estas figuras se relacionan con la función conativa o apelativa del lenguaje, en virtud de la cual el emisor de un mensaje -el autor del texto literario, en nuestro caso- apela, es decir, llama a su receptor (el lector u oyente), intentando conseguir de éste una actitud determinada. En algunas ocasiones puede ocurrir que sea el propio autor quien se dirige a sí mismo.
¿Qué se hicieron las damas, ¿Será verdad que cuando toca el sueño
sus tocados e vestidos, con sus dedos de rosa nuestros ojos,
sus olores? de la cárcel que habita huye el espíritu
¿Qué se hicieron las llamas en su vuelo presuroso?
de los fuegos encendidos (Gustavo Adolfo Bécquer)
d'amadores?
(Jorge Manrique)
Amigo de sus amigos, ¡Oh riguroso empeño
¡qué señor para criados de la verdad! ¡Oh máscara del día!
y parientes! ¡Noche al fin, tenebrosa
¡Qué enemigo de enemigos! antípoda del sol, del sueño esposa!
¡Qué maestro d'esforçados (Tirso de Molina)
e valientes!
(Jorge Manrique)
Tú me levantas, tierra de Castilla, ¡Ay choza, vil instrumento
en la rugosa palma de tu mano, de mi deshonra y mi infamia!
al cielo que te enciende y te refresca, ¡Cueva de ladrones fiera,
al cielo, tu amo. que mis agravios ampara!
(Miguel de Unamuno; el autor se dirige (Tirso de Molina; el personaje -una
a una entidad inanimada, como es la mujer deshonrada por don Juan-
tierra castellana, para expresarle se dirige hacia la choza que ha
sus sentimientos) sido escenario de su desgracia)
5.4.1. Deprecación o súplica.
Dime tú lo que quiero
que no lo sé...
Despoja a mis ansiones de su velo...
Descúbreme mi mar,
Mar de lo eterno...
Dime quién soy... dime quién soy... que
vivo...
(Miguel de Unamuno)
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5.4.2. Execración, o maldición dirigida contra uno mismo.
¡Cuán gritan esos malditos!
Pero ¡mal rayo me parta
si, en concluyendo la carta
no pagan caros sus gritos!
(José Zorrilla)
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5.4.3. Imprecación, o maldición dirigida contra otra persona.
Villanos te maten, rey,
villanos que non hidalgos
(Romancero)
| 5.4.4. Conminación o amenaza.
Goza tu juventud y tu hermosura
¡oh, sol!, que cuando el pavoroso día
llegue que el orbe estalle y se desprenda...
(José de Espronceda)
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6. TROPOS.
En los tropos se produce un fenómeno característico: el término propio (es decir, aquél que designa la realidad a la que se refiere el autor) se sustituye por otro término que está alejado de su significación original. El cambio de significado es, por tanto, la clave que define los tropos en relación con el resto de figuras retóricas; tales cambios pueden ser muy variados, desde los muy leves y fácilmente perceptibles hasta otros muy complejos o muy alejados de la significación original. Los tropos son recursos muy importantes a la hora de incrementar la expresividad de un texto, debido a sus posibilidades imaginativas y a la riqueza de sugerencias que contienen.
Era un pueblo de tres mil almas (en vez de personas)
Tenía un rebaño de doscientas cabezas (en vez de animales, o reses)
Brillaban las lanzas entre el fragor de la batalla (en vez del metal de las lanzas)
Francia fue derrotada en la batalla de Pavía (en vez del ejército francés)
El español es valiente (en vez de los españoles)
El hombre es mortal (en vez de los hombres)
Me gustan los fines de semana (en vez del fin de semana)
A España le sirvieron de muy poco los oros de las Indias (en vez del oro)
El noble bruto cayó pesadamente (en vez del caballo; este ejemplo también lo es de perífrasis)
Los mortales nunca encuentran la paz sobre la Tierra (en vez de los hombres)
Es un desgraciado que no sabe ni ganarse el cocido (en vez de los alimentos)
No tengo un real (en vez de dinero)
Hay algunos tratadistas que distinguen otros tipos de sinécdoque, como la mención del continente por el contenido, de la materia por el objeto, de lo abstracto por lo concreto (y viceversa), etc. Sin embargo, estos últimos tipos no son propiamente sinécdoques, sino metonimias. El auténtico problema estriba en que a menudo resulta bastante difícil distinguir conceptualmente la metonimia de la sinécdoque, puesto que ambas figuras literarias responden a cambios de sentido basados en relaciones de contigüidad semántica.
Hay una variante de la antonomasia ‑la antonomasia vossiana‑ en la cual se invierten los términos de la antonomasia normal; en vez de sustituir un nombre propio por una perífrasis o apelativo, se sustituye una cualidad particular por el nombre propio de una persona que encarna esa cualidad. Es una figura muy abundante, incluso en el lenguaje coloquial: ser una Agustina de Aragón significa comportarse como mujer valiente, fuerte y decidida; ser un Sansón hace referencia a una fuerza física poco corriente; llamar a alguien Tenorio o Don Juan alude a sus dotes como seductor o sinvergüenza; decir que una mujer es una Venus destaca su belleza (lo mismo que hablar de un Apolo en el caso de los hombres); llamar a alguien un Judas implica motejarle de traidor e infame, etc.
¡Eso es un hombre, y no tú, calzonazos! (en este caso, la palabra hombre se tiñe de connotaciones de determinación, virilidad, coraje o fuerza que le otorgan una significación especial)
El aire se serena Al pie, dócil ya y muda,
y viste de hermosura y luz no usada del ileso extranjero,
(Fray Luis de León) la tierna y no mortífera metralla
de la silvestre, ruda,
mal fingida batalla,
(Rafael Alberti)
6.5. Hipérbole o exageración: consiste en la sustitución del término propio por otro que rebasa semánticamente los límites de la verosimilitud, es decir, por otro que resulta exagerado. La exageración puede consistir tanto en aumentar como en disminuir el objeto o la situación. Es también una figura muy corriente en la lengua popular; por ejemplo, para resaltar que alguien es muy cegato decimos "no ve ni tres en un burro", o para destacar que a alguien le dieron una gran paliza señalamos que "le dieron hasta en el carné de identidad".
6.6. Metonimia: consiste en la sustitución de un término propio por otro que se encuentra con él en una relación real de contigüidad lógica o/y material. Esta relación puede indicar una conexión causal, temporal, espacial, funcional, etc. Podemos considerar las siguientes relaciones que dan lugar a metonimias:
a) Mención del efecto por la causa (o viceversa):
b) Mención del continente por el contenido:
c) Mención de lo concreto por lo abstracto (o viceversa):
d) Mención de la materia por el objeto que está constituido por ella:
Con mi llorar las piedras enternecen Por una mirada, un mundo;
su natural dureza y la quebrantan; por una sonrisa, un cielo;
los árboles parece que se inclinan; por un beso... yo no sé
las aves que me escuchan, cuando cantan, qué te diera por un beso
con diferente voz se condolecen, (Gustavo Adolfo Bécquer)
y mi morir cantando me adivinan
(Garcilaso de la Vega)
Ganarás el pan con el sudor de tu frente (en realidad, con el trabajo, que es causa del sudor)
Yo tengo mucho respeto a las canas (es decir, a la vejez que es causa de las canas)
Vive de su trabajo (en realidad, vive del dinero, que es efecto o consecuencia del trabajo)
Estos zapatos me están matando (los zapatos son la causa del dolor)
Me comí todo el plato (lo que se come no es el plato ‑el continente‑, sino el alimento que hay en él)
El claustro aceptó la propuesta de los estudiantes (en vez de los profesores que integran el claustro)
El general traicionó su bandera (bandera es una metonimia que significa patria)
Juanito tiene buena estrella (la buena estrella designa una entidad abstracta, que es la suerte)
Venga a probarse la Primavera al Corte Inglés (se sustituye lo concreto ‑la moda de primavera‑ por lo abstracto, la estación del año)
¡Qué atrevida es la ignorancia! (en esta frase, que se suele utilizar para descalificar a un interlocutor, el sustantivo abstracto ignorancia sustituye a ignorante)
Le cruzó la cara con un tajo del acero (en vez de la espada)
No me creo nada de lo que dicen los papeles (en vez de los periódicos)
e) Mención del instrumento por la persona que lo utiliza:
f) Mención del autor por la obra:
g) Mención del nombre de un lugar por los productos que en él se producen:
h) Mención de lo físico por lo moral:
i) Mención del signo por la cosa significada; en este caso, la metonimia da lugar a un símbolo:
6.7. Metáfora: sin lugar a dudas, el tropo más importante dentro de la lengua literaria. Además, es una figura muy frecuente en todos los ámbitos del lenguaje, y un procedimiento muy rico de creación de nuevos sentidos en el lenguaje coloquial, aunque no nos demos cuenta de su existencia; expresiones como "arder de indignación", "subirse por las paredes de rabia", "ver la vida de color de rosa", "creer algo a pies juntillas", u objetos como "el ojo de la aguja", "los dientes de la llave", "la pata de la cama", etc., constituyen metáforas lexicalizadas o catacresis, es decir, metáforas que los hablantes ya no perciben como tales, aunque en origen fueron creaciones expresivas individuales.
Los dos flautas desafinaban como bellacos (es decir, los dos músicos que tocaban la flauta)
Una pareja de tricornios me vigilaba todo el día (es decir, dos guardias civiles)
Tengo un Goya colgado en el salón (en vez de un cuadro pintado por Goya)
Todos los días leo a Pío Baroja (en vez de los libros de Pío Baroja)
Me bebí un jerez (un vino producido en la zona de Jerez)
A mí me gusta mucho más el jijona que los demás turrones (el turrón recibe el nombre del lugar en que se produce)
Es gente sin entrañas (faltos de compasión)
Perdió el seso completamente (la razón, el sentido)
La cruz triunfó sobre la media luna en Lepanto (las dos palabras representan, respectivamente, la Cristiandad y el Islam)
Es un acérrimo partidario de la hoz y el martillo (representación de la Unión Soviética y el comunismo)
Tradicionalmente se ha definido la metáfora como una comparación implícita que prescinde de la partícula comparativa; en vez de decir "Carmen es como una serpiente" (comparación o símil), podemos decir "Carmen es una serpiente" (metáfora). Más modernamente, se han propuesto definiciones más adecuadas: en la metáfora aparece un significado traslaticio, es decir, un desplazamiento de sentido que opera la sustitución del término propio por otro que guarda con el anterior una relación de analogía, de semejanza. La palabra clave en esta definición es analogía, pues es precisamente este fenómeno el que otorga a la metáfora su capacidad expresiva y sugestiva. La intuición y la sensibilidad personal de cada escritor le permiten hallar entre los infinitos aspectos de la realidad ciertas analogías -es decir, parecidos, semejanzas, sorprendentes y originales; se produce de este modo una especie de identificación inmediata entre elementos originalmente no relacionados, de la cual se desprenden las potencialidades expresivas de este tropo.
Nuestras vidas son los ríos Es llave la cortesía
que van a dar en la mar para abrir la voluntad;
que es el morir y para la enemistad,
(Jorge Manrique) la necia descortesía
(Lope de Vega)
¡Amapola, sangre de la tierra;
amapola herida del sol!, Cerró su boca de ballena el piano
boca de la primavera azul, y él anduvo hacia atrás,
amapola de mi corazón hacia el silencio
(Juan Ramón Jiménez) (Pablo Neruda)
Un tipo de metáfora especialmente importante es la sinestesia. Se trata de una metáfora en la que la sustitución del término propio se produce en el ámbito de las sensaciones; dicho de otro modo: la sensación que normalmente debería expresarse mediante un elemento sensorial tomado de un sentido se expresa mediante otro elemento sensorial que no corresponde lógicamente a dicho sentido.
La sabrosa olor de las flores El verde tierno de los árboles
(Gonzalo de Berceo; gusto-olfato) (Gabriel Miró; vista-tacto)
Con terciopelado estruendo La campanada blanca de maitines
(Luis de Góngora; tacto-oído) (Manuel Machado; oído-vista)
Un tipo muy frecuente de metáfora es la personificación o prosopopeya, que consiste en la atribución de cualidades propias de los seres animados a los seres inanimados o abstractos, o bien la atribución de cualidades humanas a los animales o los seres inanimados.
Los invisibles átomos del aire
en derredor palpitan y se inflaman;
el cielo se deshace en rayos de oro;
la tierra se estremece alborozada.
(Gustavo Adolfo Bécquer; los términos personificados son metáforas)
Miré tus ojos sombríos bajo el cielo apagado.
Tu frente mate con palidez de escama.
Tu boca, donde un borde morado me estremece.
Tu corazón inmóvil como una piedra oscura.
Te estreché la cintura, fría culebra gruesa que en mis dedos resbala.
Contra mi pecho cálido sentí tu paso lento.
Viscosamente fuiste sólo un instante mía,
y pasaste, pasaste, inexorable y larga.
Te vi después, tus dos ojos brillando
tercamente, tendida sobre el arroyo puro,
beber un cielo inerme, tranquilo, que ofrecía
para tu lengua bífida su virginal destello.
Aún recuerdo ese brillo de tu testa sombría,
negra magia que oculta bajo su crespo acero
la luz nefasta y fría de tus pupilas hondas,
donde un hielo en abismos sin luz subyuga a nadie.
(Vicente Aleixandre. A lo largo de todo el poema aparecen una serie de metáforas que sugieren constantemente la analogía entre la mujer amada y una serpiente. De hecho puede decirse que el significado del poema gira en torno a dicha relación, que se dispone en forma de alegoría)
Muy relacionado con la alegoría se encuentra otro fenómeno literario, la parábola, que puede considerarse figura retórica, pero también un subgénero narrativo. Se trata de la narración de un suceso fingido del que se deduce, por comparación, una verdad o enseñanza moral. Como ejemplos muy conocidos de parábolas se podrían señalar las que incluyen los Evangelios.
El símbolo tiene una clara relación con la alegoría y con la metáfora. Cuando el símbolo lleva inherente un significado constante y determinado, se aproxima a la alegoría (el ciprés como símbolo de la muerte, el lirio como símbolo de pureza, la bandera como símbolo de un estado, etc.); no obstante, el símbolo se diferencia de la alegoría porque aquél no traduce miembro a miembro una esfera real, sino de modo conjunto. Por otra parte, puede decirse que todo símbolo es una metáfora, aunque no toda metáfora sea símbolo; la diferencia entre uno y otra reside en el carácter insistente y repetitivo del símbolo, que contrasta con la flexibilidad creativa y significativa de la metáfora. De hecho, cuando una metáfora se repite persistentemente como presentación a la vez que como representación, se convierte en símbolo, e incluso puede convertirse en parte de un sistema simbólico (o mítico).
El símbolo, en su plasmación literaria, suele presentar un carácter difuso y nebuloso, vago e indeterminado. De aquí que el significado de los símbolos sea multívoco más que unívoco, y que se preste con frecuencia a interpretaciones diversas y aun divergentes. Veamos algunos textos que manifiestan elementos simbólicos.
Este buitre voraz de ceño torvo
que me devora las entrañas fiero
y es mi único constante compañero
labra mis penas con su pico corvo.
El día en que le toque el postrer sorbo
apurar de mi negra sangre, quiero
que me dejéis con él solo y señero
un momento, sin nadie como estorbo.
Pues quiero, triunfo haciendo mi agonía,
mientras él mi último despojo traga
sorprender en sus ojos la sombría
mirada al ver la suerte que le amaga
sin esta presa en que satisfacía
el hambre atroz que nunca se le amaga.
(Miguel de Unamuno; el buitre ‑entidad material‑ evoca una realidad no material, la angustia del poeta, que no obstante no queda concretada)
Queda curvo el firmamento,
Compacto azul, sobre el día.
Es el redondeamiento
Del esplendor: mediodía.
Todo es cúpula. Reposa,
Central sin querer, la rosa,
A un sol en cenit sujeta.
Y tanto se da el presente
Que el pie caminante siente
La integridad del planeta.
(Jorge Guillén; en este poema la esfera simboliza claramente la perfección del mundo, idea subrayada por la presencia constante del campo semántico de la redondez, de la esfericidad, perceptible en muchas palabras del texto. Otro símbolo es la rosa, que representa la belleza y el centro de un mundo perfecto)
6.10. Ironía o antífrasis: consiste en decir algo de tal manera que se entienda lo contrario de lo que las palabras parecen indicar; el contexto, las circunstancias peculiares del discurso o los datos comunes que conocen emisor y receptor dejan bien entendida la verdadera intención de las palabras. Esta figura es uno de los recursos esenciales del humorismo; por otro lado, se utiliza muy a menudo en la lengua coloquial, como expresión de la burla, el humor o el simple ingenio. La intención irónica aprovecha los recursos de gran variedad de figuras para conseguir sus propios fines: dilogías, calambures, paradojas, litotes, énfasis, perífrasis, preguntas retóricas, comparaciones, metáforas, alegorías, etc.
Los ejemplos de ironía son prácticamente infinitos, pero quizás los más evidentes sean aquellos tomados del lenguaje coloquial y de situaciones comunes de la vida. Así, por ejemplo, dice el profesor a una clase revoltosa e indisciplinada: "¡Pero qué bien os estáis portando!"; o un marido a su mujer, reprochándole una comida insípida o mal cocinada: "la verdad es que conozco cocineras mejores"; o una chica a una amiga, hablando de la falta de higiene de un conocido: "ese individuo deja un perfume muy delicado a su paso".
La ironía que el hablante dirige contra sí mismo recibe el nombre de cleuasmo:
Tan campante, sin carrera,
no imperial, sí tomatero,
grillo tomatero, pero
sin tomate en la grillera.
Canario de la fresquera,
no de alcoba o mirabel.
¿Quién aquél?
¡El tonto de Rafael!
(Rafael Alberti)
Una variedad de la ironía, caracterizada por el tono amargo, mordaz, cruel e insultante, es el sarcasmo. También es muy frecuente en la lengua coloquial, y recurso común del llamado "humor negro".
Gocemos, sí; la cristalina esfera
gira bañada en luz: ¡bella es la vida!
¿Quién a parar alcanza la carrera
del mundo hermoso, que al placer convida?
Brilla radiante el sol, la primavera,
los campos pinta en la estación florida.
Truéquese en risa mi dolor profundo...
Que haya un cadáver más ¿qué importa al mundo?
(José de Espronceda. Toda la estrofa es irónica, porque en ella el poeta parece alabar la belleza del mundo, cuando lo cierto es que esa belleza aparente le resulta insoportable. Pero la ironía se transforma en sarcasmo cruel y doloroso en el último verso)
6.11. Eufemismo: se trata de la sustitución de una palabra o expresión que se considera inconveniente, prohibida, "tabú", por otra socialmente más adecuada. En la lengua coloquial abundan los eufemismos: invidente por ciego, pasar a mejor vida, en vez de morir, muchacha o interina, en vez de criada, productor, por obrero. Los tabúes cambian constantemente de acuerdo con factores históricos, sociales, económicos, culturales, geográficos, religiosos, etc., y por tanto se desarrollan constantemente nuevos eufemismos y desaparecen otros.
6.12. Arcaísmo: consiste en la utilización de una expresión antigua o desusada en vez de aquélla que corresponde al momento histórico en que se expresa el hablante o el escritor.
6.13. Neologismo: es el fenómeno opuesto al arcaísmo. Se trata en esta ocasión de utilizar una expresión novedosa, es decir, una creación lingüística reciente. Palabras como "litrona", "guay", "software", "zapping", son claros neologismos. A la hora de señalar tanto los arcaísmos como los neologismos debe tenerse especial cuidado, ya que en muchos casos las palabras aparentemente antiguas o recientes no lo son en absoluto. La correcta interpretación de los neologismos y arcaísmos exige, fuera de los casos muy claros, conocimientos muy precisos de historia de la lengua y de la literatura.
El fenómeno contrario al eufemismo es el disfemismo, que consiste en el empleo de una palabra vulgar o inconveniente en vez del término normal: estirar la pata en vez de morir, matasanos, en vez de médico, mis viejos, en vez de mis padres, etc.
¡Fuerzas, cielo, porque al vella
querré matalla y mordella
y eso sería delatalla!
¡Juro a Dios que he de miralla
y escuchalla sin vendella!
(Pedro Muñoz Seca. A pesar de las apariencias, se trata de una obra de este siglo ‑La venganza de don Mendo‑, que parodia los dramones en verso mediante el uso de abundantes y cómicos arcaísmos, propios del teatro del siglo XVII)
BIBLIOGRAFÍA
DÍEZ BORQUE, José María, Comentario de textos literarios (Método y práctica), Madrid, Editorial Playor, 1990.
ESTÉBANEZ CALDERÓN, Demetrio, Diccionario de términos literarios, Madrid, Alianza, 1996.
FERNÁNDEZ, Pelayo H., Estilística, Madrid, Ediciones Porrúa Turanzas, 1984.GENETTE, Gérard, Figuras, Barcelona, Lumen, 1989.
MARCHESE, Angelo y Joaquín Forradellas, Diccionario de retórica, crítica y terminología literaria, Barcelona, Editorial Ariel, 1989.
MAYORAL, José Antonio, Figuras retóricas, Madrid, Editorial Síntesis, 1994.SPANG, Kurt, Fundamentos de retórica, Pamplona, Eunsa, 1979.
[Procedente de www.lenguaensecundaria.com]